Capítulo tres.

623 29 2
                                    

Abrí mis ojos, el gran error que cometí. Tuve que cerrarlos de nuevo al no estar acostumbrada a la luz de donde sea que estuviera. Al parpadear muchas veces logré acostumbrarme a la claridad, noté que me encontraba en una habitación con tonos rosa pastel y blancos. ¿Vive una niña aquí?

—Hola. —Me sobresalté ante aquélla voz grave, no había notado la presencia de el chico sentado en la orilla de la cama en la que me encontraba.

—Hola. —Murmuré apretando mis labios. El chico no dejaba de mirarme fijamente, me hacía sentir incómoda y era imposible no sonrojarme. No podía ni mantenerle la mirada.

—¿Eres ella?

—¿Ella? —Pregunté sin entender.

—Nuestra Donage.

¿Nuestra? ¿De qué habla éste chico?

—No entiendo de qué hablas, lo siento.

Bajé la mirada a mis manos, mis dedos jugaban nerviosos entre ellos. Prefería mirar cualquier cosa antes que mirarlo a él. Su mirada no era tan intimidante como lo era la de el primer chico pálido, ¿Suga?

Subí mi mirada llevandome la grata sorpresa que el chico se encontraba a solo centímetros de mi, intenté alejarme pero no había lugar como para hacerme hacia atrás. Colocó su mano derecha en mi mejilla, acariciando de ésta con los dedos. Involuntariamente cerré mis ojos ante su tacto, nunca nadie me había hecho muestras de cariño como la que él estaba haciendo, ni por mi padre recibía cariño. Abrí mis ojos con rapidez al sentir unos besos húmedos en mi clavícula, recorría aquélla zona con toda seguridad plasmando besos cuidando de no dejar ni un solo lugar en el que sus labios no hubiesen estado.

—Detente. —Murmuré muy bajo, esperaba que no hubiera sido tan bajo como para que él no lo hubiese escuchado.

Se alejó un poco para mirarme, sonrió puramente, una bella sonrisa cuadrada que por segundos creí hermosa, hasta que me di cuenta de sus colmillos. Entré en pánico, lo empujé con mis manos y salí corriendo de la habitación, se escuchaban sus pasos pesados seguirme, me alcanzará. No sé de donde saqué valentía para tumbar una mesa pequeña con un jarrón encima para despistarlo y poder correr lejos suyo.

—¿V? ¿Qué pasó? —Escuché una voz alarmada algo lejos de donde yo me encontraba. Seguramente el chico se llama de ese modo.

Abrí la puerta al final del pasillo al no haber escapatoria, entré en la habitación cerrándola detrás de mi con seguro. Mi corazón estaba a mil por hora, temía que me delatara y que el chico me encontrara. Cuando mi respiración se calmó me deslicé contra la puerta hasta llegar al suelo, abracé mis piernas y escondí mi cara entre ellas.

—El baño está ocupado.

Maldecí en mi interior antes de mirar al dueño de esa voz, no más chicos por favor. Error, era otro chico, estaba en la tina del baño con el pecho descubierto. Dios, era obvio que no tendría ropa, está tomando un baño. Mis mejillas tomaron un color carmesí, en sus brazos se notaba que hace ejercicio, no quería mirarlo porque sabía que me confirmaría lo que pienso.

—Lo siento. —Tartamudeé un poco presa de los nervios.

El chico recargó su cabeza contra la pared, mirando hacia la de adelante.

—¿De quién escapabas? —Preguntó sorprendiéndome.

—Yo... No escapaba.

Él soltó una carcajada, a pesar del estado en el que me encontraba necesitaba hablar de su risa. Era tan linda, digno de un chico como lo es él, ni tan grave, ni tan aguda. Bueno, quizá un poco aguda.

—Claro. Entonces entraste al baño ocupado, agitada, respirando muy rápido, sudada, con un gesto de miedo, pero no escapabas de nadie. —Elevó una ceja.

—Estaba... No es de tu incumbencia. —Aparté mis ojos de él cruzando mis brazos encima de mi pecho.

Al escuchar el agua me alarmé, se estaba levantando, completamente desnudo. Cubrí mis ojos con mis manos avergonzada, no había visto de más. El mismo chico de antes tomó mi mano, ya traía una toalla puesta en su cintura por lo que no podía ver más allá de su pecho y abdominales. Dejó unos cuantos besos en mi mano, hizo un camino desde la antes mencionada hasta mi mejilla, se sentía tan extraño recibir tanto besos en un día.

—Es de mi incumbencia, desde ahora tengo que saber todo lo que haces. —Murmuró besando varias veces mi mejilla.

Los besos fueron yéndose de lado hasta el punto en que empezaba a besar la comisura de mis labios, tenía intenciones de ir más allá de esa zona.

—Jimin, deja de jugar y traela. —Gritó una voz, provocó que el chico, al parecer llamado Jimin, se detuviera.

Éste sonrió, maldecí una vez más en mi mente. Que ésto sea una cruel broma.

Intenté escapar, pero Jimin lo impidió a toda cosa. Me puso sobre su hombro y salió de la habitación en dirección a las escaleras.

—Bájame, por favor. —Supliqué. Él nego con la cabeza por lo que comencé a patalear y dar manotazos a su espalda. Me sobresalté al sentir un leve golpe en mi trasero seguido de una risa divertida. Eso colmó mi paciencia. —¡Asqueroso repugnante pervertido, me vuelves a tocar y te voy a...!

—Mientras no dejes de patalear no dejaré de hacerlo.

En vez de darme un golpe, ésta vez se mantuvo acariciando mi trasero.

—Jodido pervertido. —Murmuré enojada.

—¿Qué dijiste? —Se paró en seco apretando mi trasero de la forma más asquerosa del mundo, o al menos para mi. Al ver que no hablaba continuó su camino. —Eso pensaba.

Dejé mis ojos cerrados, seguramente era un sueño, en cualquier momento despertaré. En cualquier momento toda ésta pesadilla desaparecerá, nada de ésto será real, es todo producto de mi malvada mente que quiere hacerme pasar un mal rato.

Abrí mis ojos cuando fui depositada en el sofá, habían siete chicos delante mío; de los cuales se encontraba Rap Monster de pie con los brazos cruzados, Suga acostado en el sofá con los ojos cerrados, un chico que no conocía recargado contra la pared, otro chico que no conocía sentado en el sofá en frente mío, V en el suelo con las piernas cruzadas, Jimin a un costado mío y para mi grata sorpresa se encontraba también JungKook, el chico molesto de mi clase.

Sí empujaba a Jimin podría correr y escapar, los demás estaban muy lejos como para alcanzarme.

—No funcionará. —Murmuró Suga aún con los ojos cerrados, el chico recargado contra la pared se rió.

—¿Q-Qué? —Tartamudeé.

—No vas a escapar si empujas a Jimin, tonta. —Dijo el chico que antes había reído. —No sabía que los humanos eran tan estúpidos, ¿o tú eres la única estúpida?

—J Hope. —Lo regañó el otro chico en el sofá, el cual no conocía su nombre, era el único. No era mi culpa estar nerviosa, estaba con siete chicos, siete chicos que al parecer no eran normales. Tenían... Colmillos, podían leer mi mente. Quién sabe cuántas más cosas podrían hacer, no quiero morir. —Jimin, ve a ponerte algo de ropa.

—Pero quiero ver su reacción cuando le digan, Jin. —Se quejó. Ahora sé que el otro chico del sofá se llama Jin.

—Jimin. —Regañó en tono serio. Jimin hizo caso ante su orden y subió las escaleras a quién sabe donde a ponerse ropa.

No podría ir peor.

Vendida a BTS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora