Breeana's POV
10:33 pm, Los Ángeles, California
"-¿No vas a comer nada, Breeana?", preguntó mi mejor amiga Victoria por encima de la música."-No gracias", dije elevando la voz los más que podía, "comí en mi casa." La castaña solo subió y bajó los hombros con indiferencia y siguió bailando al ritmo de Uptown Funk.
Me encantaba verla feliz. Era su cumpleaños número 16. Sus papás habían organizado para ella una gran reunión con varios de nuestros compañeros de la escuela. El salón del evento era grande, lleno de luz y sonido. Los perfumes y lociones se mezclaban en el aire, y se alcanzaban a escuchar toda clase de gritos -disque cantos-, pláticas, música a todo volumen, y el zapateo de los tacones.
Mientras todos se divertían, platicaban con alguien, bailaban, o comían algo, yo me encontraba sentada en una de las mesas con mi celular en las manos, navegando por mi feed de Instagram. Tenía hambre. Lo acepto. Pero no podía permitirme comer.
Alcancé a ver a mi mejor amiga mostrando sus mejores pasos de baile en la pista, cuando sus ojos se cruzaron con los míos. Conocía esa mirada, estaba feliz, pero se sentía culpable de dejarme en la mesa. Siempre le he dicho que no me gusta bailar, que no se preocupe por mí, que estaré bien. Te preguntarás, entonces, si no bailas, ¿a qué vas a las fiestas? Solo por verla feliz. Esa niña es mi vida, y haría todo por que tuviera lo mejor.
Victoria es una de esas niñas a las que todo el mundo quiere, una chica popular que no se cree el centro del universo. Nuestro mejor amigo, Andrew, es un tipo que cualquier persona quiere tener como amigo. De esas personas que por la mínima cosa que haga te hacen reír. Y después estoy yo, Breeana Aplin, la chica más típica del universo. Una wallflower en la escuela. Sé de todos, aunque yo tan solo sea conocida como laamigadelahermosaVictoriayelperfectoAndrew.
"-¿Qué? ¿No piensas pararte de esta mesa en toda la noche?"
"-Bien sabes que no bailo, Isabelle."Isabelle es nada más y nada menos que mi hermanastra. Ella es la persona más molesta del universo. Una de ésas que te dan ganan de aventarle un zapato en la cara para que se calle.
La manera en que nuestras vidas se cruzaron no fue para nada grato. Verás, la madre biológica de Isabelle murió al tener ella meses de nacida. Tuvo una enfermedad extraña que la fue debilitando poco a poco hasta que murió. Vivió ella sola con su padre durante 10 años, hasta que él conoció a mi madre.
Hace 4 veranos atrás, yo tenía una vida feliz, vivía con mis padres en una linda casa en Arizona. Mis padres, con 14 años de casados en ése tiempo, comenzaron a tener pequeñas pero recurrentes disputas gracias a la forma en la que mi padre bebía. Digo, no se puede considerar a mi padre un alcohólico, pero si podemos decir que bebía una cantidad considerable. Conforme los meses pasaban, el problema iba agravándose y las peleas se hacían más fuertes. Mi madre, cansada de la situación, decide un día empacar nuestras cosas e irnos hacia California, a casa de mi tía Lauren.
Mi padre, al darse cuenta de nuestra ausencia, movió al estado entero de Arizona para encontrarnos, cosa que no sirvió de nada, ya que había sido nuestra decisión. Bueno, de mi madre más bien. En ese tiempo, yo estaba a punto de cumplir los 12 años de edad, pese a eso, yo entendía completamente la situación de mis padres. Entendía el gran daño que mi papá estaba causando.
Por más que insistió, a mi padre no le quedó más remedio que firmar el divorcio. Mi custodia fue concedida a mi madre, con la cláusula de que mi padre podría ir a verme cuando quisiese, pero llevarme con él sólo durante las vacaciones. La verdad es que solo lo he visto 4 veces después de que el divorcio fue firmado. Y para ser honestos, me duele, mucho.
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