Su dedo se deslizaba sin interés sobre la pantalla plana en su celular, Kellin estaba aburrido y Vic no le prestaba atención por su ridículo vídeojuego. Vamos, que el pelinegro era mucho más entretenido que ese aparato.Kellin refunfuño por cuarta vez en la noche, ¡él quería por lo menos un beso!, uno largo y reconfortante, que valiera suficiente la pena de tenerlo y dejar que Víctor siguiera en el juego de lo satisfecho que quedaría con aquel rose. Pero de igual forma, el moreno seguía sin inmutarse a pesar de que kell había intentado llamar su atención un par—o tal vez muchas—; veces antes, comenzaba a verse en la necesidad de tirar accidentalmente a propósito su vaso de agua sobre la consola.
Para su suerte, antes de que siguiera su plan, Vic se había despegado del sofá. Lamentablemente en dirección a la cocina y no hacia él. Suspiro. No te desesperes, kellin, seguramente cuando vuelva tendrá tiempo para ti; se animo un poco.
Mantuvo de nuevo su atención en su aburrido celular, más precisamente en una imagen que provenía de una de las tantas páginas a las que se había unido sin razón alguna.Mi amor, vamos a jugar un juego...
Decía en letras resaltadas de negro y un poco más grandes que las que seguían
Tenemos que besarnos, pero no me puedes tocar con tus manos ni yo tampoco. Mientras más intensos los besos más difícil de resistir tocarte...
Kellin lo pensó un poco, llegando cortos segundos a la conclusión de que era realmente difícil. Él no se resistía a tocar un solo instante a su novio, menos si este lo besaba, de la forma que fuese, ya sea inocente o con intensión de llegar a más.
Siguió su lectura a el siguiente párrafo.
Si te llegase a tocar, ganas y puedes hacer lo que quieras conmigo, pero si me tocas entonces yo gano y yo haré lo que quiera contigo.
Eso era todo en esa imagen, esa imagen que agradecía infinitamente haberse topado en este momento.
Kellin ahora tenía algo entre manos.
Vic recién salía de la cocina con una bandeja en manos, en ella llevaba dos vasos llenos de limonada e igualmente; dos sandwiches. Camino sonriente en dirección a el pelinegro y dejo el contenido de sus manos en la pequeña mesita de centro, después sentándose en el sofá junto a su novio.