Bajo el uniforme.

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Una de las constantes en la vida de Yao había sido, entre muchas, evitar a toda cosa la bebida.

Y es que, aunque en sus años de universidad hubiese tenido alta tolerancia al alcohol, ya a sus veintiocho años y con el espíritu inquebrantable de un anciano atrapado en un cuerpo que parecía inmune a los años, apenas dos tragos echaban a volar muy lejos su sentido común, y ahora, cuando la resolución exitosa de uno de esos casos que era un dolor de cabeza y se extendía por años, propició las condiciones aptas para que no hubiese oportunidad alguna de negarse a la bebida como celebración, su mente iba dando vueltas junto a su vista nublada y casi nula percepción de la realidad.

...estaba ebrio.

No estaba muy seguro de donde se encontraba en esos momentos, había estado inconsciente un buen rato, o eso creía, y ahora recobrando su estado de lucidez, al menos un poco, una oleada de confusión bastó para intentar agilizar su cuerpo, de una forma bastante torpe.

Reconoció un poco del escenario y pieza a pieza, como todo buen policía, armó la escena, que no era más que el suelo, pese al peculiar tambalear de su cuerpo, era de noche, las luces de la ciudad se reflejaban en el suelo húmedo de la calle, y... alguien lo llevaba sobre su hombro, como un costal de patatas.

Sentía su calidez y su respirar...

Entonces, a retazos, varias memorias terminaron de armar el rompecabezas.

"—¡Nhahahaha! ¡El detective no puede ni ponerse de pie!... uh... ¡Espera, eso es ma... malo! ¡Todos estamos ebrios! ¿Quién lo llevará a casa?

—Yo puedo encargarme de eso.

—Pero... te vi acabar con una botella de vodka hace uno... unos minutos...

—Beber vodka es como beber agua, ¿da?

—... ¡No se diga más!

Yao, por favor, no me mates por esto."

De momento, abre los ojos de par en par, ¡menuda partida de amigos se había gastado! ¡Lo habían dejado en manos del novato! Y no cualquier novato, Iván Braginski, un ruso cuya estatura doblaba la suya, quien lo había acosado desde su llegada y efectivamente de quien se había esmerado por mantener cierta distancia, desde que supo lo que se decía por allí.

Y ahora estaba sobre su hombro, mareado y semi-inconsciente, por donde se viera la situación, aquello no podía terminar bien.

—¡B-bájame ahora!—levantó la voz mientras daba puñetazos a la espalda de Iván, ¿¡cómo se habían atrevido a dejarlo en sus manos!? ¡Por lo que le quedaba de dignidad no lo iba a permitir!

Él se detiene un instante, para luego continuar con su caminata, mientras Yao, sin verlo, ya se hacía la imagen de la tétrica sonrisa que adornaba su rostro.

—¿Eh? ¡Hace como diez minutos estamos andando, creí que ya no despertarías!

Yao siente el rubor subir por sus mejillas, al percatarse de la penosa situación que estaba casi seguro de haber dado frente a sus compañeros.

—¡Sólo bájame de una m-maldita vez-aru!

No se dio cuenta cuando un par de muchachas pasaron a su lado, quienes habían pausado su paso para enfocar la vista en los dos oficiales.

—No se preocupen, chicas, ¡parece que mi jefe se pasó de copas!, tengan cuidado, es tarde—Iván había volteado, para mostrarles una radiante sonrisa a las jóvenes, aparentando disfrutar la situación, o simplemente demostrando que lo hacía.

Las chicas tan solo rieron un poco y continuaron su andar.

Yao tan solo quería ser tragado por la tierra.

Lemon Police. [Rochu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora