parte 2

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— ¡Aah! — Cerré la puerta de un golpe, me recargué en ella y me dejé caer al piso —. ¡Sesenta puntos! Me escabullí aquí justo enfrente de las narices de Alberta por sesenta puntos, lo cual ahora no significa nada si el equipo de Shane fue el que estuvo aquí primero. Y considerando que han estado pateando el trasero de todo mundo esta noche, eso parece lo más posible. No podremos alcanzar esos veinticinco puntos con lo que sea que Eddie y Mason hayan podido sacar de edificio de recreo. Tal vez haya alguna posibilidad de ganar si pudiéramos hacernos con una bata de algún profesor, pero eso no nos ofrece un gran margen de diferencia, y solamente funcionaría si Shane ya no se apodera de algo más. — Me incliné hacia atrás y levanté un puño hacia el cielo —. Universo, eres un desgraciado.

Dimitri se paró junto a mí y desdobló la lista —. No puedo creer que esté diciendo esto… pero ¿no hay otras cosas que puedas obtener y que valgan más? Los retratos de los directores están justo en el vestíbulo de la escuela, y el profesor Dwight tiene su colección de corbatas a plena vista en su salón de clases.

—Ya los tengo, y la chaqueta de un guardián, y la repugnante colonia de Cojocaru.

— ¿Robaste su Oblivion? — Dimitri nunca lo admitiría abiertamente, pero estaba impresionado.

—Lo único que nos podría garantizar la victoria son los aretes de Kirova. Entrar a su habitación es imposible bajo circunstancias normales, y todo mundo sabe que se quedó en su cuarto esta noche porque está enferma. Pusieron los aretes en la lista antes de saber eso. Rose Hathaway puede hacer muchas cosas, pero tal vez esta sea la situación donde tenga que pintar la raya.

Esperaba que Dimitri estuviera de acuerdo conmigo. Esperaba que me dijera que estaba completamente bien que no pudiera ganar y que había alguna clase de lección invaluable en toda esta situación. En cambio, caminó de vuelta a la oficina y regresó con una pluma y un pedazo de papel. Se sentó junto a mí, tan cerca que nuestras piernas se tocaban, y olvidé mi fracaso momentáneamente.

Desde que Dimitri me había dicho que la edad y nuestro deber compartido hacia Lissa nunca nos permitirían estar verdaderamente juntos, no habíamos tenido el más mínimo contacto físico. Entrenábamos juntos, nos veíamos diario… pero siempre, siempre, ambos tratábamos cuidadosamente de mantener una distancia mutuamente entendida entre nosotros. Hasta este momento, conectados solo por nuestras rodillas, no me había dado cuenta cuanto me había afectado esa distancia. No importaba que tan lógico fuera el que estuviéramos separados, no importaba cuanto hubieran cambiado sus sentimientos hacia mí, había algo dentro de mí que seguía anhelándolo. Y no creía que ese algo fuera a desaparecer.

¿Sentía él lo mismo? Era difícil de decir. Él era mucho mejor que yo para ocultar sus emociones, pero bueno, casi todos lo eran.

Se inclinó hacia adelante y dibujó un rectángulo grande con un cuadrado más pequeño incrustado en una esquina y más cuadrados dentro de éste —. La habitación de Kirova es más grande que las de los demás profesores, pero todas tienen el mismo diseño. Sala, habitación, cocina…

— ¿Cocina? ¿Los profesores Moroi tienen su propia cocina? — Yo sabía que los instructores dhampirs no tenían una. Ellos tenían grupos de comedores privados pero de igual manera tenían que comer la misma comida que los estudiantes.

—Así es como son las cosas. Pero mira, ¿ves este cuarto de aquí? Esa es su habitación, y la pared luce así, —dibujó otra línea para que la pared que me estaba indicando luciera mas gruesa —. Eso es porque hay una escalera secreta aquí.

Levanté la mirada del dibujo —. ¿Desde cuándo?

—Desde siempre. Es parte del sistema de escape de emergencia.

Mi Nombre es Rose HathawayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora