Se aproxima el tren

EL GRITO DEL MES DE ABRIL

Era y sigo siendo incapaz de describir la sensación causada por aquel león llegado en primavera, el animal que lanzó un rugido dejando a todas las personas con las manos tapándose los oídos y dibujando una sonrisa en sus rostros. Aunque en un primer momento el sonido considerado <<El grito de Dios>> hubiera resonado fuertemente en los oídos de todos los presentes, no pasó mucho hasta que el suceso se olvidó y absolutamente todos dejaron de hablar de tal maravilla; por mucho que hubieran sido capaces de comprender de qué manera el león y su rugido les hicieron sentir, ese sentimiento se desvaneció en un dos por tres, siendo llevado por el viento. Yo, aún sin haber comprendido el escalofrío recorriendo mi cuerpo una vez escuché el rugido, lo recordé para siempre y me quedé con la duda de qué tipo de sensaciones el rugido me había despertado.

Pensé y pensé en hallar una solución a mis dudas, pero decidí olvidar al animal que a muchos les había interesado en un principio y al final se convirtió en nada, pero por mucho que traté de olvidarlo, me pasó lo mismo que al intentar comprenderlo: no tenía la habilidad necesaria para hacerlo.

En cada momento recordaba la melena del león moverse con el viento y aterrizando en ella pétalos de flores de los árboles; no se salía de mi cabeza cómo dio un paso al frente y abrió la boca para rugir, viéndose inseguro apenas apareció, pero después de haber lanzado su grito, se vio perfectamente como el gran rey de la primavera. Tantas veces lo había recordado que en mí nació la desesperación por crear algo más maravilloso que el rugido; mis ansias se volvían cada vez más fuertes y ya era en mí una necesidad dar un paso como el león y posarme delante de todo el mundo, rugiendo más fuerte de lo que él lo hizo.

Quedó guardada en mí, la inexplicable sensación dejada por el rugido del león y si eligiera las palabras necesarias para describirla, diría que me llena de motivación.

Atentamente: Shogi