Nunca nada sucede porque sí. Y si me hubieran advertido que con una simple decisión sería el principio de mi propia destrucción, no hubiera cambiado absolutamente nada.
Era como buscar dolor.
Y os diré algo.
Maldito masoquismo que provocó ese infinito deseo de aferrarme a lo que me destruye.
Como si abrazara a alguien que está lleno de agujas.
Me daba igual acabar desangrada.
Maldita agonía de querer adaptarme a cualquier cosa con tal de mantenerme al lado de lo que me destruye.
Maldita de mí por esta adicción indestructible a equivocarme.
Yo estaba dispuesta a cualquier cosa. Incluso al dolor.
Por eso mismo.
Por parte, lo buscaba. Pero no lo merecía.
Y por otra parte, lo aceptaba.
Aceptaba cualquier tipo de destrucción con tal de recibir un beso más.
Una caricia.
Un abrazo.
Fui vulnerable ante unos labios que supieron hacerme regresar siempre a por un beso.
Fui insegura ante la fuerte personalidad de un alma libre.
De un alma libre que se negó a que yo también lo fuera.
Por eso siempre prefirió dejarme atada.
Cortando las alas de aquella que lo conquistó tocando las nubes.
Le hice entender que estaba dispuesta a esperar en el suelo para evitar cualquier tipo de impacto si su vuelo salía mal.
Le di el privilegio de volar. Mientras yo observaba desde abajo.
Tóxico como cualquier gas capaz de pudrirte por dentro.
Y besé.
Besé cada parte de su cuerpo como si fuera la última vez que lo hiciera.
Y dormí.
Dormí con los ojos cerrados rogando que no fuera la última vez.
Que no hubiera última vez.
Pero era indescriptible.
Indescriptible la manera tan absurda de ser valiente.
Me creía valiente.
Y ese era mi problema.
No se trataba de valentía. Se trataba de coraje.
Ambas cosas quedaron destruidas desde que lo conocí.
Llegó para quitarme todo.
Y me bastó con un beso para entenderlo.
Aquella boca acabaría con cada parte de mí.
Pero, ¿sabéis algo?
Fue cuando lo vi dormir. Y entendí también que nada en la vida me iba a hacer sentir tan viva.
Y le agradezco su adictiva manera de hacerme sentir.
El primer beso.
El primer "Te quiero".
La primera vez.
La primera pelea (de tantas).
El primer "No te vayas".
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Latiendo.
RomanceTe tuve en mi pecho. Sé perfectamente cómo lates. Vi lo peor de ti, y aún así decidí quedarme. Me enamoré de ti estando muerta, imagínate si me hubieras dado algo de vida en vez de arrebatármela del tirón. ¿Por qué tú? Solo tú has conseguido dormir...