La noche estaba tranquila. Los alrededores del palacio siempre lo eran. El correr de las aguas en las fuentes, el cantar de los grillos ocultos entre las flores de los jardines, y las luciérnagas que revoloteaban en armonía desperdigadas por todo el lugar. Si no fuera por la explosión que hizo vibrar el suelos y las paredes, y silenció a los grillos y espantó a las luciérnagas, la luna -tan hermosa- habría sido la única que merecía la atención de esa noche.
El estrepitoso estruendo venía de dentro del palacio, y el humo comenzaba a brotar de la ventana -y el muro- que había reventado con la explosión. Ya se escuchaban las alarmas y los guardias estaban movilizados. Esprintaban siguiendo el recorrido de los pasillos, despejando salones. Todos estaban armados, incluso habían llamado a los tecnomantes asignados a la guardia del palacio, pues la explosión venía de la tesorería, uno de los lugares más importantes del palacio, pues contenía el dinero estipulado en el presupuesto estatal, así como dinero personal del gobernador.
Los guardias ladraban órdenes y los tecnomantes actuaban por cuenta propia. Pero, mientras los soldados eran presas de la confusión, en otra ala del palacio, figuras se movían haciendo uso del cáos y el sigilo. Dos hombres, aparentemente, ocultando su rostro con capuchas y capas, vistiendo de negro para camuflarse con las tinieblas de la noche, arrastraban consigo a alguien más, otro varón, que estaba completamente desnudo.
Avanzaban raudamente, proyectando sombras al pasar al lado de los ventanales que dejaban entrar la luz de la luna. No parecían estar armados, no esperaban problemas. Tenían confianza en el trabajo de sus compañeros, quienes detonaron la explosión. Ellos, naturalmente, si iban armados la última vez que los vieron.
---Deberíamos cubrir la dignidad de este hombre. Está muy expuesto de por sí.
--- Entonces córtate la capa y hazle un pañal. Y apúrate.
---¿Mi capa? Pero ha estado en mi familia durante generaciones. Esta seda ya no se consigue.
---Pues te callas. Y estate atento, ya deberían haber apagado el fuego. Cuanto más rápido lleguemos al hangar, más rápido nos iremos.
Habiendo llamado al silencio, los hombres continuaron su avance, eludiendo a los guardias que volvían a sus puestos, todavía confundidos por la explosión. Algunos decían que no había señal de intrusos, y que la causa de la explosión era desconocida. Aparentemente, el otro grupo, el armado, no había luchado con los guardias y los tecnomantes. Mejor que lo esperado.
El camino al hangar del palacio no presentó obstáculos. Atravesaron el comedor primero; vacío. Rodearon los barracones haciendo uso de las salas de mantenimiento, y la sala de seguridad principal estaba cerrada completamente. Tuvieron que cortar por el atrio, que los llevó hasta el control del hangar. Naturalmente, los operadores estaban atareados, coordinando las patrullas nocturnas de emergencia, así como las naves bomberos. Cruzar el hangar era arriesgado, si, pero era mejor que la entrada frontal, que para entonces ya habría triplicado el número de guardias en turno.
Las puertas el hangar, grandes y metálicas, estaban abiertas de par en par. Dentro era un caos de pilotos e ingenieros que discutían y alistaban las aeronaves. Pero los encapuchados tenían otra carta para jugar esta partida arreglada de antemano. El que cargaba al hombre desnudo sacó de entre sus ropas un dispositivo cilíndrico con un botón resplandeciente. Al pulsarlo,otro estruendo sacudió el palacio. Y las luces se apagaron. Una carga explosiva, colocada específicamente en la recámara del gobernador seguido por un pulso electromagnético que dejó inútiles las luces y aparatos de todo el palacio. Ahora, la única fuente de luz era la luna que entraba por la gran boca del hangar.
Los encapuchados avanzaron despreocupados, evitando pasar por el centro del hangar y teniendo mucho cuidado al tratar de sortear obstáculos y personas confusas y presas del nuevo caos. Las aeronaves no podían despegar, y los pilotos no sabían que estaban pasando.
Dejaron atrás el hangar, saliendo por la boca, con prisa. El final del hangar también era el inicio del río que corría detrás del palacio y que daba, más lejos, daba al océano. La ruta de escape que habían planeado. Y, como había sido planeado, en la distancia se veía un bote de remos, flotando en el rio iluminado por la luna. Los encapuchados se metieron en el agua, procurando no hacer ruido y esperando que el agua fría no despertara a su acompañante. Al cabo de un rato nadando, llegaron al bote y fueron asistidos por el segundo grupo, el armado, que constaba de tres personas, y ahora ninguna de ellas estaba armada.
Dos ayudaron a los encapuchados y a su acompañante a subir al bote, el otro estaba al volante.
---¿Cómo ha ido todo? - Preguntó uno de los Armados.
---Los guardias estaban atontados por la explosión,dejaron toda el ala oeste desprotegida. No fue difícil llegar hasta él. Y tampoco lo fue extraerlo. - Dijo uno de los encapuchados, refiriéndose a su acompañante.- ¿Ustedes?
---Sin contratiempos. Logramos evadir a los guardias. No nos cruzamos con ni un solo tecnomante. - El Armado se sentó luego de que todos estuvieran a bordo. Observó al hombre desnudo. Estaba empapado y su piel era oscura, aún a la luz de la luna. -¿Por qué está desnudo?
---Dantri no quiso usar su capa familiar para hacer un pañal y cubrir el honor de nuestro invitado.-
Uno de los encapuchados se llevó la mano al pecho empapado, fingiendo indignación.
---¿Ahora yo soy el villano? -Dantri rió- No fastidies, Goro. Ahora, dame un remo y tu también ponte a trabajar. Cuanto antes lleguemos a puerto, mejor. -
Goro,obedeciendo la orden de Dantri, dijo:
---Este fulano era un feto crecido dentro de un tanque lleno de líquido biológico. ¿Por qué es tan importante? No será el hijo del gobernador con alguna enfermedad incurable, ¿verdad?
---Eso no nos ayudaría en nada. La Cámara de Tecnomancia tiene mucho interés en este tipo. Creo que es una especie de prodigio.
---Nos envían al extranjero a realizar una operación muy costosa y ni siquiera nos dan la información completa. - Se quejó otro de los armados.
---Es el pan de cada día, Travio, ya te acostumbrarás. Y si no, te conformarás con la paga. Y el dinero de la operación no es cosa nuestra, si no de los superiores. ¿Cómo sabes que es costosa?
--- Bueno, los disf- los trajes de los diplomáticos, artesanales y exquisitamente confeccionados, las tasas impositivas y aduaneras del puerto y la tripulación del mercante, y el propio mercante,y también los explosivos y -
---Basta, Travio, entendimos. - Lo interrumpió Dantri. -Ahora, todos a remar. No queremos estar cerca del palacio cuando salga el sol. Es más, debemos llegar al barco antes del alba.
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Los Tecnomantes
Fiksi Ilmiah«La Tierra», hace mucho que no usamos ese nombre para hablar de nuestro planeta. Han pasado tantos siglos y el mundo ha sufrido incontables cambios que ya no es la misma madre de antes. Este es un relato de un futuro distante. Un futuro tan distinto...