Las cosas se estaban saliendo de control. Llevaba años luchando con ésta gama desconocida de emociones que no podía ni quería nombrar porque hacerlo era aceptarlo. ¡Y no, ni de coña lo haría! Había gastado tanto tiempo y esfuerzo como para permitir que éste se fuera a la basura pero ¡joder! Era difícil seguir siendo despectivo y abusivo cuando sentía cada parte de su cuerpo (unas más que otras) siendo atraídas por él. Cerró los ojos y respiró hondo. Lo miró con fastidio e intentó seguir su camino pero...
—Kacchan...
Y ahí estaba esa voz que lograba que su caótico mundo se pusiera aún más de cabeza. Quería seguir de largo y avanzar pero sus estúpidas piernas se detuvieron, lo mantuvieron clavado en su lugar. ¡Las muy malditas se atrevían a contradecirlo! Y todo por él. ¡Siempre por él! No importaba la infinidad de veces que intentara correr fuera de su alcance, irremediablemente terminaba gravitando de vuelta a él.
Cuando eran niños, para Bakugo era normal verlo a su lado. Después de todo eran amigos. O lo más cercano a eso pero, con el paso del tiempo y después de la aparición de su particularidad, la relación se volvió más disfuncional de lo que ya era. La aparición de su quirk dio paso a una vorágine de emociones dentro de él con relación a Midoriya. Antes de volverse tan "genial" como los otros siempre decían, él (ese pequeño y a veces molesto pecoso) ya lo veía como algo especial. Por ello, cuando apareció su poder no espero otra cosa más que admiración y devoción. Sin embargo, entre alguno de esos años que comprendió su niñez, algo cambio profundamente entre los dos.
El rubio no pudo explicar, hasta hace un par de años, porque su corazón latía con fuerza en su pecho cuando sus orbes carmesí se cruzaban con las esmeraldas del contrario. En sus años de infancia pensó que era debido a la admiración pura y desinteresada que él le prodigaba pero, con el paso del tiempo se dio cuenta de que no era eso. ¡Y lo odio! ¡Lo despreció por despertar esa clase de sentimientos en él! Al percatarse de que su mano cosquilleaba de manera molesta cuando surgía en él la urgencia de tocarlo, lo único que pudo hacer fue golpearlo.
El primer golpe fue una revelación. Sintió un enfermizo placer al ver la piel adquiriendo lentamente un tono morado. Fue como una señal de que, sin necesidad de ser cariñoso, él podía marcarlo. ¡Por que Izuku era suyo aunque el mundo no lo entendiera! Porque esa fue la única solución que su infantil mente encontró ante la evidente diferencia entre los dos. El mundo había apartado a Midoriya por no tener particularidad y, a pesar de saber que él debía hacer lo mismo, una parte de él se negó. No podía dejarlo porque una pequeña parte suya moría cada que estaba lejos pero, al mismo tiempo, tampoco podía tenerlo cerca. Y ese hecho acrecentó su odio por el mundo, por Midoriya y por el mismo. Y a causa de todo esto una tarde decidió darle un sobrenombre a Midoriya. Porque nombrarlo era otra forma de marcarlo, de hacerle saber al mundo que una parte (aunque fuese muy pequeña) le pertenecía.
Deku.
Ese fue el sobrenombre que le puso. Significaba inútil y hacia referencia a más cosas de las que el pequeño pecoso veía y de las que el rubio estaba dispuesto a aceptar. Porque nombrarlo de esa manera era una forma de aliviar su frustración ante ese sentimiento que no dejaba de crecer y que era tan peligroso como su peculiaridad. Porque en cualquier momento lo haría explotar. Y lo convertiría en un volcán en erupción que destruiría todo a su paso. Que los arrastraría a ambos.
—¿Qué quieres, Deku bastardo? —Inquirió hastiado. Lo único que deseaba era irse y dejar de verlo, dejar de sentir que en cualquier momento explotaría.
—Q-quería disculparme... pero... —guardo silencio y movió con timidez sus dedos.
Bakugo lo miró un momento, sintiéndose momentáneamente perdido. Cerró los ojos y apretó con fuerza los puños. No quería ceder. Respiró hondo. Se sentía mal. La situación ya lo estaba superando. Tenía que irse y alejarse de él.
—¡Habla de una maldita vez! —Gritó desesperado, tratando de asustarlo.
—Yo... yo nunca te mentí... yo... de verdad... mi peculiaridad... —los balbuceos del pequeño pecoso lo estaban fastidiando más. Estaba llegando a su límite.
—¡No me interesa! —Exclamó y se dio la vuelta dispuesto a irse.
No anduvo dos pasos lejos del lugar cuando una mano pequeña, cálida y estúpidamente familiar lo tomó del brazo. Al sentir su calor gruñó. El tacto de Deku lo estaba quemando. Sin que pudiera evitarlo sus manos comenzaron a chisporrotear.
—A mí sí. Necesitamos hablar. —Se encontró con sus brillantes ojos y sintió a su corazón fallar. Por un par de segundos enlazaron miradas. Percibió que poco a poco sus mejillas iban coloreándose de carmín.
¿Por qué este bastardo tiene que verse tan bien? ¿... Tan apetecible?
Gruñó con rabia y sacudió con fuerza su mano.
—¡Muérete! —Escupió con furia la palabra e intentó alejarse una vez más. Pero, nuevamente y como lo haría un imán, Izuku se movió cuando él lo hizo.
¿Por qué no aprendes a rendirte? ¡Idiota, ten un poco de sentido de supervivencia!
—Ya no puedo seguir así... Kacchan yo ya no...
Ni siquiera lo pensó, su cuerpo reaccionó antes de que las palabras hicieran click en su cerebro. Colocó su palma sobre la boca de Midoriya. ¿Por qué esa patética excusa sonaba como un inminente abandono? ¿Por qué la simple posibilidad de que se eliminara esa venenosa relación (si es que podía llamarle así) lo asustaba tanto?
Por qué el ya no me vería...
¡Joder, no! ¡Ni de coña permitiría eso!
Sintió un dolor desgarrador en el pecho. El aire le faltó. ¿Qué demonios era esa estúpida sensación? Miró con furia apenas contenida al ahora asustado pecoso.
¡Te odio!
Quiso gritarle. No lo hizo. Quiso alejarse. No pudo. Llegados a este punto sólo había una cosa que pudiera hacer.
—Si tanta es la maldita urgencia que tienes por hablar, vayamos a mi casa. —Ordenó el rubio.
—Pero...
—Ésta es la única oportunidad que te daré. Tomala o dejala. —Murmuró y se alejó.
Rogó por que Izuku no lo siguiera. Pasó un segundo en el que su corazón trastabilló en medio de una extraña emoción cuando Deku no lo siguió enseguida. ¿Estaba decepcionado o aliviado? Su dilema emocional no duró lo suficiente para que pudiera detenerse a pensar pues Midoriya caminó detrás de él.
Y mientras se alejaban del instituto supo que estaba endemoniadamente perdido.
¡Después no llores, Deku!
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Deseo atroz [KatsuDeku] [BNHA]
FanfictionHabía una venenosa relación entre Midoriya y Bakugo. Desde niños siempre había sido así pero, con el paso del tiempo, esa violencia se convirtió en la fachada para ocultar el explosivo, crudo y atroz deseo. Éste iba serpenteando debajo de su piel...