Sauco

Capítulo 4

Una fina capa blanca aún más fría que el hielo y que quema aún más que el fuego

El sol resplandeciente blanco refulgente empezaba a asomarse en el horizonte; la tierra antes negra comenzó su metamorfosis al blanco con un delicado color gris metálico y esplendente, el cielo del mismo modo cambio su negro. Los arboles azul brillantes ante la luz del sol, parecían recobrar sus fuerzas luego de una gran jornada de trabajo o despertar de un largo sueño al roce de la cálida luz del sol.

El cielo, el sol y la tierra mostrándose para todos de un blanco puro y luminoso, confundiéndose los tres en un solo horizonte. Las casas negras, los arboles azules y las personas de tez blanca y ropas con los colores del Rey; a contraste extremo con el color principal en el día, el relieve de la Reino no es escaso las montañas abundan en los alrededores lejanos a la ciudad central, algunas completamente azules por la densa vegetación o con manchas negras por los pueblos.

Aún siendo apenas el amanecer muchas personas deambulaban por la ciudad haciendo las compras u ocupados con sus trabajos, la ciudad central del reino se ubica en un extenso valle con colinas y  bosques azules; en la colina más alta donde los arboles más grandes y viejos descansan imponentes, en altura; casi cuarenta metros, tras ellos se alza el palacio aún por sobre los arboles tan alto que la vista desde los elevados pisos casi iguala la que se tiene desde la cima de la montaña Trelar, la más alta del Reino.

Desde una de las ventanas de una de las torres, Sauco observaba todo con una gran sonrisa en el rostro y un brillo de anhelo en sus ojos negros, el deseo por salir y vivir aventuras se le instaló en el pecho; ese mismo que la hizo ir por la katana de la historia, ese mismo que la hizo sacar las dagas de su caja, ese mismo que la hizo robar las dagas en primer lugar y por primera vez en muchos meses se planteó la idea de salir del palacio. La ciudad central; Sauco no la conocía más que por su ventana, ella nunca salió del palacio, en teoría al menos…

Siete de los hijos del rey llegaron al palacio siendo bebes de un mes de edad, los ocho hijos del Rey fueron confinados a sus torres hasta cierta edad, cuando, salieron todos al mismo tiempo.

Erem termino sus estudios básicos a los ocho años, su coeficiente intelectual es el de un genio, salió por primera vez de su torre a los diez años y fue la primera vez que entro a la biblioteca cuando su amor por la estrategia nació y abandono los estudios generales para dedicarse solo a la estrategia y planeamiento, en la cena de encuentro él no desistió de mostrar a todos que era un genio y que su intelecto estaba sobre el de ellos.

Dereck salió a los nueve años y lo primero que hizo fue escapar del palacio, él falto a la cena de encuentro para recorrer la ciudad de lado a lado así fue como conoció al Duque Barma; en una taberna de mala muerte sellando un trato con un criminal, cuando el Duque se percató de la presencia del niño y que lo había escuchado todo, pensó en matarlo; no dejar cabos sueltos. Habria sido lo más  sencillo.

Pero de algún modo en ese oscuro callejón el niño convenció al Duque de que le seria de ayuda y desde los nueve años Dereck comenzó a trabajar para el Duque Barma. Cuando regreso al palacio al día siguiente recibió una gran reprimenda por parte de su padre, la cual tan solo ignoro.

Ocho años estuvo Asalyan encerrada en su torre, estuvo días preparándose para la cena de encuentro. Vistió un bonito vestido hecho especialmente para la ocasión y al conocer a sus hermanos fue amable con todos y sonrió a su padre y a su madre quienes la visitaban cada semana en su torre como hacían con todos sus hijos.

Gruter tenía siete al salir, corrió hacia la ventana del pasillo desde donde se apreciaba claramente la ciudad y sus habitantes, tenía su cabello rubio lacio y por los hombros, su mirada era inocente y sincera incluso tierna. En la cena de encuentro se mostró sonriente y fue amigable con todos, aunque no todos le respondieron de la misma manera.