Mi Color Favorito ||TERMINADA||

《Maya》

-Mira, no sé que es lo que le pasa conmigo. Sólo sé que desde que me dijo aquella declaración para su enamorada se volvió distante. - Dije, a mis dos mejores amigas que estaban expectantes de saber el por qué de mi tristeza. 

- ¿Qué decía esa nota? - preguntó Jeaneth.

- No lo sé, no lo recuerdo muy bien, algunas notas se las queda él y otras yo.

- ¡Intenta acordarte! - Me gritaron ambas.

Idiotas. Me las pagarán. 

- Yo sé que, dijo algo sobre que no sabía si le gustaba o atraía, pero que se sentía muy bien conmigo...digo, con ella, y que tenía un color favorito y que era yo...¡Digo ella! Ughh.

- ¿Dijo que tenía un color favorito? - Habló Amaya luego de un rato.

Asentí.

- ¿Y que eras tú? - Habló ahora Jeaneth.

Asentí, y luego negué.

- Que no, que es ella.

Amaya y Jeaneth se miraron, luego a mi, luego a ellas, luego a mi, y así siguieron por algunos segundos más.

-¡Basta! Dejen de hacer eso, parece que me miran como si estuviera loca.

- Es que lo estás. - dijeron al unísono. 

- No lo estoy.

- Claro que sí, a ver, Maya Maria Antonieta de las Caracreces - Amaya siempre hacía eso de llamarme por mil nombres antes de darme su super discurso. - ¿Quién se la pasa peleando para que él tenga un color favorito?

- Yo.

- ¿Quién siempre le dice chico-anti amarillo y que no se rendirá hasta que tenga un color favorito? - Dice esta vez Jeaneth.

- Yo.

Creo...que ya voy entendiendo.

- ¿Qué dijo Ethan en esa nota? - Habló Amaya de nuevo.

- Que su color favorito era yo...

- ¿Y eso que significa? - terminó Jeaneth.

- Que...que yo le gusto. Que yo le gusto a Ethan...¡Que yo le gusto a Ethan!

Las chicas chocaron sus palmas al verme reaccionar y yo solo quise matarlas con la mirada.

- ¿Y por qué no me lo dijeron antes? - Dije ya un poco desanimada ya que inconscientemente rechacé a Ethan.

Ay Dios, ¿y si me odia?

Lo más probable.

- Pensábamos que te darías cuenta tú solita, cariño.

Jeaneth me miró con ternura y Amaya no hizo más que asentir. Y yo me sentí un poco mal.

- Pero ya vemos que tienes un cerebro de papa.

Admito que eso me hizo reír.

- Gracias, Amaya.

- A la orden, cielo. - Dijo tirando un guiño.

Las tres reímos. Pero volví a mi estado de tristeza.

- ¿Y que harás?

- No lo sé, Amaya, es un poco difícil. Después de todo prácticamente lo rechacé. 

- Pero, ¿él te gusta?

Lo pensé.

- Sí, me gusta, y mucho. - dije con mis mejillas sonrojadas a más no poder.

- Entonces ve tras él y pídele disculpas por lo tonta que fuiste. - Dijo Jeaneth.

La miré, por segundos, o minutos, no lo sé. Tal vez tenían razón, debía hablar con Ethan, con mi Ethan.