Con la luz encendida se queda inmóvil intentando entender qué ha pasado. El corazón empieza a latirle rápido en el pecho. Ahora ya lo siente, sabe que hay algo detrás de ella. Despacio, muy despacio, va girando la cabeza y después el cuerpo. A medida que va girando ve el mueble de juguetes que está bajo el marco de la ventana, ve la cama que está a su lado, el rincón de la habitación donde se encuentra la cama colocada, las pegatinas que adornan la pared. Llegado ese punto, por el rabillo del ojo izquierdo comienza a ver lo que hay allí, es enorme y emite una luz arcillosa y tenue, es como un enorme sarcófago egipcio puesto de pie. Pero no es un sarcófago. La niña termina de girarse por completo y se queda sentada en el suelo mirando aquello. No es un sarcófago. Tiene esa forma, pero es translúcido, ella puede ver muy difuminada la pared que hay detrás. La luz arcillosa y tenue palpita con una cadencia lenta. No hace ningún tipo de ruido. Está tan asustada que se le ha olvidado gritar y se ha hecho pis encima.