Me hizo regresar a por un beso más.
No cualquier boca lo consigue.Ni tampoco cualquiera logra dormir conmigo incluso estando ausente.
Me hacía temblar sin necesidad de tocarme.
No necesitaba palabras.
Me hablaba aún estando callado.
Te tuve en mi pecho. Sé perfectamente cómo lates.
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Me quedé quieta durante unos minutos asimilando que quizás fuera la última vez que apreciaría su rostro tan de cerca.
Mis amigas me miraron y lo supieron. No hizo falta nada más.
- Creo que por poco te da un infarto, Daniela. - Soltó Cris y tras esto volví a caminar-
- No...- ¿A quién iba a engañar?- Joder, vale. ¿Lo habéis visto?
- Chad es un cabronazo. - Dijo Abi sosteniendo el cigarro entre sus labios antes de encenderlo- Pero está muuuuuuy bueno. - Abi alargó aquella palabra para confirmar que realmente lo estaba.
No dije nada y seguí caminando.
Joder.
Chad Collins.
La verdad que me sentí estúpida. No quería formar parte de ese ridículo grupo de chicas que se mueren por él. Porque existía.
No quería formar parte de esa ridícula lista de todas las chicas que se había llevado a la cama (teniendo en cuenta que nadie me había llevado a mí).
De repente supe perfectamente quién era. Me habían llegado miles de rumores sobre él que me pregunté en ese momento si todo era verdad.
Era incomprensible como alguien tan inmensamente atractivo podía tener esa fama. Fama de mala persona, de gilipollas. (Menos comprensible era que alguien como yo acabara fijándose en alguien como él).
Bah.
No iba a tener oportunidad ninguna. Para qué mentirme, ¿no?
Era Chad Collins, era mucho más mayor que yo, buscaba otro tipo de chicas en su vida... (o quizás llegaban solas).
Sabía que una vez se enamoró. Habían pasado unos cuantos años desde aquel entonces. Pero sabía que se enamoró de una chica. Después de ella, quedó irreconocible...(o quizás siempre fue de esa manera).
Pero de algo estaba segura.
Tenía. Que. Olvidarme. Por. Completo. De. Sus. Ojos.
Porque sí.
Porque no era justo para mí. (Desde luego no lo fue).
Pero también estaba segura de algo.
No me iba a quedar con las ganas de volver a verle una vez más.
Y gracias a eso estoy aquí.
Tratando de escribir y de contar todo lo que pasó.
Creo que para mí fue un reto desde que lo vi por primera vez. Me juré a mí misma que iba a conseguir cualquier objetivo en mi vida y él fue uno de los principales.
Tengo que admitir que cuando lo vi, algo de mí tembló y lo supe. Supe que las casualidades, a veces, no existen (o eso quería creer). Empeñada en que el maldito destino había sido el culpable de que aquel día me pasara la noche fantaseando en cómo sería su voz o a qué ritmo irían los latidos de su corazón.
Era conexión. Aseguro con toda confianza que fue conexión. Fue como si aquel día estuviera destinado. Como si alguien o algo hubiera hecho que ambos estuviéramos cruzándonos allí mismo.
Y si, llamadme tonta, pero fue inevitable creer que esto no dependía de nosotros. Era demasiado evidente que me cegué tanto al verlo por primera vez que me convencí de que por fin me sorprendía la vida.
Me entraron unas ganas irresistibles de conocerle. De comprobar si era un gilipollas o si solamente se trataban de rumores.
Me entraron unas ganas irresistibles de conocer absolutamente todo de él.
Digamos que alguien con esa portada tendría que tener un buen libro.
Digamos que alguien como yo necesitaba conocer a alguien como él.
Digamos que debía hacerlo. Como si fuera una obligación o simplemente estaba predestinado.
Obsesionada con el destino. Con que él formaba parte de mi destino. Obsesionada con una rutina que creía interminable. Con que él rompería toda aquella monotonía.
Hablé del tema conmigo misma.
No lo conoces todavía.
Existe la posibilidad de que sea un capullo y que se reirá de ti.
Pero... ¿y si...?
¿Y si acabara loco por ti?
¿Y si no lo intentas y pierdes la mejor historia de tu vida?
No se trataba de conquistarle.
Eso vino solo.
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Al día siguiente...
Creo despertarme de la siesta cuando recibí un mensaje de Abi diciendo que necesitaba salir.
Me aseguré de que yo no tenía nada por hacer y ambas decidimos vernos y tomar un café.
Usé unos jeans oscuros y de tiro alto, una camiseta blanca básica, recogí mi pelo en un moño y opté por unas zapatillas blancas.
Hablamos de todo. Sobre todo. Aunque yo seguía despistada pensando en Chad Collins y buscando la manera para captar su atención (sin saber que ya la tenía).
- No te imaginas a quién estoy viendo. - Abi estaba sentada delante de mí y miró por encima de mi cabeza. Golpeó mi pie izquierdo por debajo de la mesa y eso provocó que me girara.
Os juro que por poco me ahogo. (La de veces que me iba a sentir así desde ese día).
Iba con unos amigos. Para ser sincera, no recuerdo ni cuántos eran. Ni me importó.
Solamente me fijé en él. Y lo noté. Noté perfectamente la forma en la que me miraba. Lo supe. No solo me pasaba a mí. Es más, se negó a dejar de mirarme incluso hasta estando sentado detrás de mí.
- No deja de mirarte. Y eso que ni si quiera te tiene de frente. - Abi susurró.
No pude evitarlo y me giré hacia él descaradamente. Necesitaba confirmarlo.
Me sonrió y algo dentro de mí dio se sintió la mejor persona del mundo. Me giré bruscamente hacia Abi y cerré los ojos mientras me mordí intencionadamente el labio inferior.
Nunca había estado tan nerviosa. Ni si quiera un maldito examen en el que me juego todo. Ni si quiera un concierto de mi cantante favorito. Nada. Nada se puede comparar con él.
Se me aceleró tanto el corazón que por un momento pensé que saldría disparado por la boca.
Debía hacer algo.
No podía quedar así y sabía que yo no era lo suficientemente valiente para acercarme a él.
Tenía que hacer algo.
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Latiendo.
RomanceTe tuve en mi pecho. Sé perfectamente cómo lates. Vi lo peor de ti, y aún así decidí quedarme. Me enamoré de ti estando muerta, imagínate si me hubieras dado algo de vida en vez de arrebatármela del tirón. ¿Por qué tú? Solo tú has conseguido dormir...