Vanesa

16.5K 111 2
                                    

Noviembre 2000

Estaba tumbada sobre la cama envuelta en la toalla que había utilizado para secarme después de la ducha, era la habitación de Vanesa, habíamos salido a celebrar cumpleaños con unas semanas de retraso y para nuestros padres nos inventamos la historia de que habíamos ido al cine a la sesión y que luego dormía en casa de mi amiga, pero la realidad es que habíamos aprovechado mis recién estrenada nueva edad para entrar en una discoteca y aprovechado para probar por primera vez el alcohol y sin faltar del todo a la verdad volver a dormir a casa de mi amiga, pero un poco más tarde.


Así pues habíamos llegado según el plan previsto a la casa de mi amiga Vanesa, mis padres habían accedido que pasase la noche fuera de casa después de hablar con los padres de Vanesa que por su parte no parecieron darse cuenta de ese ligero aliento a licor que se escondía debajo del fresco olor a menta de la media docena de chiches que nos habiamos comido para disimularlo.

Mientras era el turno de Vanesa en la ducha, yo descansaba echada sobre la cama de invitados contigua a la suya que habíamos desplegado antes de ducharnos. Ahí estaba yo contemplando ensimismada los reflejos de la lámpara del techo mientras intentaba que se me calmara ese ligero mareo que me había dejado aquel primer contacto con las bebidas espirituosas, cuando finalmente Vanesa salió del baño secándose la cabeza. Aunque no era la primera vez que la veía desnuda no me había fijado hasta entonces en que su cuerpo también se había desarrollado y al parecer de manera más evidente que el mío. Los frutos que se mecían al compás de su movimiento mientras se secaba el pelo con bruscos movimientos de toalla, asemejaban por su tamaño a dos mangos coronados por dos grandes guindas rojas, pude ver curvas desconocidas en ella hasta entonces en sus caderas y entre las piernas tenía una alfombrilla de pelo rubio aun brillante por la humedad de la ducha donde hace no mucho solo había una pelusilla rubia y que además parecía recortada formando una especie de trapecio perfecto.

Aparté la mirada avergonzada, aunque ella no pareció darse cuenta, y me fije en sus ojos vesdes y larga melena que a los pocos instantes volaba alejándose del fuerte aire del secador de pelo, junto con aquellas facciones proporcionadas y dientes perfectos pensé sonriendo bajo los efluvios del alcohol que si no le iban bien los estudios siempre podía ganarse la vida como modelo. Se acercó al armario que había junto a mi cama y al agacharse a hurgar en los cajones tuve que reconocer quizás debido a mi estado de ebriedad que era una agradable vista aquel perfil desnudo y con sus dos mangos maduros meciéndose a apenas tres palmos de mi cara, deseando que alguien los recolectase. Me pregunté si el chico con el que había empezado a salir hacía unos meses había tenido ya una vista parecida a aquella, ¿los habría tocado?, ¿se los habría metido en la boca?, por mi mente no dejaban de flotar extraños pensamientos muy poco habituales en mi y me divirtió ese efecto de desinhibición y audacia que provocaba en mí el alcohol.

Se puso unas sencillas bragas blancas y un pijama amarillo que sacó del cajón y acto seguido me lanzó algo similar a mi para que me vistiese. Me cambié sentada en la cama procurando enseñar lo menos posible de mi cuerpo, pues ya se sabe que las comparaciones son odiosas y en esta creía no iba a salir bien parada, además los chupitos que nos habíamos tomado no habían vencido del todo mi habitual timidez. Por suerte Vanesa tampoco pareció mostrar ningún interés en realizar comparaciones ya que apenas se fijó en mi menudo cuerpo, pero igualmente no pude evitar una sensación de pudor hasta que logré colocarme aquellos simples pedazos de tela que cubrían mis vergüenzas.

Finalmente, ya ella en pijama y yo con una sencilla camiseta vieja sobre la ropa interior juntamos camas para poder charlar como cotorras como hacíamos siempre que dormía en su casa o ella dormía en la mía y nos acostamos sin ninguna intención de ir a visitar a Morfeo sino más bien a Ogmios Dios de la elocuencia, así pues hablamos durante un buen rato sobre lo bien que lo habíamos pasado, en los chicos que habían intentado ligar con nosotras (muchos más con ella que conmigo) y ella me habló de su novio, dejando caer sin darle mayor importancia la bomba de que ya se habían masturbado mutuamente y que estuviera pensando en acostarse con él en un futuro más próximo que lejano. No pude evitar sentirme como una niña a su lado.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 24, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Diario íntimo de mi adolescenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora