Parte 6

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Anne no veía la hora de que el avión aterrizara. Estaba hecha un manojo de nervios. Lizz estaba comenzando a arrepentirse de su decisión de acompañar a su mejor amiga. Ir con ella a una boda, donde el mejor amigo del novio estaba, no era una gran idea. No podía ver a Ryan, Dios no, pero lo deseaba más que a nada.

El capitán anunció que aterrizarían en unos minutos.

* * *

– ¿Cómo me veo? –Justin giró dándole la espalda al gran espejo que cuerpo entero. Ryan lo miró y soltó una carcajada– ¿Qué?

– Deja de hacer poses –volteó los ojos y volvió la vista al espejo para terminar de acomodarse la pequeña flor que tenía el en bolsillo. Lucía un costoso esmoquin italiano, él no lo había elegido, claro que no. Fue Katherine.

– ¿Crees que…

– Ya cállate Justin. Hiciste esa jodida pregunta todo el día. Ya sabes la respuesta.

– En realidad no. –Ryan le hizo un ademan con la mano antes de tomar su copa de champagne y salir del cuarto.

La fiesta luego de la ceremonia, se hacía en una de las tantas propiedades de la familia Woodgate. Era un hermoso lugar. Tenía incontables pasillos y habitaciones. Había estado en el salón husmeando y pudo apreciar lo espacioso que era. Todas las mesas perfectamente acomodadas con sus correspondientes centros de mesa.

La nariz aun le dolía. Cometió el error de querer ver a Katherine antes de la ceremonia. Inconscientemente, entro sin tocar a la habitación, y cuando una de sus damas de honor lo vio, le dio un portazo justo en la cara. Genial.

Bajo por una gran escalera que lo conducía a la entrada. Vio a Ryan rodeado por un grupo de jóvenes que reían seguramente de sus chistes sin gracia.

Diviso a sus padres, sus hermanos y algunos amigos. Estaba seguro de que el veinte por ciento de los invitados eran conocidos suyos. Ya sabemos de quien es el otro ochenta.

Miraba el reloj y parecía que solo habían pasado cinco minutos desde que lo ojeó. El tiempo era eterno y no veía la hora de que llagara. Si es que lo iba a hacer…

* * *

– Este es posiblemente el vestido más horrendo que vi en mi vida.

– Deja de quejarte y póntelo. Tienes una hora para arreglarte.

– ¿Quién crees que soy Anne, la Mujer Maravilla?

– No, pero deberías.

* * *

– Justin, si sigues caminando de un lado a otro, vas a hacer un gran hoyo en el suelo. Hasta podrían colocar un féretro.

– ¿Es que jamás te cansas de decir incoherencias?

– No. –Ryan sonrió y sacó otra copa de la bandeja que llevaba uno de los mozos.

– Justin, tenemos un problema –ambos voltearon a ver una de las una mujer chiquita y pelirroja. Una de las damas.

– Dime.

– El Padre aun no llega.

– ¿El padre de quién?

– El sacerdote, idiota. –Ryan volvió a soltar otra carcajada. Tal vez tenía un par de copas de más.

– Oh sí, claro lo siento.

– Tiene media hora de retraso. Katherine entrara en crisis. Ella pregunta si podríamos comenzar con la fiesta.

– Pero…

– Si lo sé. No sabemos cuándo llegará, así que ella quiere adelantar. No queremos que los invitados empiecen a quejarse.

– Claro, bien. De acuerdo ¿Ella bajará?

– Técnicamente.

– Bien, comencemos con la fiesta.

Por alguna razón, le agradecía al sacerdote por tardarse más de lo esperado. Eso le daba algo de tiempo para…

– Huye –le susurró Ryan antes de soltar una estúpida risa.

* * *

– Diablos Lizz, te dije una hora, no dos y media. Justin debe estar diciendo Si, quiero.

– Deja el melodrama Jane-Anne. Ahora dime, ¿cómo esperas que nos dejen entrar a la boda? –sonrió. Anne tomo su pequeño bolso de mano negro, lo abrió y saco dos pequeñas invitaciones de color dorado– Excelente –Anne volteó al espejo y se alisó el vestido.

– ¿Cómo me veo?

– Deja de hacer poses. –Lizz miró la hora en su celular– Muy bien Cenicienta, hora de irnos.

– No puedo Lizz –esta se volteó a ver a la castaña. Soltó una risa irónica y la jalo del brazo para salir del cuarto del hotel.

– Escúchame bien, Jane-Anne McElroy, no viaje casi dos horas en ese estúpido avión para que me digas que no quieres ir. Ahora bien –se volteó para enfrentarla y la sujeto de los hombros– Vas a ir a esa boda, patearas el trasero de Katherine-perra-Woodgate y recuperaras al hombre de tu vida ¿Dudas? –Anne negó sin pensarlo. Lizz respiró aliviada y volvió su rostro a la forma tierna que siempre tenía– Andando.

* * *

Justin inhalaba y exhalaba cada diez segundos. El murmullo de las personas al otro lado de la gran puerta, no ayudaba para nada. No había señales de vida del sacerdote, y Katherine decidió que debían comenzar con la fiesta primero. Algo que obviamente, no puso feliz a los señores Woodgate.

Sintió un pausado taconeo detrás de él. Volteó para ver a Katherine bajar con el hermoso vestido blanco. Bien ¿Era tarde para huir?

Si los padres de Katherine estas desconformes, ella está el triple que ellos. Su rostro era totalmente neutro. Un ejército de damas detrás de ella, vestidas con los mismos vestidos, tenían unas increíbles sonrisas falsas. Claramente no eran sus amigas. Según ella, no tiene tiempo para hacer sociales.

– ¿Puedes creer lo del sacerdote? Obviamente este retraso le costará la mitad de la paga.

– Tú también luces genial Kathe. –ella le lanzó una sonrisa que no le llegó a los ojos, y con la mirada les dio a entender a dos de las damas que abran las puertas.

Muy bien, me llegó la hora. 

 

Belong (One-Shot) Justin BieberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora