Pereza

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Sé que capítulo anterior las dejo un poco aturdidas por la rapidez con la cual terminaron las cosas (sí, según la historia fueron dos años, para ustedes fueron uno o dos capítulo). Y no espero redimirme, porque sé que me estarán puteando otra vez al terminar este capítulo. Así que, ¡Nos leemos al final!

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"—El saber y no hacer nada, es igual a no saber —escucharon de Erwin, una vez—. La vida es malditamente corta para privarse de sus placeres por tener miedo a arriesgarse."

¿Era realmente miedo lo que sentían?

Después de ese fin de semana en la casa de verano, las cosas entre Levi y Mikasa comenzaron a cambiar. La pasión se había esfumado y ellos no sabían qué hacer con lo que sentía.

Miedo, monotonía, aburrimiento.

¿Dónde había quedado su característica pasión?

Los silencios prolongados, el tomarse de las manos, hablar sobre su vida.

¿Qué otra prueba necesitaban?

No se habían esforzado, siquiera intentado, que las cosas volvieran a ser como antes. Dejaron que todo se apagara, aceptándolo como inevitable.

Y todo se desmoronó.

.

Levi había descubiertos otras marcas en el cuerpo de Mikasa, también la forma en que sus ojos volvían a brillar, ávidos de vida, de placer. Se dio cuenta que no tardó en volver sus encuentros más esporádicos. Y él siguió su ejemplo. Jamás preguntó por nombres ni razones; simplemente dejó que se alejara de él. Por alguna razón que desconocía, le dolía pensar que otras manos recorrían el cuerpo de ella, quizá era el orgullo de hombre herido.

Él intentó volver a sus encuentros con Hanji, pero la castaña se negó una sonrisa melancólica.

—Me casaré, Levi. —Acto seguido, le mostró la mano izquierda, donde el anillo yacía en el dedo anular—. Erwin me lo pidió hace unas semanas —contó.

Levi no salía de su estupor. Parpadeo un par de veces antes de abrazar, por impulso, a Zoe.

—Que sean felices —murmuró todavía desconcertado, para huir de aquella aula y de la situación.

Después de que sus encuentros con Mikasa se volvieran un tanto exclusivos, se enteró de que Erwin había invitado a salir a Hanji, nunca pensó que habían formalizado tanto su relación hasta ese momento. Un nudo se había instalado en la conciencia de Levi; ¿qué hacía que dos personas que disfrutaban perfectamente del sexo ocasional quisieran formalizar?

Negó con la cabeza varias veces, empujando el tema al fondo de su mente. Lo que menos necesitaba era pensar en relaciones y compromisos cuando tenía la indiferencia de Mikasa en puerta. Vio a la profesora Riko Brzenska entrar a uno de los salones vacíos, no dudo en ir tras de ella. Entró al aula, cerrando la puerta tras de sí, la mujer de melena platinada lo observaba a la expectativa; algunos minutos después la tenía sobre el escritorio, piernas abiertas y jadeante. Un extraño sentimiento se instaló en él, cuando cerró los ojos y se encontró imaginando a Mikasa. Supo que algo realmente estaba mal cuando se descargó en Riko bramando el nombre de su sobrina.

—Nunca imaginé a Levi Ackerman enamorado —se burló Riko, colocándose correctamente la ropa—. Y menos de su sobrina.

—Pura mierda —replicó. Se quedó pensativo. No, definitivamente lo que sentía ahora no era amor, era deseo apagado o mal satisfecho.

Pecados capitalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora