Eden

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Saque las botas militares del closet, también una camisa a cuadros de la ropa recolectada por Elena para los internos en su improvisada clínica, hice mi cabello una cola de caballo y cargue una mochila con todo tipo de alimentos no perecederos. Todo proveniente de la edificación abandonada, en la nevera había una nota con "hoy no llegaré a la cena, te amo, Luke " creo que Luke jamás pensó que no solo no llegaría a la cena si no que jamás volvería a casa. Mi alma estaba en constante sufrimiento, pero después de llorar por días sentí que mi piel se volvió de metal y mi corazón se puso frío como hielo. 

Mi objetivo se antepuso en mi mente como mi deber, por estar viva, por haber sido salvada, por poder caminar, por tener todas las partes de mi cuerpo, por poder hablar, por poder oír, y haría todo por la gente que no pudo hacer nada. En mi mente solo escuchaba el sufrimiento de mi madre, aunque no tuve la oportunidad de escucharlo, lo imaginaba a propósito para que me doliera aún más, y no perder el rumbo o echarme para atrás. Y con esa imagen y con ese dolor tome mi mochila robada por una buena causa. Dejé atrás a mi amigo al cual pediría perdón, después de volver a encontrarlo. Más temprano que tarde espero. Le dejé una nota debajo de la nota de Luke en la nevera. "No llegaré a la cena, pero si volveré a verte, lo juro, Fedora"

El camino fue peor de lo que me imaginaba, miembros,cabezas, los buitres no habían perdido su tiempo, tampoco las ratas y otros animales que venían a pelear lo que ellos habían encontrado, era como el infierno. Ví a tres niños escondidos en los escombros por el camino, o lo que quedaba de él, me dirigí hacia ellos para mostrarles dónde encontrar el pequeño oasis de salvación que mi amigo había creado. Pero huían de mi aterrorizados como si hubieran visto al diablo. Mi aspecto ya no estaba pésimo, mis mejillas volvieron a ser rosadas gracias a la rehidratación y mi cabello estaba limpio gracias a que algunas llaves aún tenían agua. La cual cargue en botellas antes de emprender mi caminata. 

Creo pensar que mis primos no vivían tan lejos de mi provincia, quizás un día a pie o quizás dos, pero el panorama me hacía creer que llevaba eternidades caminando. No hacía tanto calor pero el humo me sofocaba la nariz y el olor mataba mis neuronas. Tomaba descansos de diez minutos bajo árboles sobrevivientes y respira más rápido cerca de ellos esperando que su poder para purificar el aire llegará hasta los más profundo de mis pulmones. Me comí dos galletones de avena para saciar mis tripas y ya podía ver el río. Eso indicaba que estaba cerca.

No conocía a mis primos, solo los había visto cuando era pequeña quizás a los cuatro o cinco años. Recuerdo que Alik  fue mi primer beso, un día de verano esa fue la última vez que los vi, éramos niños, disfrazamos al cerdo y comíamos manzanas rojas de los árboles. Mi madre se reía de cada travesura.

 Mi pecho se apretaba al recordarla mis muslos se tensaron y mis ojos se humedecen, "ella murió" me decía a mi misma como si aún no lo pudiera asimilar, como si mente no quisiera aceptar su muerte. Recuerdo cuando era pequeña y mi abuela y mi madre sacaron la puerta de mi habitación, porque yo la golpeaba muy fuerte, y cada vez tenía la idea de cerrar la puerta, tocaba la pared y me daba cuenta de que no estaba. Yo sabía que la habían sacado, pero la costumbre de hacerlo me hacía pensar que aún estaba ahí. Eso me pasa con mi madre. Me acostumbré a ella y a su amor y aún pienso que está en casa esperándome.

Todos mis pensamientos se fueron de golpe al llegar al río, no me di cuenta que mis rodillas tocaron el suelo hasta  que trate de tapar mis ojos con mis manos. El río estaba lleno de cadáveres de todos tamaños y colores era como un macabro carnaval de muerte, los cuerpos chocaban entre sí haciéndose paso en la corriente del río como todos queriendo avanzar a su destino, casi como si fueran a su descanso después de una agotada lucha. Mi pecho dolía como si algo estuviera atrapado ahí queriendo salir a toda costa y un grito de agonía se escuchó en la asqueada y horrible realidad que está a viviendo, grite y grite, enterraba mis uñas en la tierra húmeda, me daba golpes en el pecho, me revolcaba en el piso. Sentí que quería morir. Unos brazos fuertes y húmedos rodearon mi cuerpo, pero no podía ver ni escuchar nada más que no fuera mi histeria y desesperación.

 --¡Fedora!...todo está bien, shhh... - una voz poco familiar trataba de calmarme me voltio hacia su cara tratando de desviar mi mirada del rio - Fedora soy yo Alik, sus ojos claros me sacaron de la realidad y me di cuenta que era mi primo, y que lo había encontrado quizás en el mejor momento. No traía camisa y estaba empapado. Reconocí mejor sus facciones una vez calmando mis emociones, me llevó lejos del río y trato de hacerme reaccionar por varios minutos.

--¿Cómo supiste que era yo ? - le pregunté aún con los ojos hinchados.

--Tu cara sigue siendo la de siempre - me sonrió - solo que estás más delgada y bueno ya eres una mujer.

--¿Donde están los otros? - le dije con total seriedad, ningún músculo de mi casa se movía.
Estamos en el búnker, mi hermana y algunos vecinos de nuestra comunidad, somos varios - no me preguntó por mi madre ni mi abuela en todo el camino. Era lo suficientemente inteligente para saber lo que había ocurrido con ellas.

Alik era más alto de lo que imaginé y se había convertido en un chico fuerte, llevaba con él un rifle cruzado a su espalda e iba descalzo. Muy cerca de este río se encontraba la playa "la piojera" Alik me contaba que estaba pescando cuando escucho mi berrinche, pensó que podían ser ejecuciones pero al no escuchar disparos se acercó cautelosamente. Caminábamos rumbo al bunker de Alik, por un camino de tierra sin mucha vegetación. Su padre era un guerrillero de la isla y siempre pensó en cuidarse de los Estianos, construyó un gran subterráneo en su casa, en caso de guerra, y gracias a eso sus hijos han sobrevivido al ataque.

Por el camino Alik no me preguntaba sobre el bombardeo ni la muerte de mi pequeña familia, solo me preguntaba si había sido fácil llegar , sí estaba asustada y sí tenía hambre. Llegamos a una pequeña casa de dos pisos, los perros salieron a encontrarnos con felicidad. Recordaba que la casa era más grande, debe ser porque yo era más pequeña. 

Entrando a la casa se veían muchas personas, algunas en el suelo bebiendo agua, otras en la cocina alistando la comida, bajando la escalera y recolectando insumos que estaban sobre la mesa.

No nos queda espacio para los heridos en el subterráneo - me dijo Alik mientras, me tomaba de la mano para llevarme a dentro, nadie me saludo, todos estaban totalmente concentrados en lo que hacian.
Bajamos al subterráneo que era considerablemente más grande que la casa, quizás habían unas treinta o cuarenta personas, la mayoría vivos y estables.
Una chica de cabello largo me abrazó al instante, era mi prima,hermana de Alik, tenía un hermoso cabello largo hasta la cintura al igual que el mío, pero el de ella estaba limpio y mejor cuidado. En la isla no teníamos muchas comodidades, nos movilizamos en autos antiguos de lo que quedó antes de que formará el muro y muy pocas personas poseen y usan teléfonos inteligentes. Todo era manual, algunas personas aún tenían proyectores y televisores en sus casas, pero cada vez menos. Mi madre me hablaba de trenes y aviones, pero jamás los había visto. Hasta el bombardeo. Incluso me hablaba de diferentes dialectos y culturas, de animales exóticos y de grupos musicales, todo lo que no existía de este lado de a isla.

Esperábamos tu llegada - me dijo al oído mi bella prima, mientras tocaba la parte parte huesuda de mi espalda - Necesitas comer, ven conmigo.
Se dirigió a una pequeña  mesa improvisada al otro extremo del subterráneo y de una gran olla saco sopa de verduras, se sentó a mi lado sin preguntarme nada. No sé qué aspecto habría tenido mi cara pero solo me miraba en silencio y me hacía compañía, me sentía mal por ni siquiera haberla saludado, pero no podía hablar. Estaba rota, mi Alma estaba en pena.

With sea waterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora