Capítulo 1: Los portales

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Nunca hemos creído que estuviéramos solos... Mi pueblo lleva viajando miles de años, ayudando a otros mundos, mundos que están al alcance de nuestra mano.

No sabemos quién o quiénes crearon los portales: túneles que nos llevan de un extremo al otro del tiempo y del espacio. Podemos elegir el lugar a donde vamos...En teoría.

Los Ancianos seleccionan cuidadosamente qué mundos visitar o a qué tiempo viajar. Es entonces cuando los Voyagers entran en acción.

Mi madre era una Voyager. Siempre me contaba sus Viajes y lo que había aprendido. Ella también tenía la mirada soñadora. Creía que viajaría a donde ella quisiera. Pero los Ancianos ya sólo eligen determinados tiempos y lugares.

El espacio que tan grande y hermoso les pareció a los primeros Voyagers, hoy en día es más pequeño de lo que nos gustaría.

Mi madre cuenta que hubo un tiempo en el que los Voyagers elegían a placer dónde ir. Pero viendo el peligro, los Ancianos elaboraron las Leyes Voyagers y agruparon los posibles destinos en dos zonas: Zona Blanca y Zona Oscura.

Todo lo que estuviera dentro de la Zona Blanca eran mundos, civilizaciones y tiempos que ya habíamos visitado y a los que frecuentemente viajábamos.

Por el contrario, la Zona Oscura comprendía todo aquello que desconocíamos. Ningún Voyager, en más de doscientos años, había pisado nada que estuviera en la Zona Oscura.

Todo aquel que se había aventurado a ello, no había vuelto a casa.

Mi madre solía contarme una y otra vez estas y otras historias de nuestro pueblo.

No sólo estaban los Voyagers.

En nuestra sociedad había más labores:

Los Healers eran los sanadores. Todo aquel que tenía una dolencia era tratado en enormes edificios dondes los Healers atendían a todo el que llegaba. Disponían de instrumentos, pero también dones para la curación.

Los Whisperers eran los más peligrosos, pues tenían la capacidad de susurrar a otros y obligar a hacer lo que ellos quisieran. Eran puestos a prueba y sólo los más dignos eran capaces de desarrollar el don. Ayudaban a erradicar la tristeza, la depresión, la apatía, la violencia...

Los Centinels eran nuestros soldados. Entrenaban muy duro desde muy pequeños para formar un gran cuerpo de élite que nos protegía de amenazas. Pero nadie quería hacernos daño. Gracias a los Voyagers.

Los Voyagers ayudaban a otras civilizaciones, más atrasadas que la nuestra. Por eso nunca nadie quería hacernos daño. Siempre estaban en deuda con nosotros.

Mi padre era un Centinel y mi madre, Voyager. Según decían todos, eran la combinación perfecta. Los Voyagers, durante los 7 primeros años de su vida entrenaban junto a los Centinels. Debían ser ágiles como los soldados, fuertes y resolutivos. Debían saber defenderse y atacar. Nunca se está lo suficientemente preparado para lo que puedes encontrar en los Viajes.

Ellos se conocieron durante esos primeros años y se hicieron amigos. Nunca dejaron de serlo. Mi madre cuenta que antes de su Primer Viaje, mi padre le hizo prometer que celebrarían su regreso con su boda y así fue.

Dos años después nací yo, Lara.

Mi padre creía que sería Centinel, pero mi madre siempre supo que yo sería Voyager. Dice que lo primero que hice fue mirarles a ellos y luego mirar el cielo. Lo tuve claro desde el principio. El resto...vino después, cuando mi madre cada noche me contaba más y más sobre los portales.

No dejaba de fascinarme el poder viajar a donde se quisiera y ver cosas que leíamos en los libros o que nos contaban en la escuela.

A los dos años, los niños que son Whisperers, Healers o Voyagers deben haber mostrado alguna aptitud para ello. Si no, no son seleccionados.

A mí me seleccionaron justo el día que cumplí los dos años y fue muy celebrado. Cada vez nacían menos Voyagers. No sabíamos por qué, pero así era.

El año de mi elección, sólo éramos cinco Voyagers.

Jem fue elegido justo delante de mí. No recuerdo mucho del momento. Sólo recuerdo que al decir mi nombre y tener que sentarme con los otros Voyagers, vi que había un niño que estaba riendo y dando palmadas. Me tuve que sentar a su lado y lo primero que me dijo fue: "¡Jem!"

Así fue cómo nos conocimos y hemos parecido gemelos desde entonces.

Ahora, con diecinueve años y tras un duro entrenamiento, veo cada vez más cerca el día en el que tendré que reunirme con los Ancianos.

Ellos dirán cuál es mi primera misión y me dirán dos posibles destinos para mi Primer Viaje. Yo tendré que decidir cuál será, pero seguramente será más de lo mismo.

Ya casi nadie suele prestar atención a los Voyagers. Siempre, tras cada viaje, vienen diciendo lo mismo. ¿Para qué molestarse entonces?

Yo aún creo que los Voyagers aún no han dado todo lo que podrían dar. Pero claro, según mi padre, es propio de la juventud.

Mi madre, en cambio, sabe cómo me siento. Ella se sintió igual a sus diecinueve años. Esperaba con ansia su reunión con los Ancianos y aún con más ansia su Primer Viaje.

- Nunca des nada por sentado, Lara -me dice siempre. - Nunca sabes dónde te pueden enviar.

- Pero yo quiero ver más, mamá -le suelo terminar diciendo.

- Lo sé, hija. Pero la Ley es la Ley.

Siempre suelo irme refunfuñando. La Ley no fue echa por un auténtico Voyager. No se le puede poner tantos límites. Si no, nos estaremos quedando estancados, como estamos haciendo ya. ¿Qué sentido tiene si no puedes aprender nada nuevo?

Jem está emocionado siempre. No deja de hablar de su Primer Viaje, de todo lo que ayudará a los otros cuando llegue, de cómo les leerá a los niños, etc. Yo le escucho y le animo todo lo que puedo, pero no quiero que el resumen de mi Primer Viaje sea: "ayudé a construir un puente entre dos ciudades y a leer a los niños de una aldea".

Yo quiero más, quiero aprender algo nuevo y traer ese conocimiento a mi pueblo.

La reunión con los Ancianos es en dos días y espero que elijan un buen destino para mí o al menos uno con el que mi madre pueda sentirse orgullosa de mí.



Voyagers (Viajeros I)Where stories live. Discover now