Capítulo V

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Me encontre con la sorpresa de que la escena no había cambiado, me encontraba en el mismo lugar, pero una leve neblina gris cubría todo. Es difícil de explicar, pero podía oirse la tristeza, podía respirarse.. Podía sentirse.
- He aquí el pueblo de la tristeza. - Dijo Keira
- Sí que hace honor a su nombre.
- Lo sé, te recomiendo que aquí no interactues mucho con la gente.
- ¿Por qué?
- Solo no lo hagas.
Salimos de la casa para toparnos con el patio que alguna vez tuvo un vivo color verde por todos lados, y nos dirigimos hacia el portón que alguna vez tuvo un color rojo, y al salir me tope con la sorpresa de que ahora estaba de noche, y estaba a las afueras de un edificio, ahí Keira me hizo agacharme al suelo.
- ¿Que pasa? - Grite
- Shhh..
- ¿Que pase? - Susurre
- Solo mira.
En ese momento de un costado del edificio logre distinguir a un hombre con una gabardina larga, que apenas lograba verse entre las penumbras. Entonces llegó un automovil del que salió primeramente una mujer no tan agraciada de cara, con rasgos asiáticos. Le siguió después un hombre. Me pecate que era John.
Me trate de incorporar para ir a saludarlo, pero Keira se dió cuenta de mis intenciones y rapidamente me hizo señas con una mano para que no lo hiciera.
Sin dejar de presenciar la escena, observe como el sujeto con la gabardina interrumpió a John en su camino hacia el edificio. El sujeto le dijo unas palabras al buen John y sacó un arma, con la que le dió 5 tiros. John cayó muerto en la acera. Quedé atónito.
- ¡John! - Grite
- ¡Shhh! - Me silenció Keira.
Pero fue en valde. El sujeto de gabardina volteó a ver hacia nuestro escondite y nos apuntó con su arma.
- ¡CORRE! - Gritó Keira
Y nos incorporamos, empezamos a correr y el hombre iba de tras de nosotros.
- ¡Rápido! ¡Usa tu imaginación! - Me dijo Keira mientras huíamos.
- ¿QUE?
- Si logras concentrar tus pensamientos bien, podrás conseguir que tu imaginación cree lo que gustes en este mundo.
- ¿Y como hago eso? - Dije jadeante.
- ¡Solo concentrate!
Logramos escondernos en un callejón, pero aquel hombre no nos perdería el rastro por mucho. Keira no me hizo ruido para que lograra concentrarme. Yo intentaba e intentaba, forzaba mi mente, cerre los ojos y fruncí la nariz, pero no pasaba nada, entonces Keira interrumpió:
- ¡RAPIDO JOEL! - El sujeto ya nos había encontrado y nos estaba apuntando con su arma en nueva cuenta.
Escuche el sonido de un disparo debajo de mi. Ahora nos encontrabamos sobre un pinguino gigante con un elegante traje.
- ¿Es enserio? - Dijo Keira.
- Primero dí que nos he salvado.
El sujeto corrió aterrorizado por semejante animal, y no lo volvímos a ver.
- ¿A donde lo llevó Sir? - Dijo el pinguino con un notable acento inglés
- ¡A donde sea que esté lejos de aqui! - Le pedí sin cuestionarme el por qué un animal hablaba.
- Sus deseos son ordenes.
El pinguino, en contra de cualquier lógica comenzo a volar hasta llevarnos a un jardín, donde se detuvo. Aquí estaban Paul, George,  Ringo y sorprendemente John, tomando té, debajo de una lluvia que comenzaba a caer.
- ¡JOHN, ESTAS VIVO!
- Efectivamente mi querido amigo.
Baje del pinguino junto a Keira.
- ¡Pero te vi morir! ¿Como es eso posible?
- La muerte no existe aquí amiguito.
- ¿Entonces por qué me hiciste huir? - Me dirigi a Keira.
- Muerte para nosotros no. Para ti sí. Si tu mueres aquí mueres en la vida real. - Me contestó Keira.
- En dado caso gracias. - Respondí con impresión y alivio.
- ¿Y a que debemos su inesperada visita? - Me dijo John mientras le daba un sorvo a su té.
- Estámos buscando el objeto de la tristeza. ¿Y tu que haces en plena lluvia tomando té John? - Le dije al relajado hombre.
- Estoy sentado en este pequeño jardín inglés esperando al sol.
- ¿Al sol? ¡Pero mira nada más ese clima! Por si no lo haz notado se te esta cayendo el cielo encima y tu tomas té como si nada.
- ¿Y que puedo hacer?
- ¡Pues meterte a tu casa!
- ¿Para qué?
- ¡Pues para no mojarte!
- Ringo, la sombrilla por favor. - Se dirigió John al pobre de Ringo.
- Todo yo, todo ponen a hacer a Ringo. - Se quejó entre dientes Ringo.
Entonces presionó un botón, y del centro del jardín salió un tubo enorme que se comenzo a alzar, y hubo un punto donde se detuvó y una sombrilla colosal se abrió encima de nosotros.
- ¿Contento? - Me dijo John relajado como siempre.
- Gracias. - Respondí.
En ese momento recorde que Keira me había dicho que no hablara con nadie.
- Kei, ¿Hice mal al hablar con John? - Le susurré.
- No realmente, tal parece que Los Beatles representan a tu Ayuda Universal.
- ¿Ayuda universal?
- Sí, ellos siempre te ayudaran en lo que puedan. Son indiferentes a la zona de tu mente en la que te encuentres, es decir, al igual que yo, ellos no reaccionan a los sentimientos de este mundo.
- Me parece una falta de educación hablar de nosotros a nuestras espaldas. - Reclamó Paul.
- Lo lamento - Me disculpe con Paul.
- Venga Paul, no nos dejemos llevar por el mal ambiente. Saca la guitarra George.
Y en ese momento, George, que había estado cayado hasta ahora comenzó a tocar su guitarra y a cantar.
- Here comes the sun duru duru. - Y con el se unieron los demas Beatles.
Casi al momento en que cantaban el sol comenzaba a verse a través de la enorme sombrilla que nos cubria. Esta automaticamente comenzó a guardarse y dejó a su paso los rayos del sol, que le daban color nuevamente al mundo.
- ¿Qué pasa? - Pregunté
- La música le trae felicidad al pueblo. ¿Cuando estás triste sueles escuchar música, cierto?
- Sí ¿Eso que tiene que ver con lo que está pasando?
- La música esta acabando temporalmente con la tristeza del pueblo.
- ¿Eso es bueno?
- Siii. Ahora podemos buscar el objeto con menos cautela.
- Por cierto ¿Cuanto tiempo nos queda?
- 4 días y 4 horas.
- ¡Pues no hay tiempo que perder! ¡Andando!
Nos subimos hacia el Pinguino vestido de smokin y nos despedimos del cuarteto nuevamente.
- ¡Gracias por todo chicos!
- ¡No hay de que! - Respondió John mientras los demás seguían cantando.
- ¿A donde lo llevo ahora, Sir? - Preguntó el Pinguino
- ¡Vamos a...
- ¿A...?
- Keira ¿A donde vamos?
- Piensa en un lugar que te traiga recuerdos tristes.
- Pinguino.. Vamos al hospital S-Candón
- A la orden Sir.
Y en ese momento nos dirigimos hacia el norte de la ciudad, rumbo al hospital en el que tuve momentos oscuros de mi vida.

Miradas al SubconscienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora