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El viernes había llegado más rápido de lo que esperaba. Jorge había pasado a recogerme temprano según para estar seguro de que llegara y además de que llevara el jersey con su apellido aunque para ser honesta no tenía ganas de usarlo, no quería miradas sobre mí, había tenido suficiente con la atención recibida durante la semana.

El partido había pasado bien hasta ahora, la defensiva del equipo lo estaba haciendo de maravilla, jamás los había visto jugar de tal manera. Los del equipo contrario apenas habían logrado entrar a nuestra zona y a pesar de que Jorge no estuviese como quarterback, se había puesto a practicar sus atrapadas y hoy parecía todo un profesional, lo juro.

―¡Vamos Jorge! ―grité al mismo tiempo que brincaba sobre las gradas, consideré que tenía bastantes fotos del equipo y había optado por apoyarlos aunque fueran los últimos cinco minutos.

El partido continuó increíble. Los del otro equipo estuvieron a punto de entrar a la zona de anotación de nuestra escuela pero no lo lograron gracias a que Tomy, uno de los chicos de la defensiva, lo había tacleado de un manera brutal, lo juro, el chico salió volando de la cancha.

El árbitro sonó su silbato para dar por terminada la primera mitad del partido, el medio tiempo normalmente lo usaban para relajarse y hablar de las jugadas recién hechas, por lo tanto, todos iban a los vestidores.

Estaba viendo las fotografías que había tomado cuando mi celular comenzó a vibrar en la bolsa de mi pantalón, era un mensaje de Jorge.

Te vi brincando en las gradas, no lo hagas ¿quieres? puedes pisar mal y caerte.-J

Descuida, seré cuidadosa.-M

Te quiero Lane.-J

Yo a ti Blanco.-M

Al cabo de quince minutos los chicos salieron de los vestidores y volvieron a sus posiciones, la parte ofensiva fue la que entró, o sea que Jorge jugaría.

El partido comenzó y el equipo de la escuela logró hacer una anotación y un punto extra, era increíble ver todo el apoyo que el equipo tenía por parte de los estudiantes. Muy pocas veces habíamos llegado a las semifinales, por lo tanto, esto era un gran logro y todos estábamos agradecidos por eso. Tal vez sería el año en que se pusiera el nombre de la escuela en alto.

Estaba tan emocionada que decidí hacer caso omiso a la indicación, o mejor dicho, sugerencia de Jorge y seguí brincando en las gradas y también me detenía a tomar algunas fotos, pero ¡oh gran sabio Jorge!, ¿Por qué no te hice caso y me porté como una mala novia?, hice un movimiento en falso, lo que hizo que mi pie pegara con el borde y no completamente en la grada y caí.

Entonces todo fue negro.

+ + +

―Está despertando ―dijo alguien a mi lado―, Lane ―era la voz de Jorge.

―Blanco ―sonreí con los ojos entre cerrados.

―No quisiera decir te lo dije, pero te lo dije ―pausó―. Te dije que no brincaras así en las gradas.

―No creí que me caería ―solté una pequeña risita un poco nerviosa―. ¿Me rompí algo?

―Sólo fue un esguince en el tobillo ―se sentó a mi lado sobre la cama― pero el doctor dijo que si no tienes cuidado podrías llegar a fracturarte.

―No volveré a saltar en las gradas ―Jorge sonrió―, lo prometo.

Después de recetarme un par de anti inflamatorios el doctor me dio de alta, no sin antes decirme que era recomendable usar una férula por un par de días.

No podía creer que mis amigos me tenían en el hospital, a veces podían llegar a hacer demasiado drama por una caída.

Jorge me ayudó a levantarme y se ofreció a llevarme a casa ya que nadie más podía venir por mí. Mi mamá se encontraba trabajando y llegaría tarde, como siempre.

+ + +

Llevaba ya un rato peleando con Jorge, bueno, tanto como pelar no, en realidad desde que me había traído a casa se la había pasado molestándome y lanzándome almohadas, se estaba tornando un poco fastidioso y comenzaba a enojarme.

―¡Que no Jorge! ―le lancé la almohada―. Estás sacando provecho de que tengo mi pie con un esguince ―lo miré mal y este se lanzó sobre la cama―. Deberías estar consintiéndome o algo así.

―Bueno ―besó mi mejilla―, ¿qué quiere mi hermosa novia de comer? ¿Gelatina?

―Estoy segura de que no sabes ni hacer gelatina ―reí.

―Estas en todo lo correcto, pero puedes enseñarme ¿no? ―sonrió.

―Pero ayúdame a levantarme Blanco ―sonreí.

Jorge me tendió la mano y yo la tomé, me ayudó a bajar las escaleras y apuesto que si un caracol hubiese estado bajando las escaleras, éste hubiese llegado más rápido que yo.

Cuando por fin llegamos a la cocina, me senté en uno de los bancos del desayunador y desde ahí le fui indicando que cosas debía sacar.

―¡Eso es grenetina! ―grité mientras reía.

―¿Qué no es lo mismo? ―me miró confundido― .Grenetina, gelatina, ambas llevan g y tina.

―No Blanco ―negué―, la grenetina le da la consistencia a la gelatina, y el polvo de la gelatina ya la contiene ―expliqué con cierto tono de obviedad y giré los ojos―. Si buscas bien, en la siguiente puerta están los sobres de colores.

Lo vi agacharse a la puerta y sacar un sobre muy parecido al de la grenetina ya que era de piña.

―Yo la veo igual ―pausó―. ¿Ahora qué sigue?

―Pon a calentar un litro de agua ―sonreí.

―Entendido ―dijo mientras sacaba un traste para calentar el agua.

Pasaron cinco minutos y Jorge no dejaba de ver el agua mientras se calentaba.

―Por más que la mires, el agua no se va a calentar más rápido ―me miró.

―Esto tarda mucho ―hizo un cara de fastidio y bufó.

―¿Querías aprender o no? ―arqueé una ceja.

―Bueno, sí pero...

El agua comenzó a hervir.

―Ya está hirviendo ―le señalé el traste―,ahora disuelve el polvo de la gelatina en el agua.

―¿Este? ―alzó la bolsa de gelatina y asentí.

―Ahora mézclalo y viértelo en los moldes...

―¿Qué moldes?

Este chico iba a volverme loca.

―Los que están en la puerta que tienes justo arriba de tu cabeza ―señalé.

―Gracias ―sonrió y se estiró para sacarlos, luego vertió el líquido.

―Ahora a esperar a que se enfríe para que podamos meterlos al refrigerador ―sonreí.

Nos fuimos a sentar al sillón y prendimos la tele, estaban dando la película del Día de los enamorados.

Mis piernas se encontraban descansando sobre las piernas de Jorge quien se encontraba a un metro de mí.

―Jorge, basta ―me reí―. Harás que mueva mi pie y no quiero lastimarlo.

―¡Oh vamos! ―sonrió―. Solo son cosquillas.

―Pero es mi pie lastimado ―hice una expresión de tristeza―. Por cierto ¿Cómo quedó el marcador?

―Luke me dijo que ganaron quince a seis.

―Sabía que ganarían ―sonreí.

―¡Ahora estamos en las finales! ―gritó y luego se inclinó y me besó dulcemente.

+ + +

THE LUCKY ONE -ADAPTADA {Jortini}-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora