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Le mostré todos los dibujos a Lizbeth que había hecho desde niña, hasta ahora.

Le entregué uno que le había hecho cuando me apoyó en la muerte de mis padres.
Su reacción me cautivó.

—Jodie, no puede ser —sus ojos se cristalizaron—, no pude tener mejor amiga que vos en definitiva.

—Dame un abrazo, mi pequeña argentina —me abrí de brazos. Lizbeth cedió y me abrazó; hundió su cara en mi hombro y soltó un sollozo.

—¿Por qué lloras? —la separé de mí y le miré.

—No lo sé —rió y limpió su lágrima que descendía debajo de su mejilla—, siempre lloro por todo, pero creo que ésto de verdad me llegó; jamás creí poder conocerte.

—Las esperanzas nunca se pierden, ¿recuerdas?

—Lo sé, lo sé —sonrió.

Someday; rdg [EDITÁNDOSE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora