Capítulo 4 - Batido de fresa

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La hora del almuerzo. La mayoría comía en la cafetería, aunque otros preferían comer al aire libre en el patio, hasta habían ciertos casos de alumnos que comían en los salones. Yo prefería la cafetería, por eso debía llegar rápido antes de que las mesas estén todas llenas. Jess me dijo que ella comía fuera de la escuela, estaba contra las reglas salir de las instalaciones antes de la hora de salida, sin incluir, obviamente, por razones justificadas.

Salí del aula después que los deportistas. Me ofrecieron comer con ellos, pero les dije "Voy a conocer a más personas, de todas formas, tomaré en cuenta su invitación". Caminé hasta el comedor directamente, no me daba tiempo guardar mis cosas en el casillero; ya que tardé mucho en dejar el salón.

Bruno y sus amigos eran muy amables y tiernos. Jess era una persona que deseaba conocer más a fondo, era misteriosa y cool. Había hablado en la última clase antes del receso -Geografía- con el grupo de los "nerds"; tienen una forma de pensar increíble, pero son un poco fríos con la gente fuera de su entorno, aunque a mí me trataron bastante bien. Y aquel chico solitario que aún no sé su nombre, grosero y maleducado; ¡ugh! Debería hablarle para enseñarle un poco de modales.

Interrumpí mis pensamientos al tropezar con alguien. Pero esta vez no fue tan amable como Bruno.

— Fíjate por dónde caminas, estúpida — me dijo una chica muy enfadada.

— Lo siento, yo-

— ¡Es mi blusa favorita y la arruinaste! Me las vas a pagar, niñita. — Señala su camisa que estaba manchada de rosa. Al parecer estaba bebiendo un batido de fresa o algo así.

— Lo siento, de verdad. Te compraré un batido nuevo, ¿sí? Y puedo darte dinero para la lavandería — ofrecí amable. De veras quería solucionar mi torpeza.

— ¿Qué crees que soy? ¿Tan pobre para no poder pagar mi propia lavandería?  — Me da un leve empujón.

— No quise ofenderte, sólo quería ayudar. Lo lamento tanto. — Bajé la cabeza, apenada. Varias personas se nos habían quedado mirando.

— Que sea la última vez, niña, que tenga un problema contigo, porque lo vas a lamentar mucho — amenaza caminando hacia los baños.

Yo sigo hasta el comedor y compro un batido de fresa, aunque sea alérgica a ellas. Me siento en la mesa de Bruno y sonrío.

— ¿Y ese batido? ¿Para mí? — Peter, uno de los amigos de Bruno, menea sus pestañas con un puchero. Todos reímos.

— No, es para una chica. Le tiré el suyo encima por accidente — dije después de parar.

— Oh, debe ser Camila. Siempre compra un batido de fresa. — Bruno arruga la nariz — No te metas mucho con ella.

— ¿Por qué? — pregunto curiosa.

— Es un poco exagerada, y su padre es millonario — dice Michael.

— Además, es mi novia — comenta Bruno con una sonrisita y sus amigos comienzan a molestarlo.

— Con más razón debo conocerla. Los amigos de mis amigos, son mis amigos — digo sonriendo.

En eso, veo a Camila acercándose con unas tres chicas más. Pone cara de asco al vernos. Tal vez no le gustan las hamburguesas de la cafetería.

— Amor, ¿qué hace esta niña en mi puesto? — pregunta ella hacia Bruno.

— Es nueva, Cami — dice él.

— ¿Y? No es de nuestra incumbencia que ella sea nueva o no, que se vaya. — Se cruza de brazos.

— Cam... — advierte Bruno.

— No, no hay problema, yo iré a otra mesa — digo con una sonrisa, recogiendo mi bandeja.

Las chicas se sentaron inmediatamente, como si tuvieran miedo de que alguien más se sentara ahí. Caminé hacia la puerta, podría comer en el patio. Pero lo recordé de repente.

— ¡Camila! — La nombrada me miró, como el resto de los estudiantes. Me dirijo hacia su mesa de nuevo — Te compré el batido y toma dinero para la lavandería.

Le extiendo las cosas y se escuchan murmullos y risas. Ella se levanta hecha furia y me lanza las cosas encima. El batido cae en mi camisa, pero como es rosada, no se nota mucho, más bien le da un buen estilo. Me agacho para recoger el dinero escuchando las carcajadas a mi alrededor y Bruno gritándole a Camila.

— ¡No debiste haber hecho eso! — exclama enfadado.

Yo les dedico una pequeña sonrisa antes de salir del comedor mirando hacia mis pies. Mi almuerzo se había arruinado y tenía mucha hambre. Pero la cafetería seguro no tendría comida ya. Fui hasta el patio y tomé agua del bebedero, esperando que eso saciara mi hambre. Me senté un rato viendo a algunos chicos disfrutar de sus comidas. Me empecé a marear un poco, ahora que recuerdo, no desayuné muy bien esta mañana.

Vi la silueta de Jess acercándose.

— Hey, te ves fatal — dijo sentándose a mi lado.

— No he comido — dije apenas.

— Ufff, toma, por suerte compré una galleta para más tarde, pero disfrútala.

Me dio una bolsita, saqué una galleta grande y le di un mordisco, luego otro y otro. Cuando acabé, la miré apenada.

— Lo siento, no pude almorzar y desayuné muy poco y temprano — dije sonrojada.

— Si quieres puedo ir a comprarte algo más — dijo parándose. Le tomé la mano.

— No, ya casi suena el timbre, así estoy bien.

Se sentó de nuevo.

— ¿Por qué no pudiste almorzar? — pregunta.

Le conté la historia resumida y ella soltó un bufido.

— Ella es una perra — dice con desagrado.

— Y todo por un batido de fresa — digo.

— No me gustan las fresas — comenta.

— Y yo soy alérgica — respondo.

— Pues... — Se paró en el banquito sacándome una risita, extendió su mano y yo la tomé para subir con ella — Hoy declaro, ¡muerte a los batidos de fresa! — exclama.

— No más batidos de fresa — digo algo dudosa.

— ¡Que se pudran los batidos de fresa! — grita y varios chicos nos ven mal. Nosotras reímos y nos volvemos a sentar — Hum... toma. — Se quita su chaqueta.

— No, es tuya — le digo.

— Pero tú estás toda manchada, no quiero que se burlen o hagan comentarios estúpidos. Póntela y a la salida me la devuelves. — Sonríe.

Hago lo que dice, era muy cómoda y cálida. El timbre sonó. Caminamos hasta el salón, donde vi a Bruno y bajé la cabeza, él también me ignoró durante toda la clase.

Y todo por un batido de fresa.

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¿Acabo de escribir un capítulo largo?

Sí, acabo de escribir un capítulo largo.

Una Chica Arco IrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora