La voz Harry Styles me indicaba que ya había comenzado mi día. Salí de mi cama, estirando mis brazos y silenciando mi alarma. Busque él atuendo que usaría en mi día de regreso a clases, a mi último año de preparatoria. Entre al baño para darme una ducha y el agua era fría, lo único que me despertaría por completo, lave mi cabello con un shampoo especial que muy pronto haría que mi cabello dejara de sentirse como él de una barbie. Al terminar de bañarme, me puse mi ropa interior y comencé a secar mi cabello gris, si, es gris.
Las vacaciones de verano fueron aburridas, así que lo más entretenido fue darme un cambio. Mi tía Lenay grito enfurecida al verme llegar con él cabello hasta los hombros y ahora, gris platinado dejando mis raíces de mi color natural.
—¿Acaso quieres ocultar canas? ¡Dios, tu madre me matara!
Si, aún requiero de permiso para hacer algo así, si tengo 17 años. Mi madre, ella no se encuentra aquí en Seattle. Mi madre y padre viven en Míchigan gracias a su trabajo, ella es neuróloga y él es cirujano. Se fueron hace dos años y solo vienen dos veces por mes, no soy de las chicas inseguras que aseguran no importarles a sus padres. Diría eso si no me llamaran cinco veces al día. Mi tía se ha hecho cargo de mi desde entonces, ella tiene 26 años y sigue soltera, es trágico pero aún dudo si la adolescente es ella o yo. Ella trabaja como secretaria en una empresa, de que, ni idea. Es muy bonita, su cabello rubio es natural y tiene unos grandes ojos azules que dan miedo cuando se altera. Volviendo a que siempre llego tarde, me puse una blusa gris sin mangas y unos shorts de mezclilla cortos. Busque debajo de mi cama, encontrando mis converse de bota, me los puse rápidamente y de mi armario agarre un suéter blanco holgado, que llegaba más abajo que mis shorts.
—¡Alissa, no en él primer día!—Tome mi mochila del sofá de mi cuarto y mis cosméticos para bajar corriendo. La encontré con un vestido blanco ajustado a sus curvas y un termo de café a la mano.
—Estoy lista, solo necesito un Hershey.—Ella entorno sus ojos y camino hacia la entrada de la casa. Me acerque al refrigerador y tome un chocolate bebible de lo que más amo, él hershey. Corrí hacia afuera, cerrando la puerta principal y entre al Tesla blanco que conducía.
—Llegaremos temprano.—Ella sonrió alegremente. Me puse base en mi rostro y aplique máscara a mis pestañas. Levante mi vista de mi teléfono y mire la escuela.
Hola, cárcel.—Andando, vendré por ti. Y Alissa, no salgas al ultimo como siempre.—Entorne mis ojos y espere que la puerta se abriera.
—Adiós, tía.—Acomode mi mochila sobre mi hombro y bebí de mi chocolate. En mi teléfono seleccione la imagen de mi horario y me di cuenta que me tocaba Historia, gracias a dios con Polly. Al entrar, los alumnos que se encontraban en la entrada o junto a sus casilleros me miraron prácticamente con la boca abierta.
Seguro es mi cabello.—¡Dios, tu cabello Alissa!—Grito Polly llegando frente a mi.
Si. Es mi cabello.—Hipólita, también te extrañe.—Fingí una sonrisa, al escuchar su nombre se cruzo de brazos.
—Sabes que no me gusta que me llamen Hipólita, adoro mi nombre pero es demasiado extenso.
—Como sea, no llegue temprano para llegar tarde.—Tome su brazo y ambas nos dirigimos hacia nuestra clase. Ambas entramos al salón, recibiendo la mirada de todos, ¿acaso nunca han visto a alguien así?
—No me has aclarado el por que de ese desastre.—Señalo mi cabello al sentarse junto a mi.
—Quería un cambio, no veo que es lo asombroso de esto. Solo es un color.—Exclame ya fastidiada por lo mismo.
—Habrá una fiesta él viernes, es por él regreso a clases. Festejar que valdremos mierda como siempre.—Río.
—No me interesa, hemos ido a la del sábado.—Hable al sacar mi cuaderno de mi mochila.