Capítulo 2

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Cinco días atrás

Sentado en su silla de capitán esperando el anuncio de que habían llegado a su destino, Ben no podía evitar hacer un recuento de lo que había sido su vida hasta el momento. La misión a la que habían sido asignados era sumamente peligrosa. A él le preocupaban sus hombres. Sabía que en su tripulación se encontraban varios padres de familia y otros que habían dejado a sus seres queridos atrás para enfrentarse a esta nueva amenaza. Entendía muy bien que estaban más que preparados para la misión sin embargo siempre existía esa preocupación por los seres queridos que habían dejado atrás.

Él por el contrario, estaba solo. Sus padres habían muerto varios años atrás. Todavía los extrañaba aunque había superado el dolor de su ausencia. Tampoco tenía mujer ni hijos por los cuales preocuparse. Había pasado un año desde que se enfrentó nuevamente al hecho de haber perdido un amor. Ya estaba acostumbrándose a la soledad.

Primero Marie, la novia a la que había amado con todo el corazón, había muerto en un terrible accidente, consecuencia de un atentado en contra suya. Resultando ella, víctima inocente en todo aquello. En esa ocasión quedó con el corazón maltrecho. Pensó que nunca más podría amar a nadie de la misma forma e intensidad que había amado a Marie. Cinco años más tarde se había arriesgado, se había dado una nueva oportunidad en el amor y había perdido nuevamente. Annie, había sido su alumna en una clase de vuelo. Su romance apenas había comenzado cuando fue asignada a una nave que la llevó lejos por un tiempo. Ella buscaba acción y aventura, él se había propuesto protegerla incluso de sí misma. Fue dada por muerta durante una misión. Sin embargo había sido secuestrada y vendida en un planeta fuera del borde. Terminó casada sin querer con su mejor amigo. Ahora ellos vivían felices. No le quedó más remedio que aceptar la situación y alegrarse por ellos.

La vida no había sido justa con él. En este momento se sentía más solo que nunca. No obstante el hecho de pensar en enamorarse nuevamente no estaba en sus planes. Había decidido que el amor no formaría parte de su vida. No se consideraba uno de esos pocos afortunados. El amor y él no eran compatibles.

Decidió cambiar su vida y dejó su confortable trabajo como instructor de vuelo y regresó al frente de batalla. La continua lucha y una ocupada agenda le mantendrían la mente y el espíritu enfocados en otras cosas. Le asignaron la mejor nave de la flota. Su antigua fama como uno de los mejores pilotos de combate le precedería. Esperaban lo mejor de él y no iba a defraudarlos.

Luego de varios años de lucha contra los Grox, que los había reducido en cantidad y obligado a vivir en un planeta fuera del borde, estaban de regreso. Mucho más feroces y organizados que antes. Muchos de ellos se habían adaptado a la vida en los planetas exteriores y habían acatado las leyes. Algunas de estas les permitían comprar esclavas en subastas abiertas para luego utilizarlas en sus rituales y sacrificios, siempre y cuando no atacaran las mujeres humanas libres. Sin embargo un grupo rebelde de Grox se negaba a aceptar esas leyes. Eran desalmados y mataban por placer, no para comer o para sus sacrificios. Se sentían oprimidos y se rebelaron contra todos los humanos y su estilo de vida. Habían aprendido a utilizar las armas humanas y las usaban en los ataques que perpetraban en los distintos planetas que invadían a su paso. Aun cuando en su cultura usar armas estaba prohibido, ya que para eso tenían sus puntiagudos dientes y sus afiladas garras. Pero este nuevo grupo había roto con todo eso, lo que los hacía mucho más peligrosos.

Dejando sus pensamientos atrás volvió a centrarse en su misión. Se encontraba de camino a un pequeño planeta, que al parecer había sido invadido por los Grox, y que habían convertido en su base de operaciones. Su misión, rescatar al regente y cuantas personas pudieran, mientras otros escuadrones se encargaban de los ataques a sus facilidades y a evitar que se movieran a otros planetas cercanos. Faltaban unos minutos para llegar a la estación espacial de Elnath. Allí se abastecerían de provisiones y combustible para llegar a Kepler. Sabía que sus soldados le agradecerán un poco de libertad por unas pocas horas, antes de continuar hacia su destino. Sería la más peligrosa misión que cualquiera de ellos enfrentaría en su vida y estaban un poco nerviosos. Él, por el contrario, ya se había enfrentado a los Grox en varias ocasiones. Como capitán del Glorius sería quien mantuviera la calma entre sus hombres y les instruyera sobre cómo enfrentarse a ellos de ser necesario. No estaba dispuesto a perder a ninguno de ellos mientras estuviera en sus manos. Confiaba plenamente en sus soldados. Estaba seguro que la misión sería un éxito.

cuando el amor llega de polizónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora