El verso hacia la reina del jardín

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En una noche fría y de soledad,
Una ser con otro deseaba estar,
Mas no podía cumplir su petición,
Porque había terminado recién una canción.

La canción de desesperación le aguardaba,
Mas un rincón a su lado no le guardaba,
De puesta a puesta terminaba cada estrofa,
De suspiro en suspiro iniciaba otra.

Cuando de pronto una dulce melodía resonaba,
En el oscuro abismo de su inútil existir,
Una luz que en él se regocija y alegra,
Sin pensar dos veces en susurrarle a aquella.

Con un cordial saludo la recibió,
Sin embargo no era la primera en anunciarse,
Antes se había proclamado su venía,
Pero en el mismo temor del error se arrepintió.

Siendo esa cálida brisa de primavera su sonreír,
Una caricia, su manera grabe de hablar,
Para algunos, un deseo inalcanzable,
Para otros, un crepúsculo desechable.

Al sentir cada frase que de sus dedos emanaban,
Una preocupación nació de nuevo en mi corazón,
La duda de un dejavú y la incomprensión del miedo,
Sin antes pensar que esta presencia antes le eh de tocar.

Con la bendición del tiempo y la envidia de la distancia,
La vida pone a prueba su confianza;
El atronador sonido del rayo quebranta su espíritu
Y el destructivo mal dicho de la mente raja su amor.

En el desesperado intento de algunos en su cobardía,
Un caballero se postra ante el dios de odio,
Le pregunta: porque ah fijado tu rumbo a mi rosa más hermosa?
Le responde el: porque marchita la veo, poco a poco muriendo.

Dejad en paz a espíritu que nunca te perteneció,
Sigue atrapada porque sus raíces no pueden caminar,
Sus pétalos cerrados no le dejan ver,
Y sus espinas mortíferas alejan a casi todo ser.

El enfado del cielo cesó muy celoso,
desconfiando de la rosa,
Sabiendo que un simple humano de ella quiere posesión,
Con poco cuidado con esperanza de alejarlo.

El mal augurio grita sangre,
Las aguas se comienzan a alterar,
Al sentir la poderosa tierra,
El corazón de fuego en la mano de un simple poeta.

El acudió con sus palabras a la rosa,
Le alimento con todo su amor,
Enamorándose de ella
Queriéndola liberar de su prision.

La rosa en su intento de valentía,
Sus lágrimas derrama sobre sus hojas,
Cayendo como gotas de rocío,
En las mañanas de los pastizales.

Al preguntarle su pena el poeta,
La rosa conmovida le abraza sin dudar,
Sabiendo que aunque lo lastimase,
El gesto le había correspondido.

"Si te eh lastimado, porque no te vas?", dijo la rosa,
Porque cuando uno se rinde ante su enemigo,
Perderá la pelea ante el demonio
Y dejará romper y quebrantar su espíritu.

Por eso mi corazón os dejo, mi llamado está por venir,
El mal de ojo del cielo mira atento,
Un recuerdo de mi deseo dejarte,
Y un beso de ti añorarte.

Volver por ti será mi meta, abrazarte mi regocijo,
Tu sonrisa mi recompensa, tu presencia mi anhelo,
Tus caricias mis deseos y mi vida junto a ti...
Todo un cumplido sueño.

Y el poeta parte todas las mañanas a las faldas del jardín,
Enviando besos en las hojas como el medio, un pequeño río,
Esperando que la rosa las reciba y de la señal de su venida,
Para que el poeta recite sus versos y a la rosa enamore cada día mucho o poco.

Los poemas del dragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora