Capítulo III

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   Ya había pasado un rato, era dificil poner resistencia a la magnitud de indigencias que tenia Abigail. Me vestia en mi pequeño y sencillo cuarto de la tienda, donde solo estaba unas cuantas de mis pertenencias; una cama pequeña, un tocador, un ventanal pequeño, un armario de madera viejo y malgastado, un sillón color rosa y unas cortinas floreadas en las ventanas. Me había vestido simple, como soy, unos jeans, una camiseta de vaquero, un brillo de labios color rosado champa y unas botas de vaqueros que iba según el tiempo, la hora y pues claro, con la camiseta de vaqueros también. Me solte el pelo y salir de el cuarto escondido tras unas cortinas.

    Cuando salí, no me lo creía, había un joven con unos libros en las manos. No era la gran maravilla la tienda no estaba cerrada, pero era interesante ver a tremendo personaje juvenil en una tienda de la edad caníbal o mas aún prehistórica. En Mounts Whited donde solo había un minimo de habitantes, quienes eran mayoria vejestorios y algunos pocos jóvenes que habitaban en este pueblo. La mayoria de las tiendas se habia actualizado al siglo 21, algunas lencerias para las viejas desesperadas y otras de video juegos, pero no había nada como la tienda de "chismes y libros caducados por dicho contenido que desconozco" como a la que había entrado el joven.

    Parecia un personaje de cuento o mas bien de película de ficcion, era alto, de algunos 17 o 18 años de edad, con la tez mas clara que la mia, blanca como la nieve, pelo negro como el mío, riso, desgreñado y corto, ojos grandes y de color verde hoja brillante. Se vestia algo reservado y aburrido para su edad, unos jeans oscuros, una camiseta con capucha gris, unos lentes horribles y unos tenis negros, algo que le hacía ver aburrido y antisocial.

Entonces en el instante en el que le iba a atenderle, salio Abigail de su cuarto con sus rolillos de pelo puestos, una bata llena de brillantina y una mascarilla horrible, parecia personaje de comerciales de ayuda psiquiátrica contra las suegras, esos anuncios que te enseñaban el lado horripilante que era tener a tu suegra viviendo contigo. Bueno, en ese instante solo me estremesi al momento en el que vi que se le acercaba al pobre joven que no tenia la culpa de estar presente en el camino de tremenda calamidad. Entonces me dije así misma que en que  estaba pensando  Abigail al salir con tremenda vestimenta, lo único por lo que oraba era para que el joven no tubiese episodios del trauma y la ayuda psiquiátrica sirviera de algo.

-¡¡¡Francis!!!- decía Abigail acercando se al muchacho con sonrisa en sus labios.

- ¡Abi! ¿Como estáis?- le preguntó el a ella y yo, ahí, parada sin una mínima pista de lo que pasaba.

-Disculpen. Dije yo entrometiendome en el medio.

-¡oh! Querida, el es Francis Cross, un viejo amigo mío. Me dijo, no le creo, ¿viejo amigo? ¡podria ser su nieto!

- si, un placer, soy Lidia Rosset, mi madre era una vieja conosida de Abigail. Dije directa y formal, no tenia intención de entablar una conversación, mucho menos de simpatisarle. Luego me miro con sus grandes ojos verdes fijamente.-¡¿q-que?!- pregunte algo nerviosa por ser intimidada por sus hermosos ojos.

- nada, solo me pareciste muy cortanten al presentarte- me dijo muy incrédulo el chico, obvio que no quería ser agradable ni mucho menos simpatidsarle a un desconocido que es amigo de la lunatica de Abigail.

-Bueno por lo menos me presente yo misma, y no espere que me presentarán, como otros. Le dije en tono burlón, luego el simplemente me ignoro. ¿¡ah!? Ahora si que le mato. -¡oye! ¿Podrías siquiera escuchar cuando se te esta hablando?- luego simplemente se volteo y chasqueo rapidamente como si fuese yo una molestia, y ahí si que oí romperse mis frágiles cuerdas de sensatez y armonía. - ¡mira tú.....!- le dije fijandole los ojos y el, nada, ahora si que me enojo-¡¡¡¡¡ como demonios te atreves a ignorarme pequeño niñato!!!!! Es que tu madre no te enseñó la leyes básicas de las edades, respeta a tus mayores. Le dije orgullosa de hacerme respetar.

- oh claro, mi madre dijo que respetara A las señoras viejas. ¡¡¡V-vieja!!! Ahora si que lo mato

-Infante del demonio, sabes cuantas mujeres desearian ser yo!!! Mejor sera que te calles la boca. ah no ser que no quieras que esta vieja que es deseada por muchos te ayude con tu problemita y te quite la virginidad que nadie te a querido quitar!!!!- le dije exaltada, creo que me pase y el se enojo y empezamos

- Virginidad?? Ya quisieras, no soy como cierta solterona que anda de pedofida queriendo quitarle la virginidad a los jóvenes, y mira que yo si que no soy virgen, perdí "eso" con mi profesor de mates en 2 de secundaria- dijo muy orgulloso. Si, si, si, con su profesor de mates hay que envidia.... Espera ¡¿¡¿¡¿¡profesor!?!?!?! ¡¡¡¡Osea un hombre!!!!- me quede estupefacta con eso y de repente Abigail me mira con cara de " te sorprendió, eh"

- si, a el le gustan los hombres también- dijo ella era muy tranquila y de repente, nos empujo a mi y a Francia a fuera de la tienda- No estoy para que me estropeen mi hora de belleza, largense los dos para afuera. Lo siento querido Francis, se que viniste a pedirme consejos para ti y tu pareja, pero se me olvido informarte de Lidia y viceversa, con ella. Aunque...- agregó del otro lado de la puerta- puedes ir a beber con ella ya disco y pasarla bien un rato, porque por lo que veo, ustedes se llevan bien.- dijo Abigail en carcajadas- No olvides que el alcohol es otro método de aliviar los dolores, ademas de contarmelos a mi.- luego se oyó sus pasos alejandose de la puerta, mientras seguía yo estupefacta al lado de el.

    La noche seguía fría y nuestra conversación en puntos suspencivos. Él no decía nada y yo me mantuve callada. Los dos en frente de la puerta y en medio de la calle fría y desolada.

El Amar y el Ser JustoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora