Capítulo 2: Los Ancianos

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El edificio de los Ancianos se erigía casi en el centro de la ciudad. No en vano era un pilar fundamental para nuestro pueblo.

Todo lo que fuera susceptible de debate, toda asamblea de elección (para los niños) o cualquier otro tema de vital importancia debía tratarse en la Reunión de Ancianos.

En las puertas de dicho edificio se exhibía el símbolo característico que nos definía: tres espirales unidas entre sí.

Simbolizaban la perfecta unión de cuerpo, mente y espíritu. Pero también, durante el aprendizaje que tuve que emprender para convertirme en Voyager se nos decía que representaba el Pasado, Presente y Futuro.

Sea como fuere, el símbolo regía cada documento oficial publicado por los Ancianos, aparecía por doquier en fachadas de edificios representativos o en veneradas esculturas. Para nosotros, era nuestra razón de ser.

De ahí que también nuestro pueblo reforzara cada uno de los aspectos del cuerpo, mente y espíritu en nuestras ocupaciones. Todo iba encaminado a una perfecta armonía entre las profesiones más físicas, como los Centinelas o los Healers, las profesiones donde la mente era la protagonista: los Whisperers y los que cultivaban nuestro espíritu, como los Voyagers.

Siempre estábamos habituados al símbolo, pero nunca había estado tan nerviosa como cuando lo vi esa mañana, tan imponente, en la puerta del edificio de los Ancianos.

Mi madre, a mi lado, me pasó el brazo por el hombro.

- ¡Vamos, Lara! Lo harás muy bien -dijo, sonriéndome.

Miré a mi madre y le sonreí a duras penas.

- Estoy nerviosa, mamá. No sé si me gustará la misión que me van a encomendar, ni si mi Primer Viaje será donde quiero...

- No tengas demasiadas esperanzas en tener como Primer Viaje el que deseas. Normalmente sueles elegir e ir viajando a donde vas queriendo conforme ganas experiencia, hija. Ten paciencia, Lara. Debes conservar tus sueños, pero no te aferres demasiado a ellos. Tienes que verlo con perspectiva.

Para ella, que ya había vivido varios Viajes. Pero yo tenía puestas muchas esperanzas en mi Primer Viaje. No podía remediarlo.

Dos guardias esperaban en las puertas. Mi madre y yo comunicamos nuestra cita con los Ancianos y los guardias nos abrieron las puertas.

Pasamos por varias antesalas y uno de los guardias dijo:

- La madre debe esperar aquí. A partir de ahora sólo pasarás tú -me dijo.

Miré a mi madre y ésta me guiñó un ojo.

- Suerte, cariño. Lo harás muy bien.

Atravesé la puerta, no sin incertidumbre, siguiendo al centinela de la puerta, que ahora ejercía de guía.

En pocos pasos llegaron a una especie de vestíbulo que daba a un inmenso arco de madera, cuyas puertas tenían grabadas las tres espirales tan características.

"El trisquelion" - pensé de inmediato, mirando el símbolo con detenimiento. Con tanto detenimiento que no vi al guardia pararse justo debajo del gran arco y la mirada de reprobación que me estaba dedicando.

- Debes esperar aquí - dijo malhumorado. Y desapareció tras las puertas.

Observé el vestíbulo. Era muy humilde: una simple mesa de madera oscura y vieja con dos sillas igualmente de madera oscura. El cabecero de las sillas tenían el símbolo igualmente grabado.

Una alfombra con el escudo de su pueblo yacía bajo la mesa y las sillas. Todo parecía demasiado viejo, pero aun así todo estaba muy limpio. Como si cada día alguien limpiara todo para que ni siquiera una minúscula mota de polvo pudiera ensuciar dichos símbolos.

Voyagers (Viajeros I)Where stories live. Discover now