Héroes.

350 45 15
                                    


De tipos de héroes había tantos como colores.
Unos inteligentes y otros fuertes. Desde los que preferían ocultar su rostro hasta los que usaban capas. Pero, después de todo, eran solo... héroes. Sin más ni menos.

Primero estaban los típicos personajes ficticios con superpoderes; quizá con la habilidad de volar, o tener súper fuerza.  Y luego estaban los reales, de esos que endulzaban la sal y hacían que salga el sol. Los que convierten las lágrimas en sonrisas, de esos padres que aprendieron a ser buenos hijos y que se convirtieron en padres para hacer de este mundo un lugar mejor. De esos que hablan de amor incluso después de haberse quebrado en pedazos.

Esos héroes, de uno en particular, era lo que más le hizo falta a esa pequeña rubia que ahora se encontraba con las muñecas heridas y el corazón roto.

Y por más que dijeran que no necesitaba de uno para rescatarse de ese agujero, lo único cierto es que, ella no podía sola.

Solo le faltaba eso, un... héroe.

___Capítulo tres: Héroes___

Según desde el punto de vista de Elsa, preguntarle a alguien cuando dejó de creer en Papá Noel es tan ridículo que no sirve ni para armar una conversación estúpida. Porque, ¡Dios mío! ¿Como creer en un viejo gordo, vestido de rojo y una larga barba blanca que entra a tu casa por la chimenea mientras tú duermes? Incluso llegaría creer que es aterrador.

¡Además!, ¿Cómo demonios logra entrar por la chimenea estando tan gordo como dicen? ¿Y si no tienen chimenea, que eh?

Era absurdo, ¿Cómo creer en un holgazán que solo trabaja una noche al año y que explota a unos pobres venados con tanto peso?

Y sinceramente, si le preguntaban a ella por cuánto tiempo creyó en un anciano que daba regalos de diestra a siniestra, podía decirlo con seguridad: ella nunca creyó en él. Después de todo, ¿cómo creer en un señor que no fuese su padre cuando incluso nunca creyó en el suyo?

Para esa época no era más que una niña precoz que cuestionaba la existencia de un señor bonachón que tenía una lista de niños malos y daba carbón a quienes se portaban mal.

Ella siempre supo que los regalos eran de sus padres y agradecía que quisieran conservarle la inocencia, pero..., ella ya la había perdido en cuanto vio a esa señora que besaba su padre en su despacho.

Ahora, si le preguntabas por cuánto tiempo creyó en héroes, princesas, villanos y príncipes azules, bueno..., no se dio cuenta de que no eran reales hasta un buen tiempo después. O, bien, probablemente sabía que la vida no funcionaba como en los cuentos de hadas, e incluso podría decir que sabía, en lo más profundo de su ser, que todos ellos no existían. Y por más que deseara que lo hicieran, debía aceptarlo... la vida era un perra.

– ¿Cuál es tu héroe favorito, Jack? –preguntó la muchacha mientras comía con un mohín las espinacas en su plato.

– Hmm...., ¡Joker!

– Ese es un villano –bufó Elsa, frunciendo el entrecejo.

– Si, era un hijo de perra. Me gusta –la rubia profundizó su ceño fruncido y miró a Jack, quien se encogía de hombros sin dejar de comer su sándwich.

– ¿Estás diciendo que estás de el lado de los villanos?

– Estoy diciendo que el Joker era genial –corrigió.

Un solo hombre [Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora