5; Hacker.

29 3 0
                                    

Días después, Eme estaba tumbada en el césped del Parque del Retiro leyéndose un libro mientras escuchaba música. Esta vez leía Mujercitas de no sé qué May , la historia de las hermanas March, cada cual más diferente que la anterior pero a la vez muy parecidas. Cuando Eme se adentraba mucho en la lectura lo que había a su alrededor le era invisible. Paró a liarse un cigarrillo y aprovechó para descansar la vista de la lectura y ver lo que tenía a su alrededor. Se perdió entre los matorrales verdes, en el olor del césped recién cortado y entre los colores de aquellas pequeñas flores.

Las flores era algo que le apasionaba mucho, buscaba información sobre ellas y podría decirte hasta sus nombres en latín. En su habitación tenía una libreta con fotos de flores y bajo ellas, su información. Ella no tendrá la vida muy clara referente a su futuro pero hay algo qué hará sí o sí, que será tener un jardín lleno de flores plantadas y cuidadas por ella misma.

Un rato después, recibió una llamada de su amiga Ámbar al teléfono.

-Dímelo. -Respondió Eme.

-¿Qué haces? -Preguntó al otro lado de la línea.

-Nada, fumarme un piti. Estoy en El Retiro, he venido a leer. ¿Qué pasa?

-Qué loca. Pues si me vas a buscar a la renfe cuando llegue, voy. Que hace mucho que no nos vemos y pasamos la tarde juntas.

-Sí, vale. Vente, que tengo ganas de verte.

-Vale, cuando me queden dos o tres paradas te llamo.

-Vale. Ciao, pescao.

-Ciao, pescao.

Colgaron y en lo que tardaba Ámbar en llegar, Eme se leyó un capítulo más. La chica negra recibió la llamada y se puso de camino, llegó y se quedó esperando en los piquetes a que su amiga llegara. Vio cómo iban apareciendo personas a medida que las escaleras mecánicas subían, y entre ellas vio el abundante pelo rizado de su amiga. Cuando la vio, sintió una punzada de ilusión en el pecho y sonrió. Se dio cuenta de que la extrañaba más de lo que pensaba. Era algo que le pasaba con muy pocas personas y eso era porque realmente las quería más que a ella misma.

Se saludaron con un abrazo que les reconfortó a ambas.

-Me alegra mucho verte. -Dijo Ámbar.

-Yo también te he echado de menos. -Respondió con un puchero.

Se volvieron a abrazar y salieron de la renfe para ir a pasear mientras charlaban. Anduvieron hasta llegar al mismo sitio donde estaba Eme hace unos cuantos minutos. Se sentaron y entre cigarros charlaron.

-¿Qué hay de tu vida? Llevamos sin vernos desde el día que fuimos Emma y yo a La Curva.

-Pues ahí va. Han pasado un montón de cosas desde antes de vernos, tanto buenas como malas. Lo que pasa es que no te lo iba a contar estando todo el mundo ahí.

-Soy todo oídos.

Ámbar empezó a contarle lo sucedido durante ese mes que estuvieron sin verse. En casa de ésta, hubieron un montón de discusiones entre sus padres, entre su padre, ella y su hermana pequeña, entre su abuela y ellas tres; solo les faltó discutir con el perro. Una auténtica locura pero por fin -por así decirlo-, tienen una preocupación menos: su abuela y su padre, se han ido de casa y les han dejado a las tres solas con su perrito Blacky o como le llama su dueña: Cusu.
Una de las buenas noticias es que había seguido trabajando en el hospital de auxiliar de enfermería y hasta entonces no había parado. Estaba deseando que le volvieran a llamar para poder ir a trabajar.

Eme. [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora