Clase de arte

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Él odiaba cada una de las actividades extra curriculares a las que sus padres lo habían inscrito, no es que no comprendiera que sus viejos trabajaban mucho "porque ser jefe de policías y directora de el hogar infantil era una gran responsabilidad", pero es que a su edad ya sentía que aquello de mantenerlo fuera de casa para que no estuviera solo, salía sobrando. Dios, era un chico de dieciséis años al que sus padres aún mangoneaban y ni qué decir de su rebelde pequeño hermano.

Era miércoles por lo que sabía exactamente que después de su horario completo y habitual de clase tendría que ir a la academia del profesor Kamiruzu. El joven maestro había llegado recientemente de su país natal y había conseguido abrir ahí, aún como extranjero, una pequeña tienda de insumos para artistas y cómo no, su propia academia. Así fue que por recomendaciones de otros adultos, sus padres habían decidido mandarle a aprender un poco para "conectarlo con su lado más sensible", Itachi sabía que era pretexto y aún así no supo negarse.

Su secreto más profundo, el que Itachi no reconocería jamás, es que en realidad la única clase que no detesta a puntos insanos es la del profesor de arte, porque vamos, el sujeto que era guapo. Era el sujetó más bonito que había visto y aunque tenía un carácter explosivo, era agradable y diligente como profesor... además, ¿ya se había mencionado que era bonito?, pues bonito era poco, Itachi pensaba que aquel cabello rubio largo y aquel casi permanente peinado de media coleta pero que a veces variaba lo hacían ver increíble a conjunto con sus ojos de un azul clarísimo y sus rasgos finos. El profesor era lo más cercano que tenía a la vida adulta o por lo menos a sus fantasías.

Cuando llegó a la academia justo quedaba tiempo para tomar una mesa de trabajo, sus únicos dos compañeros habían tomado las mejores y él se tuvo que conformar con la restante. Dispuso sus instrumentos sobre la superficie blanca de la mesa y se dedicó a esperar al profesor que no demoró nada en llegar con la misma expresión ácida de siempre, aquel estilo le quedaba y a Itachi le gustó verlo con el pelo totalmente recogido en una coleta alta que afilaba sus facciones, llevaba también una sencilla camisa blanca de botones aunque por el pecho tenía sueltos tres botones aunque debido al diseño de la camisa casi siquiera se abría. Sin querer le sonrió y Deidara sonrió de vuelta quizá por reflejo pero aquello provocó que Itachi bajara la mirada y apoyara la barbilla sobre sus manos, negó un par de veces.

El profesor miró al resto del pequeño grupo y suspiró mientras tomaba el caballete y colocaba un lienzo de papel blanco sencillo, buscó una mina y frente a ellos comenzó a trazar líneas básicas para un cuerpo, la silueta de un sujeto realizando un paso; quería hablar de movimiento en esa clase.

—es importante aprender a capturar el movimiento en los dibujos, con gestos naturales. Tendrán que observar a sus compañeros para lograrlo u observarse a ustedes mismo, no importa pero algo tendrán qué hacer; ya hemos repasado el trazado del cuerpo antes.—Les dijo el profesor con aquella voz masculina y se sentó tras su escritorio para dibujar también aquel encargo, ya se acercarían sí tenían dudas.

Itachi tomó sus folios y su mina y tal como le había indicado Deidara, el profesor comenzó a trazar, aprovechando que frente a él un compañero daba un par de pasos para ayudar a sus compañeros y sacarse una foto; había digo conveniente tener aquello sin tener que pararse a hacer miguitas. En un principio su grafito se deslizó sobre los folios como mantequilla y pudo trazar casi con fluidez el torso de aquella chica a la que había comenzado a dibujar, sin embargo tras la cintura las piernas le quedaban poco naturales, los muslos parecían más robustos de lo que en aquella posición deberían y pese a estar al tanto de las proporciones adecuadas no lograba la naturalidad en sus trazos; aquello le ponía nervioso. Borrar y volver a dibujar le estaba volviendo loco y poco demoró en fruncir el ceño y apretar un poco más el lápiz delgado entre sus dedos un poco molesto, tomándose aquello un poco personal e inconscientemente aquello encendió en sus cerebro la necesidad de tener éxito.

Frente a él, el profesor lo miró por unos minutos, curioso pues aquel chico no era de los que expresara especial interés en su clase y sin embargo estaba ahí, incluso desde su posición podía saber que borraba y volvía a trazar. Era perseverante y por eso aunque no le llamó, se puso de pie y se colocó frente a su mesa y le tocó suavemente el hombro antes de colocarse a su lado para observar su dibujo. Itachi se quedó muy quieto, el aroma del profesor Kamiruzu era fresco y le llenó los pulmones inmediatamente, su cercanía lo tensaba un poco, la emoción de un chico bonito cerca suyo haciéndole sentir un poco avergonzado ante su cercanía.

Deidara observó los folios detenidamente y poco tardó en encontrar el error y señalarlo antes de tomar la goma de Itachi y borrar sus trazos errados.

—Tienes que imaginar que eres tú, que sea natural, no lo curves tanto.—Sugirió el rubio y se inclinó sobre la mesa para comenzar a dibujar. Incluso la manera en la que sostenía el lápiz le parecía atractiva a Itachi y sus ojos enseguida buscaron a dónde más mirar para no sentirse intimidado. Infructuosos; sus ojos le llevaron a su camisa abierta y a los botones abiertos que dejaban la piel expuesta y sí, los instintos le ganaron, las hormonas le llamaron un poco más e incluso se movió un poco para ver más de piel, emocionándose en silencio cuando logró ver sus pezones pequeños y rosa... su mente adolescente pensó en poner ahí su lengua.

Deidara lo notó, era adulto y sabía que lo miraba, podía sentir sus ojos y con todo el propósito le dejó ver más, dejó que conociera sus pezones, inclinándose un poquito más y de haber podido se habría reído pero no lo hizo, "si fueras un par de años mayor", pensó para sí y entonces cuando Itachi pudo casi imaginar su sabor, le sujetó delicadamente el rostro y se lo volvió hacia el folio.

—La vista ahí.—Susurró Deidara para que sus compañeros no se enterasen y aún así logró avergonzar al chico, quién enrojeció casi de pies a cabeza. No respondió nada pero estaba tan apenado que siquiera se atrevió a observar más a Deidara o al menos no de frente porque cuando el profesor volvió al escritorio, estudió su trasero con ojo clínico y se le antojó firme, casi imaginando la textura de la piel bajo sus manos.

Ah, como odiaba ser un adolescente estos días. Estaba seguro de que sí no estuviera avergonzado le apretaría los pantalones y aquello sería millones de veces peor que ser descubierto por tu profesor mirándole fijamente bajo la camisa, el hombre debía pensar que era un pervertido horrible y quizá ya no volvería a hablarle... odiaba eso, lo odiaba... ¿y si se lo contaba a sus padres en la próxima exposición?, ¿y si no lo dejaba volver?

Itachi se sentía que se agobiaba y sin embargo fue en ese momento que su dibujo tomó vida con sus trazos preocupados, su propio estilo plasmándose en los trazos suaves y duros del dibujo, enfrascándose en eso hasta el final de la clase.

—Itachi-san.—susurró junto a él al ver que no recogía sus cosas y es que se había acercado a él en silencio. Cuando el chico volteo y lo vio con expresión sorprendida, él frunció automáticamente el ceño y se fijó entonces en el folio sobre la mesa. Estaba parcialmente terminado pero se notaba que había comprendido la técnica, el dibujo era un poco duro pero era bueno pero no se lo dijo, tan solo le apretó el hombro derecho y lentamente le acarició después la nuca. —Ven cuando quieras y te ayudaré.—le dijo y le ayudó a juntar sus cosas.

Dios, aquel profesor era un sueño; ah. "Sí fuera mayor... si él estuviera más joven"

Clase de arte (ItaDei) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora