Introducción

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A decir verdad, yendo hacia la peor tortura conocida, no pienso que nada fuese a ser distinto. Ese año pintaba justo como cualquier otro. Quinto año de secundaria, quince años de vida y todavía no sentía que las cosas fuesen a cambiar para mejor.

Se podría decir que hasta cierto punto mi vida no es tan terrible. Es decir, tengo una mejor amiga que quiero mucho, y si tenemos que considerarlos así puede decirse que tengo un par más de amigos es el colegio, quizás los necesarios para poder decir que no soy una marginada. Sin embargo no me sentía como si mi estatus en la secundaria fuese comparable con el de esas personas que tenían su grupo, su vida armada y su perfecta burbuja de perfección. Yo vivía preocupada por sentirme parte, por ser otra persona. Simplemente no podía conformarme con ser yo, y eso se siente simplemente mal.

Entre al colegio con los mismos aires de depresión de siempre.

-Hola­- me saludo Kathy con tono amargo- ¿ya viste el curso que nos tocó este año?-

Cada año nos cambiaban de aula y mezclaban los cursos. Este sistema parecía estar diseñado para exponernos cada año a situaciones sociales distintas, y asi poner a prueba nuestra capacidad de encajar con más intensidad cada vez. Quinto no parecía ser la excepción.

-Me tienes que estar jodiendo.

No solo nos habían puesto con un grupito de famosos del colegio, si no que teníamos que estar nosotras solas en un curso de gente que apenas conocíamos. Para el peor de males estábamos con el chico al que le tenía ganas desde segundo.

-No puedo creer que nos hayan puesto con Thomas y su grupito- puse los ojos en blanco. Por un lado los odiaba por ser como eran y por otro no había cosa en el mundo que quería mas que ser como ellos. Sé que suena tonto, pero es casi como un deseo inconsciente que no puedo controlar, aunque mi cabeza me diga que es una estupidez.

Mi amiga se rió de mí, como hace cada vez que lo menciono. Ella sabe que, primero: no tengo chances, y segundo: no vale la pena. Yo solo suspire y entre al aula.

En mi colegio tenemos bancos individuales y nos sentábamos por números de fila por lo que yo teniendo un apellido con "m" me sentaba relativamente al medio, el apellido de Thomas, desafortunadamente empezaba con "b", lo que nos ponía a kilómetros de distancia.

Entro el profesor de Historia, nuestra primer materia según los horarios que nos habían entregado apenas llegamos.

-Buenos días alumnos, pasare a leer la lista y ustedes se sentaran en sus bancos a medida que los nombre.

Y de repente todo era un caos. Todos levantándose buscando su banco, viendo quien se sentaba al lado, adelante, atrás. Personas riendo o suspirando por el lugar que tenían y los que los rodeaban.

Hasta que yo fui nombrada: Clarisa Miller.

Mi banco estaba, como siempre, al medio del aula. Este año me había tocado atrás de Josh, un chico que ya conocía de años anteriores, y a quien pretendía odiar, pero en realidad me caía bien. Mi mejor amiga se ubicó al lado mío ya que nuestros apellidos eran parecidos y al resto no los conocía.

Josh se dio vuelta y me miro un segundo.

-¿hay algo que pueda hacer por ti?- le pregunte en tono irritado.

-Nada solo pensaba que este va a ser un año interesante.

Le puse los ojos en blanco y mire al frente. Aunque a decir verdad tenía que estar en desacuerdo.

-¿algún plan para esta tarde?- pregunto Kathy con la esperanza de que yo haya hecho algún plan.

-noup.

Y así termino nuestra conversación tan simple. Casi nunca teníamos planes, siempre nos juntábamos entre nosotras. Ella tenía muchas actividades extracurriculares y de por si tenía poco tiempo. Yo solo hacia guitarra, y pasaba mucho tiempo en casa leyendo y teniendo una vida aburrida.

Ese día termino rápido y luego de despedirme de mi amiga me fui directo a mi casa.

Ya llegando, vi que había un camión de mudanzas estacionado al frente. No le di mucha importancia y me dirigí directo a los escalones que daban a la puerta de madera para entrar a casa. Cruce mi pequeño Hall y deje mis cosas en una silla de la mesa del comedor. Mi madre se encontraba acostada en el sillón viendo tele.

-Hola ma- saludé.

-Hola hija, como te fue en el colegio?

-Bien- recordé el camión de mudanzas -¿sabes quién se está mudando al frente?

Mi mama me miro desde el sillón, y sacudió la cabeza en señal de negación.

-Tendrás que ir y preguntar hija.

Por un lado no tenía muchas ganas de ir a chusmear solo por el placer de saber, y el hambre y sueño estaban muy de acuerdo, pero la curiosidad me ganó. Volví a salir y crucé la calle.

La casa del frente era hermosa, de algún modo siempre me gustó más que la mía, que estaba construida en ladrillo desnudo con solo un piso y techo a dos aguas pintado de rojo.

La casa que yo estaba viendo tenía dos pisos y estaba pintada de blanco, las ventanas tenían marcos grises y había un hermoso pino en el patio que daba una sombra divina. El patio delantero estaba bien cuidado y lo dividía un caminito de gravilla que llevaba a la puerta principal. Era una casa de ensueño y me hacía preguntar por qué la mía tenía que ser tan sosa.

Mientras contemplaba la hermosa vivienda desde el otro lado de la vereda un chico se me había acercado, proveniente del camión de mudanza.

-¿Se puede saber que estás haciendo?

Yo lo mire sin entender. Su tono había sido tan brusco que me saco de mi pequeño ensueño.

-¿Eh?- mi cara debió haber sido graciosísima. Cuando por fin mire al chico me di cuenta que era DIVINO. Caído del cielo se podría decir. Casi podía sentir como me caía la baba. Su mandíbula bien definida, los ojos verdes, el pelo castaño rizado largo hasta más allá de sus cejas. Y sus labios, uff, qué labios.

-Que qué estás haciendo mirando mi casa con esa cara- me repitió con desagrado.

Empecé a salir de mi segundo ensueño y me di cuenta que si bien era hermoso parecía ser bastante maleducado

-De hecho, iba a preguntar quién se estaba mudando, pero considerándolo, quizá sea mejor que vuelva a mi casa.

-Sí, quizá sea lo mejor, de todos modos no entiendo que te importa a ti quien vive ahí- y ahí estaba de vuelta ese tono. Estaba comenzando a molestarme, él y su belleza y su actitud.

-Vivo en esta casa- señale atrás mío –por si te interesa. Y como voy a estar viendo a la gente que se mude ahí bastante seguido, me incumbe y me interesa.

El extraño frunció el ceño y amago a irse. Yo, sabiendo que dada su belleza iba a arrepentirme si no lo hacía (sin importar su rudeza) le pregunte su nombre, tratando de no sonar demasiado desesperada. Él solo se rio con cierta burla y siguió caminando. Yo, sin saber bien qué pensar, volví a mi casa.


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⏰ Última actualización: Aug 10, 2017 ⏰

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