Capítulo 7

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A todos nosotros nos frustra fracasar. No nos gusta, y no todos lo aceptamos. Estamos trabajando en ello, semana tras semana, mes tras mes. Sin descanso. El esfuerzo es máximo. Y yo lo único que he conseguido en ese proceso es un dolor de cabeza gigantesco.

Llevamos cerca de un año intentando convertirnos en animagos. Ellos llevan más tiempo que yo, y han practicado más; para mí es más difícil dado que no soy ni hombre, ni Gryffindor, y practicar con ellos requiere horas libres que no tengo. Por eso, estoy aquí, casi en el bosque prohibido, a falta de tres minutos para el toque de queda, practicando con tres adolescentes que no tienen ni la más mínima idea de cuando conseguiremos nuestro objetivo.

Y es que todo esto lo hacemos por Remus.

A Remus lo mordió un hombre lobo cuando tenía cuatro años. Ha sufrido más que todos nosotros juntos, sigue sufriendo, y probablemente nunca deje de sufrir. Se mudaba cada poco tiempo con su familia para que no los descubrieran, nunca tuvo amigos, y ha estado magullado y enfermo toda su maldita vida. Ahora, nos ha encontrado a nosotros, y somos sus verdaderos amigos. Desde primer año, las noches de luna llena ha sido enviado a La casa de los gritos para que su transformación no perjudicase a nadie. Pero, a su pesar, allí lo único que hace es autolesionarse inconscientemente. En segundo año, una noche, llegó a la enfermería con la espalda ensangrentada, y es que sus uñas se habían clavado en su espalda hasta dejarlo magullado y herido completamente.

Remus me mira y me guiña un ojo. Yo, sentada en posición de india sobre los hierbajos, cierro los ojos y me concentro en lo que quiero hacer. No hay espacio en mi cabeza para otra cosa que no sea la idea de convertirme en animaga. Recuerdos de Remus pasan por mi cabeza como destellos de luz y siento algo dentro, muy fuerte, como si alguien o algo estuviera pisando repetidas veces mi pecho, y eso es lo que me hace volver a la realidad, asustada y atónita.

-¡No, Luce! ¡Casi lo consigues!

James se acerca hasta mí y veo como se le ilumina la cara tras haberme dicho eso. Ahora ya sabemos que no es imposible.

Sirius está apoyado en el árbol, mirándome serio. Tiene los brazos cruzados sobre su pecho y no parece estar muy conforme con lo que ha pasado. Nuestras miradas coinciden y aparta la vista hacia el castillo. Yo ahora miro a James, que me ofrece una mano para levantarme. Pero no puedo cogerle la mano. No puedo siquiera pestañear.

James me mira preocupado. Repite unas cuantas veces mi nombre y me sacude por los hombros, pero mis intentos de hablar son nulos y apenas siento que puedo respirar. Comienzo a exaltarme y hiperventilo como una loca. De un momento a otro, lo único que siento es que caigo desplomada y que Remus me carga en brazos. Pero después de eso, ya no soy consciente de absolutamente nada.

Sólo de que no estoy a salvo.

12 de Octubre de 1975. 5:00am.

Enfermería de Hogwarts.

Mis ojos cada vez pesan menos y una luz cegadora apunta a mis ojos, provocándome una gran jaqueca. Gimoteo y sollozo; no sé dónde estoy, qué me pasa o por qué hay una insoportable luz blanca inspeccionando mis pupilas, pero no me gusta la idea de estar en un sitio que no es mi cama. La luz desaparece y cierro los ojos intentando aliviar la molestia. Escucho voces ajenas y, poco a poco, abro los ojos. Estoy en la enfermería.

La señora Pomfrey tiene su varita en las manos, la cual supongo que desprendía esa luz que me apuntaba. Giro mi cabeza a la izquierda y lo que me encuentro me deja sorprendida. Muy sorprendida.
Nada más y nada menos que Sirius Black está sentado en la silla de acompañantes junto a mi cama, con la ropa que llevaba ayer; lo que me hace pensar que se ha pasado aquí la noche conmigo. O sólo un rato. ¿Qué hora es?

LION© || Sirius Black ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora