7; Sorpresas.

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-¡¿QUÉ?! ¡No puedes hacerme eso, mama!

-Haberlo pensado antes de irte a saber dónde.

-¿Pero tú no le has dicho que no? ¿Cómo voy a estar ahí tres semanas? ¿Qué voy a hacer? Mama, por favorrr, no quiero estar con ese hombre tres semanas enteras. -Le dijo casi llorando, no le faltaba mucho para ello.

-No es un hombre cualquiera, es tu padre, Eme. ¿Qué quieres que haga?

-No, no es mi padre. Lo es solo cuando le interesa y está haciendo esto para fastidiarme. Eso no es ser un buen padre, nunca me llama ni me escribe para preguntarme qué tal estoy, no sabe nada de mí. Llevaba sin saber de él meses y aparece de repente para joderme la vida, como ha hecho siempre.

-Y el día que quedasteis, se te ocurrió aplazarlo. Pues ahora apechugas y te vas con él.

Eme salió de casa tras escuchar lo que dijo su madre. Estaba muy cabreada, ¿por qué tenían que pasarle estas cosas? Las lágrimas no aguantaron más y salieron disparadas de sus ojos, parecían pequeñas fuentes. Últimamente estaba muy saturada por su vida en general. Nada le salía bien. En los estudios no estaba segura de lo que iba a hacer ese año, tendría que esperar a septiembre porque en las solicitudes de junio no la cogieron. Luego estaba Marcos, que seguía sin aparecer para pedirle perdón. ¿Cómo podía ser tan capullo? Y por último estaba su padre, que como siempre aparecía para rematar.

-Odio mi vida. -Se dijo a sí misma.

Se sentó en un banco apartado de la gente y a la vez cerca de ella, el metro estaba al lado, estaba colocado encima de una especie de colina. Era de noche y lo bueno es que desde donde estaba ella no se la podía ver a no ser que alguien pasase por el mismo sitio. Se sacó el tabaco que tenía en su mochilita, que cogió antes de salir de casa, y se lió un cigarrillo. Se lo fumó mientras escuchaba la música de su móvil. No pensó en nada porque si no, le iba a ser peor.

Eme vio como una silueta negra que apuntaba hacia el caminito con una luz de flash para ver mejor se iba acercando a ella, que no podía distinguir quién era porque estaba todo oscuro y esa luz la cegaba cada vez que se acercaba, hasta que pasó por delante de ella y se paró a saludarla.

"No me jodas, el que faltaba..." se dijo a sí misma.

-Eme, ¿qué tal? ¿Cómo estás? Llevo mucho sin saber de ti, no ibas a clase ni nada.

-No he cambiado de número, podías haberme escrito si tenías tanto interés en mí pero de todos modos me parece perfecto que no me escribieras, no te hubiese respondido.

Edgar se quedó en silencio tras escuchar lo que dijo su ex follamiga.

-Ya, bueno... no sé. ¿Te va todo bien?

-Sí, de fábula. -Dijo irónicamente pero el chico que tan bien conocía no se dio cuenta. -¿Y a ti?

-Sí, todo bien. No puedo quejarme.

Eme asintió y al segundo recibió un mensaje de su madre en el que ponía: "Tienes que preparar la maleta.", lo que hizo que Eme volviera a angustiarse otra vez.

-Tengo que irme. -Dijo la chica negra tras apagar su cigarrillo y coger sus cosas.

-Cuidate, Eme. Por cierto, -le gritó cuando ésta se alejaba. -estás muy guapa.

Le dio las gracias y siguió su camino. En ese momento, Edgar era su menor preocupación; más bien le era indiferente.

Sin ton ni son, caminó un poco más. Todavía no quería volver a su casa y mucho menos hacer la maleta para irse con su padre al día siguiente. Podría escaparse, pero... ¿a dónde iría? No podría irse a casa de ninguna amiga, no quiere meterlas en ningún lío. Lo mejor sería aguantarse y ya está, lo bueno de todo aquello es que a la semana siguiente se iría de vacaciones con sus amigas y ya lo tenía todo pagado, y a la siguiente eran las fiestas de su barrio. Solo sería una semana, a no ser que se empeñara su padre a que se quedara más tiempo. O peor todavía, que se quedara sin fiestas de Leganés.

Eme. [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora