Insomnio.

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En tres días regresaba a su habitación. Tendría que retomar las clases, pedir apuntes, hacer deberes, lavar ropa..., comer algo que pareciera comestible, nada como esa pastosa comida de hospital. Definitivamente nada como la comida con la que se había alimentado por dos semanas. Si, sería bueno salir de ahí.

Posiblemente Astrid la estaría esperando con un interrogatorio sobre cómo había llegado a estar internada en la enfermería de el –sin pensar en la maldita redundancia–internado, y posiblemente..., no, posiblemente no; y SEGURAMENTE inventaría una gran excusa de como que se fracturó la pierna al caer de las escaleras para salir de esa sin que nadie supiera, una vez más.

Y tranquilamente seguiría con su vida como si nada de eso hubiera pasad... Oh, por dios, ¿Qué diablos era ese maldito ruido?

___Capítulo dos: Insomnio___

[PRIMAVERA]

¿Que hora era? ¿Dos? ¿Tres de la mañana...?
Sabía que debía dormir ahora, ¡llevaba contando doscientos cincuenta borreguitos y no funcionaba! Si, debería parar con su inmadurez y aceptar que lo único por lo que no podía dormir era por esa estúpida tormenta eléctrica que había arrasado con Shelter Heighs.

Maldición, era primavera. ¿Desde cuando llovía en primavera?

El clima se contradecía con la época del año. Se suponía que a estas alturas todos los alumnos estarían quejándose del calor, pero no. De cualquier modo, a Elsa le agradaba el frío a decir verdad. Era lindo imaginarse a ella misma junto a la persona con la otra punta de su hilo rojo abrazados junto al calefactor compartiendo un rico chocolate caliente.

Pero, por desgracia, las cosas nunca eran así de simples. Si tan solo supiera quien tenía su jodido hilo. Sin mencionar que ni el calefactor de el cuarto de enfermería funcionaba.

Elsa frunció el entrecejo con frustración al escuchar nuevamente los quejidos que salían de parte del muchacho en la camilla a su derecha y bajó de la suya para caminar hasta el gran calefactor de metal.

¿Por qué demonios no arreglaban eso? Debería haber sobrado un poco de los cientos de miles que cada alumno pagaba por estar en tan 'prestigioso' internado, de lo contrario, ese bonachón director no estaría pudriéndose en dinero.

Enserio..., ¿Que era ese maldito ruido?

Y para ese momento la paciencia de Elsa había ido a parar hasta quien-sabe-dónde y golpeó con su pie descalzo el aparato inservible.

– ¿¡Que rayos es lo que te sucede!? – Exclamó la chica de mente soñadora, volteándose hasta mirar al pequeño bulto bajo las sabanas en la cama de el peliblanco – ¿Jack? Oh, por dios.., Jack, ¿Le tienes miedo a los truenos?

– Puff, N-No – la vocecilla quebrada del joven le hicieron saber a la muchacha de cuan asustado estaba, y sin pensarlo demasiado rió levemente. Fue entonces cuando el cielo se iluminó y el sonido de un relámpago interrumpió su risa burlesca– ¡A-Ah!

La rubia resopló en burla mientras negaba lentamente con la cabeza, solo para después caminar hasta quedar entre su camilla y la de Jack. Colocó ambas manos en los tubos de metal para jalar de la camilla más cerca a la de el peliblanco pero inmediatamente se retractó al no lograr moverla en lo absoluto.

– Jack –Llamó la chica mientras hacía un pequeño puchero con sus labios al no lograr hacer que el joven le prestara atención– ¡Jack, hazte a un lado!

– ¿¡Qué!? – Eso si lo había hecho parar de golpe, logrando un ligero dolor de cabeza de el que se deshizo al sacudirla levemente. Había visto las intenciones de la platinada al momento de mirarla levantar las sabanas un poco mientras llevaba con su otra mano una almohada blanca– ¿Planeas dormir en mi cama? ¿¡Qué, estas loca?!

– Tranquilo, no te tocaré –Bufó Elsa mientras intentaba meter un pie dentro– por favor... Ja~ck

– B-Bien – el albino se recorrió con fuerza hasta el otro extremo de la camilla mientras miraba a Elsa acostarse a su lado, quedando uno enfrente de el otro– No lo hiciste por ti, ¿No?

– ¿De que hablas? –habló la chica en apenas un susurro.

– ¿Por qué quieres dormir conmigo? – se atrevió a preguntar después de un tiempo.

Elsa abrió y cerró la boca repetidas veces, en el intento de hablar pero nada salía de sus labios.

¿Debía decirle que estaba preocupada por el? No sentía que fuese un buen momento.

No, definitivamente no era el momento apropiado. Debía inventar una estúpida excusa.

– Yo.... ¡No dejabas dormir con tus malditos quejidos! Son las tres de la mañana, la gente normal necesita dormir, ¿Sabes?

Y eso fue lo mejor que se le ocurrió.

– Ya veo..., lo siento– susurró en respuesta– rompes mi corazón, ¿sabes? Pensé que estabas preocupada por mi –le dijo Jack en burla, todo por no caer en un momento incomodo como cuando el tema de sus familias salían a la luz.

Su corazón latía a mil por hora.

No sabía cuál era la razón, pero así era.

Le dolía el pecho y sus manos temblaban heladas por los nervios. Y por supuesto, Elsa no estaba en condiciones tan diferentes.

Nunca había estado tan cerca de una chica como para sentir la respiración el uno de el otro. Y era por obvias razones que quería olvidar por un momento.

– Bueno, Jack...–dijo Elsa, con una idea que iba a poner en práctica a continuación.

Algo con lo que podría ganar una buena hostia en la cabeza, pero, ¿Que era la vida sin riesgos?

Se acercó con cautela al cuello de Jack y sopló lentamente allí. Sin contacto físico ni explicaciones, algo simple y llanamente inocente.

– ...E-Elsa...

Jack solo quedó paralizado, recibiendo con los ojos cerrados el frío aliento de su acompañante. Elsa, luego de que dejase un claro estremecimiento en el cuerpo del Frost mayor, se dirigió a su oído y susurró:

– Si..., estaba algo preocupada por ti.

Y Jack definitivamente le ordenó a su corazón no acelerarse más, o no podría vivir otro día para contarlo.

Lo tenía con los sentimientos a flor de piel, sorprendiendo a cada trazo de lunares en su cuerpo.

Elsa se separó, satisfecha por la reacción de el joven y se giró hasta quedar a espaldas de el peliblanco.

– Descansa, Jack.

Ahora definitivamente quien tendría el insomnio sería Jack.

Un solo hombre [Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora