Justin hacía rebotar el bolígrafo que tenía en sus manos sobre el escritorio. Gracias a Dios, Katherine no estaba allí. Hacía exactamente tres meses que su prometida estaba en Roma haciendo todo tipo de preparativos para la boda. Esa pequeña escapada, le sirvió para conocer a Anne.
Anne…
Tenía frente a él un papel de color blanco y al lado un pequeño sobre de color rojo. Su amigo estaba sentado frente a él. Tenía su pierna derecha cruzada quedando su tobillo sobre su rodilla izquierda. Suspiró pesado una vez más, tenía la vista perdida en algún lugar de la habitación.
Justin abandonó su silla, se levantó y apoyo sus manos en el marco de la ventana.
Estaba nevando en Inglaterra. No esperaban la nieve sino hasta dentro de una semana.
Se volteó y volvió su mirada al papel. La hoja seguía en blanco. Tenía muchas cosas para decirle. Había pensado discursos hasta de cinco minutos. Pero en el momento en que tomo el bolígrafo, su cerebro entro en crisis y había auto–formateado. Genial.
Ryan salió del coma y miró hacía el reloj. Comenzó a mover su pierna izquierda. Tal cual Oops! cuando estaba nervioso ¡Oops! para no estarlo!
– Justin, voy a pegarte en la nuca con ese ridículo lobo de cerámica, si ese cerebro bueno–para–nada que tienes, no genera ninguna idea. –le dijo luego de veinte minutos de silencio.
Justin tomó de nuevo su lugar y volvió a sujetar el bolígrafo. Lo golpeó dos veces. Tomó la hoja y garabateó un par de palabras. La giró de manera que Ryan pudiera leer. Este suspiró luego de leer y soltó una pequeña risa.