Volé a casa

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Cada recuerdo me hundía más, me hacía mas pequeña, me despojaba el alma.

Mi tristeza seguía ahí, cada segundo. Cada minuto. A cada tic tac del reloj, cada vez que el sol se levanta o que se pierde en el horizonte. Cada vez que la luna ilumina o se esconde, cada vez que el cielo llora. Sigue ahí, imperceptible a los ojos del mundo, escalofriante para los ojos de mi alma.

Esa noche todos y cada uno de mis demonios salieron a flote, cada minuto me hacia sentir menos y yo que pensaba que estaba en el infierno, una vez más, la vida me mostró que siempre se puede sufrir más y siempre se puede sentir más tristeza y vacío. Hoy ya nada me importaba, había perdido la batalla contra mí misma. Mi último recuerdo y el más doloroso, fue ver caer a mi hermana desde aquel edificio y no esforzarme por salvarla, debí hacerlo, y eso me tenía atormentada, fue mi culpa que mi pequeño ángel fuera al cielo.

Es imposible poder describir la depresión y el vacío que se siente, cada quien vive el dolor y el sufrimiento a su manera y no hay forma posible en el mundo, en que otros puedan entender como vives. Los nudos en la garganta te detienen y no hay palabras suficientes para describirlo.

Hoy me había decidido, ya no aguanto más, mi vida es una porquería y sin mi niña, no tengo motivos para seguir aguantando tanta humillación y dolor .

Fui hacia la cocina, busqué el frasco de calmantes, que afortunadamente estaba lleno, y busqué todos los medicamentos que pudieran haber en mi casa, busqué una soga en el armario y junto con un vaso de agua subí a mi habitación.

Tomé papel y lápiz, no sin antes cerrar la puerta con seguro, y escribí:

    Hoy es mi final, o tal vez mi inicio, éste mundo no es para mi. Gracias a ti, Evan por quererme y aceptarme tal cual soy, gracias por apoyarme. Si algún día ven a Mark, diganle que es y siempre será mi mejor amigo. Hoy me voy, extraño mucho a Clarisse y hoy la veré, estoy feliz por eso. Tengo que disculparme por no haberla ayudado .

Yo no soy suicida, sólo soy un ángel que AL FIN VOLÉ A CASA .

Después de escribir eso, tome todas las pastillas junto con el agua, corté mis brazos muchas veces sin darle paso al dolor, tampoco tiempo a mi mente para reaccionar y por último me colgué cerca de la cama, pensando que al ser tan temprano el tiempo era perfecto. Para las 7 de la mañana mi cuerpo estaría sin vida y al fin descansaria en paz.  Ya no hay vuelta atrás, al fin seré libre, sin que me juzguen, sin dolor, sin miedos, sin temores... Es hora.

Sin dar mas vueltas y totalmente segura de mi decisión tumbé el taburete con el que me sostuve, permitiendo que mi cuerpo convulsionara al sentirse sin escape y yo no hice nada para que fuera diferente. Al fin se había cumplido lo que por tanto tiempo soñé.
       
         FIN.

Holaaa mis suicidas hermosos, al fin ha concluido ésta corta historia pero con un gran valor para mi... Espero les halla gustado y no me maten, aun queda el epilogo.

Mi SuicidioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora