— Abogado, ¿cómo se declara su cliente ante este tribunal?
—Culpable.
Tal y como lo tenía planeado.
— Señorita Meredith Luthor, queda usted arrestada por allanamiento y robo con violencia — sentenció el juez.
Sonreí desafiante ante el resultado. Tras dicha acción, dos hombres me pusieron las esposas y me sacaron de la sala, la cual estaba a rebosar de ancianas chismosas y jóvenes con mucho tiempo libre. Qué puedo decir, no es que fuera un pueblo con muchas distracciones. Pero es el sitio perfecto para esconderme, aquí ellos no me encontrarán. Y menos con el gran charco de por medio, bendito Estados Unidos.
Ya en el coche de policía no puedo evitar soltar alguna que otra sonrisa. Meredith Luthor, ¿en serio? El apellido solo demuestra las secuelas del fanatismo adolescente que sufrí por Smallville.
Por otro lado, pienso en el fiscal y su cara de victoria al oír la sentencia. Debería añadir que mi victima fue un familiar de este, pero no cambiaría nada. Que inteligentes se creen y que estúpidos pueden llegar a ser. La vieja Anaïs no hubiera sido pillada, ni siquiera hubiera movido un dedo para robar a ese niñato engreído, el cual no posee en su caja fuerte ni un cuarto de lo que me llevaba en mis golpes en los bancos Europeos. Pero eso quedó atrás hace tiempo, el mismo que llevo huyendo.
— Llegamos al castillo princesa — dijo uno de los policías abriendo la puerta del vehículo.
Oh, no dudes que te patearía el culo si pudiera.
Y esta es la cárcel del condado. Repleta de funcionarios y contando con una cutre decoración, a mi parecer. Sin embargo, es más grande de lo que esperaba...
— Deposite sus objetos personales aquí.
Esa orden me sacó de mis pensamientos. Adiós falsa identificación. Adiós ropa robada de una tienda local. Hasta nunca Alessio , te he vencido.
Por fín estoy en mi suit de lujo tras haber sido obligada a visitar las instalaciones del resort en el que me alojaré una temporada. Su punto fuerte puede ser la comida congelada que nos sirven cual animal de compañía o los talleres a los que nos obligan a asistir. En mi caso elegí pintura, con suerte podré ofender a más de uno con mis obras de arte. Nunca antes había amado tanto la libertad de expresión.
Pero algo falla, en la celda hay dos camas y me encuentro yo sola ahora mismo. Me pregunto quien será mi nueva amiguita y el error que le llevó a estar compartiendo ratonera con una servidora.
— ¡RIIIIIIING RIIIIIING! ¡RIIIIIING RIIIIIING!
Un sonido terrible inundó el centro. Un escalofrío infernal surgió en mi cuerpo. Las manos me temblaban, el pulso se me disparó. Oía la gente correr de un lado para el otro, y yo solo podía pensar ideas para huir de ahí, no podía dejar que me atraparan, no saldría con vida esta vez.
Me acerqué a los barrotes con la esperanza de averiguar que me deparaba el destino. Y este me puso a un carcelero novato intentando calmar al resto de presas, las cuales se rebelaron.
Esta es mi oportunidad.
Estuvo lo bastante cerca de mi como para cogerle del cuello y empujarlo contra las rejas. Cayó en picado. Obtuve sus llaves y su arma. Mis queridas compañeras de clase se encontraban demasiado eufóricas como para fijarse en la "chica nueva". Corrí buscando una salida, alejándome del sitio al que corrían las tropas.
— ¡Mierda esto es un puto laberinto!
Sin comerlo no beberlo me topé con una joven. El choque me desestabilizó un segundo. Al recuperarme me fijé en que se encontraba bañada en sangre, poseía un cuchillo y me miraba fijamente.
— Bienvenida compañera — susurró como si de un secreto se tratara.
ESTÁS LEYENDO
Sauve-moi, cuidador
AcciónLa protagonista de esta historia, Anaïs, al contrario de lo que el mundo cree, se dejó atrapar por los "buenos". Sí, la mala de la historia dejó que la cogieran, con el fin de pudrirse el resto de su vida en una cárcel de mala muerte situada a miles...