Capítulo 3

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Ben entendía muy bien a lo que la chica se refería. Entendía el sentimiento de culpa que estaba sintiendo. Él había vivido en carne propia la pérdida de sus seres queridos. Sufrió cuando murió Marie, también cuando perdió a su amigo mejor amigo y su escuadrón en un ataque en el cual el no pudo acompañarlos. Cuando perdió a Annie en una misión de rescate, de la que no pudo persuadirla que rechazara. La muerte de las personas que quería o que habían sido importantes para él le había afectado mucho. Se sentía culpable de estar vivo mientras que ellos estaban muertos. Por supuesto que la entendía. También entendía el alivio de saber con el tiempo, que algunos de ellos se habían salvado y haber vivido para verlo. Si ella hacía algo sin pensar en las consecuencias, se arrepentiría mientras viviera. Eso en caso que viviera por mucho tiempo luego de enfrentarse a los Grox.

—No puedo hacer más por ti aseguró el hombre tratando de que entrara en razón. — Lo lamento mucho.

—Claro –dijo Pat derrotada. En el fondo sabía que él tenía razón. Era sumamente peligroso y podría costarle la vida. Aun así no iba a desistir. Continuó con su labor mientras en su mente tomaba decisiones más serias. «Si no es con él, buscaré ayuda con cualquier otro» pensó decidida a lograr su objetivo. «¡Tengo que cumplir con ,mi misión! Luego buscaré a mi familia y estaré con ellos no importando lo que suceda.»

Ben observaba a Pat trabajar mientras se tomaba su cerveza con calma. Esa chica no tendría más de veinticuatro años y era mucho más valiente y decidida que muchos soldados que conocía. Y eso le preocupaba. De cierta forma la situación de la muchacha le concernía y temía que fuera a hacer una tontería.

La aparente tranquilidad que reinaba en el bar cambió cuando un grupo de hombres de Gliese 436B, mejor conocido como el planeta de hielo, entró al bar haciendo alboroto. Era bien sabido que eran unos aliados muy poderosos. Podían resistir las más difíciles condiciones climáticas. Ben sabía que un escuadrón de sus soldados vendría a colaborar con la flota por que se encontraban en el área. Eran hombres de una excelente condición física. Pareciera como asistieran al gimnasio las veinticuatro horas del día. Rara vez salían de su mundo, pero cuando lo hacían las mujeres de todas partes se volteaban a verlos. A pesar de ser considerados unos excelentes combatientes los gliesianos tenían un problema de actitud. Se consideraban seres superiores y no tenían consideraciones hacia las razas más débiles. Consideraban las mujeres como un objeto de propiedad e inferiores. No las veían como sus iguales aun cuando las mujeres gliesianas eran mucho más fuertes y hermosas que las de cualquier otro mundo.

Observó como uno de ellos se levantó de la mesa que habían ocupado al fondo del bar y se acercó al mostrador. Tenía su mirada fija en Pat. Por la forma que la miraba sabía cuáles eran sus intenciones. Una mujer tan delicada como ella no resistiría un acercamiento físico con un hombre como aquel. Una vez que Pat descubriera hacia donde se dirigían sería presa fácil de ese soldado. Ella le había dicho que sería capaz de todo con tal de que la llevaran al Kepler.

El gliesiano pidió una cerveza. Pat se la entregó con una sonrisa, pero al tomarla el gliesiano se apoderó de la mano de la chica. Ben esperó ver alguna indicación de disgusto en el rostro de la mujer, pero ésta se mantuvo firme conservando su sonrisa.

«Eso no está bien» pensó Ben mientras continuaba observando disimuladamente y veía como la chica interrogaba al soldado y obtenía las respuestas que quería. «Está loca si piensa en ir a su planeta con ese grupo de soldados. Ellos no le tendrían ninguna consideración. La tratarán como a un objeto y posiblemente harían turnos para entretenerse con ella. Luego la dejarían a su suerte. Esta chica no puede confiar en ellos» pensó atormentado mientras terminaba su cerveza de un golpe y le hacía un gesto a la muchacha para que le trajera otra.

cuando el amor llega de polizónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora