Capítulo I "Su voz y su guitarra"

2 0 0
                                    

Mucho tiempo ha pasado desde que conocí las sombras, mis propias sombras. En las noches, mientras miro las estrellas por la ventana que queda al lado de mi cama, suelo recordar los viejos tiempos, cuando todo estaba mejor en mi vida. Supongo que todo siempre cambia. Un día estás allá y luego, puedes estar aquí a mi lado o con el hombre que vive al lado de tu casa. No importa si lo quieres o no, la vida nunca te pregunta qué es lo que deseas, simplemente te lo da.

Muchas veces me pregunto qué es lo que me pasa, algo tiene que andar mal conmigo. Estoy seguro de que no soy normal, nunca lo he sido y no pretendo empezar ahora. No cuestiono lo que la vida me ha dado, no cuestiono lo que yo mismo me he dado, pero en muchas ocasiones es difícil comprender por qué me pasa lo que me pasa y porque hago lo que hago. La mayoría del tiempo, sólo me limito a pensar. No tiene sentido hablar cuando nadie está ahí para escucharte.

Nací tonto y tonto me voy a quedar por todo lo que me resta de vida. Pocos han sabido explorar en mi interior, y aunque ya ninguno está a mi lado, les agradezco por haber sacado lo mejor de mí. Si es que algo tengo, es el placer de saber que siempre he sido lo qué he sido porque lo he querido ser. No tendría derecho a de decir que no me importa lo que piensen y digan los demás, porque para poner un momento de honestidad, si me importa y mucho.

Hace tiempo, cuando aún quedaba un poco de cordura en mi interior, conocí a una chica. No tenía mucho más para ofrecerme que su voz y su guitarra. Si no estaba loca cuando la conocí, debo decir que enloqueció a mi lado.

Recuerdo bien la tarde de septiembre lluviosa, en la que me senté a su lado en ese autobús vacío. No sé porque lo hice, pero lo volvería hacer un millón de veces. Ella se encargó de destruir cada mentira que yo consideraba cierta, ella me hizo ver el mundo de una forma distinta, me hizo ver la realidad oscura que me rodeaba. Cada vez que abría la boca, me hacía sentir una emoción diferente. Ella se convirtió en mi adicción más grande.

No te enamores me decía. Tenía cabello negro, y ojos azules. Podía quedarme mirando sus ojos por toda la eternidad, era como tener un océano en miniatura frente a ti. Solía escribir canciones sobre las cosas más estúpidas, pero de alguna manera, las hacía sonar reales. “Las escribo con el corazón y no con las cabeza” me dijo una vez.

Difícil sería para mí explicar lo que me hacía sentir con cada beso, con cada palabra, con cada acorde de su guitarra. En cierto modo, sé que nos hicimos daño, muchas cosas pasaron, y poco a poco la magia se fue desvaneciendo. Empezó a llover, afuera y en mi interior.

¡Estoy Alucinado!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora