Adiós Elisa

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Llegue hasta la calle Sartal y me escondí entre arbustos que había en la calle. Escuche sirenas y vi pasar varios carros de oficiales. Ya sabían que me había escapado. Como pude busque un teléfono público para llamar a Elisa y advertirle. El teléfono sonaba, al rato alguien contesto

- Hola –no podía creer lo que escuchaba. Era mi voz, como si saliera de una grabadora. Alguien había practicado mucho –, ¿Quién es?

- Soy Valentino ¿Quién eres tú?

- Uh, que raro ¿no estabas en la cárcel?

- ¿de qué hablas maldito asesino? ¿Dónde está Elisa?

- Está saliendo de la ducha, necesitaba ayuda así que me la pidió. Tiene un lindo cuerpo que suerte tienes... y yo también porque a partir de hoy será mía para siempre...

- Cariño ¿con quién hablas? –era la voz de Elisa.

- El capitán, como deje el celular en comisaria me ha llamado a tu telefo... - colgó.

Llame al capitán para decirle donde estaba el asesino. Cerca del teléfono público robe un auto y me dirigí a toda velocidad a casa. Al llegar las luces estaban apagadas, había un silencio perturbador. La puerta de la entrada estaba abierta, no la forzaron, alguien la abrió desde adentro. Entre rápidamente, debido al ruido de mis pisadas tuve que entrar con lentitud para no dar inicio de mi llegada. Escuchaba a alguien llorando, pensé tal vez era mi conciencia. O la de alguien más. Subí lo más cautelosamente posible por las escaleras, había sangre en el pasamanos, había unas gotas de sangre de camino a mi recamara que me rebelo la luz de la luna que entraba por las ventanas. Una mano se marcaba en la puerta blanca de mi cuarto, estaba abierta. La empuje, y vi su cuerpo tendido en el suelo, frente a la cama. Un charco de sangre yacía bajo su cuerpo. Había visto montones de muertes y esta, era la más impactante. Le tome en mis brazos llenado mi ropa de sangre. Aún tenía los ojos abiertos. La herida era de bala, un disparo en el torso, y uno en la frente. –Noooo –grite lleno de rabia, sediento de venganza. Las lágrimas que salían eran de impotencia pura. Traía puesto un vestido que le regale por nuestro segundo mes de noviazgo. Siempre se veía tan linda, y ahora estaba machado de sangre., con su sangre.

Le di un beso en la mejilla, la ventana del cuarto estaba abierta. Me dirigí hacia ella, de pronto escuche unos disparos en la casa de al lado. Por la ventana había un balcón, y desde este se podía trepar un árbol que estaba pegado a la casa. Baje rápidamente y me dirigí a la casa de al lado. Esa casa había sido abandonada, desde que empecé a vivir en ese barrio estuvo sola. La madera estaba vieja, por lo que cada paso que daba la madera chillaba delatando mi presencia. Al entrar vi en la sala que quedaba frente a la puerta, el cuerpo de mi amigo Fred. Bajo este un charco de sangre. Había alguien que le apuntaba al cuerpo de Fred en la oscuridad. Le apunte diciendo –Sal con las manos en alto – este se tumbó de rodillas, mirando el piso

- Fue mi culpa –dijo esta persona.

- Da la vuela muy lentamente –dije.

- Solo quería... solo quería... -volteo su mirada hacía mí, me quedé estupefacto -

- ¿Quién eres? –pregunte.

- Soy Valentino.

- ¡No me vengas con mamadas hijo de puta! ¿Cómo hiciste para parecerte a mí? ¿operaciones?

- Solo tienes que matarme –dijo.

- Responde lo que pregunte.

- No me parezco a ti, soy una parte de ti que es de otra dimensión.

- ¿Qué mierda dices?

Al principio no le creía nada, poco a poco fui buscado el sentido a sus palabras. Como todas las dimensiones se conectaban y en la que yo vivía le daba vida a las demás dimensiones. Valentino, el otro no yo, era de la dimensión Yeltus. En donde vivía una vida parecida a la mía. Él se dedicaba al reportaje y en una entrevista de modelaje, conoció a Elisa. Luego de varias citas y 101 rechazos por parte de Elisa, empezaron a salir como novios. Luego de 3 años Elisa y Valentino de Yeltus se casarían, y tendrían un hijo que ya venía. Una noche un camión arroyo el carro que conducía Elisa. Ella perdió la vida y al bebe. Valentino de Yeltus quedo destrozado, no quería afrontar la realidad, ni quería estar con otra persona que no fuera Elisa. –Gracias a unos amigos pude viajar a la dimensión Sedar –contaba – en donde mate al Valentino de esa dimensión para tomar su vida cotidiana. Pero Elisa murió de una enfermedad desconocida. Una nueva que luego se volvió una epidemia, de la cual yo salí ileso. Así que volví a intentar en otra dimensión, y en otra, y otra... Elisa –dijo ahogado en lágrimas – siempre moría, accidentes, asesinatos, enfermedades desconocidas, oh joder ya estoy harto –se llevó las manos a la cara mientras salían lagrimas por sus ojos. Baje el arma sintiendo su dolor.

- Entonces no fuiste tú quien la asesino

- ¡¿Cómo mierda voy a viajar por tantas dimensiones para matarla?!

Había sido Fred que en un descuido de Valentino, toco el timbre y Elisa abrió al ver que era Fred. Este le disparo. El arma traía un silenciador. Valentino estaba en el cuarto estudio con iPod y audífonos, no escucho los gritos de Elisa al subir las escaleras. Fred le siguió tan lento como le fue posible, al caer en el piso del cuarto Fred estaba en la puerta dándole el último disparo. –Cuando se dispuso a recoger el cuerpo, entre al cuarto. Se asustó y salió por la ventana. Tomé el arma le quite el silenciador y le seguí –

- ¿Por qué no me mataste? –pregunte.

- Si te mataba yo hubiera muerto, esta dimensión la da vida a las otras. Lo que deja de existir aquí, deja de existir en todas las demás. Por eso necesitaba alejarte. Para estar con ella. El capitán me ayudo después de ofrecerle un millón de dólares. No te fíes de él. –se escuchaban las sirenas aproximarse –, siempre llegando a tiempo, los policías.

- ¿Ahora qué? –pregunte.

- Debes matarme, al matarme todos, excepto tú me olvidaran. Solo recordaran que alguien intento inculparte de los asesinatos.

- ¿Por qué no vuelves a tu dimensión? –pregunte.

- En esta dimensión no hay una máquina que viaje entre dimensiones, por eso no me queda más que la muerte. Sabía que si todo salía mal, me esperaba esto. Estoy preparado. Debes darte prisa no deben atraparme con vida, las cosas se pueden poner peor.


Lagunas MentalesWhere stories live. Discover now