#101 Dálmatas AU

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Corría el año de 1961, cuando todo sucedió. Una hermosa mañana de invierno, el sol se había decidido a esconder entre las nubes, y como de costumbre, algunas pocas gotas de lluvia se colaban hasta el suelo de las antiguas calles de Londres.

Las pocas personas que pasaban por la calle para dirigirse al parque, llevaban gruesos abrigos y sombrillas. Algunos de los presentes acompañados de sus perros, igualmente elegantes y similares a sus dueños. Las grandes estructuras de ladrillos le daban un toque hogareño a todo el lugar, y el cielo gris te acobijaba como cada preciosa mañana de esas tierras.

A lo lejos, una pequeña casa, llena de goteras y mucha calidez. Construida de ladrillos sólidos, y con un par de flores apenas crecientes en la parte delantera de esta, le daban un efecto moderno al lugar. La puerta en un tono negro hacía juego con la ventana en un color contrario: blanco. Esta ultima, se encontraba abierta, y con las cortinas vintage despejadas, permitiendo así, poder ver el interior de la casa. O mejor dicho, una hermosa vista de la lluvia desde dentro de aquel domicilio.

El lugar, un poco desordenado, como de costumbre era caliente y llevaba un ambiente agradable. Desde la ventana, un perro con la piel salpicada en manchas, se encontraba sentando cabeza, y gozando de la lluvia.

Olía precioso: el olor de la lluvia era el favorito de aquel travieso canino.

Chimuelo bostezó y se levantó del sillón en donde se encontraba. Algo que aquél joven perro adoraba, no solo era el techo que tenía en aquella vieja casa, era su querida compañera de juegos: Tormenta, quien había estado presente en su vida, desde que eran apenas unos pequeños cachorros. Ambos caninos se acurrucaron juntos en la chimenea, y gozaron del, -ahora intenso-, sonido de la lluvia, que había pasado de ser una simple llovizna a una fuerte tormenta.

El relajante sonido de las gotas cayendo por la ventana se juntaban a las tenues notas musicales que provenían de la sala. A lo lejos, un joven castaño, con la piel canela y bañado en pecas, tocaba tranquilamente el piano, y movía las manos de manera tan relajada que parecía que en vez de tocarlo, volaba sobre las notas del hermoso piano de cola que tenía al frente. Las notas sonaban tan rápido y de manera tan melodiosa, que la canción romántica que estaba componiendo, endulzaba tus oídos.

Los dedos del muchacho, bailaron por las notas, al compás de la canción, y con cada movimiento que hacia, la tonada se alegraba más y más. Hasta volverse tan rápida y fugaz como un rayo. Sin duda, se notaba a kilómetros que aquel hombre amaba su trabajo; incluso podría decirse que estaba enamorado: y como no estarlo si la música era simplemente la mejor amante de todas.

Aquel castaño siguió tocando y con los ojos cerrados, movió delicadamente su cuello y se dejó llevar por la música. Su nariz manchada, al igual que sus mejillas, por las pecas, le daban una tez simplemente hermosa. Moviéndose como un pequeño pedazo de trigo siendo estirado por el viento, el perteneciente al nombre de: Roger se dejó nuevamente llevar, y como si de olas de viento se tratase, respiró hondo.

Parando lentamente el movimiento de sus manos, volvió la tonada algo más calmado. El tacto que el joven le tenía al piano era tan suave y delicado, como si fuera a acariciar a una muñeca de porcelana, tan antigua y valiosa, que el mas sutil tacto la quebraría.

Hiccup realmente amaba ese instrumento.

Finalmente la tonada terminó, y el muchacho abrió los ojos. Dos hermosas esmeraldas se hicieron presentes tras los parpados de aquel castaño, y un pequeño brillo que recorrió su fugaz mirada traviesa apareció apenas miró sus manos.

Una gran sonrisa se extendió por sus labios, y mostrando sus blancos dientes perfectos, miró a su derecha dónde sus mejores amigos se encontraban junto a la chimenea disfrutando de su música.

DISNEY'S HIJACK AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora