¿Que hice?

160 22 2
                                    

Después de lo que hice ayer y de lo que me dijo, ya no tengo ni la más mínima oportunidad de ni siquiera ser su amiga.

¡Que idiota soy! Tuve la oportunidad de, al menos, hablar un poco más con él. Pero no, justo se me ocurrió salir corriendo dejándolo solo en la cafetería y ser grosera.

Hice el ridículo en frente del chico el cual creía que estaba enamorada.

Y aun cuando no es su culpa, me es inevitable no odiarlo.

Lo dio porque nunca se dio cuenta que lo amo.

Lo odio porque ama a Vanessa.

Lo odio por ser tan perfecto.

Lo odio porque no me ama a mí.

Lo odio porque...lo amo.

Cuando llegué a casa los pies me dolían de tanto arrastrarlos. Ni siquiera tenía ánimos de levantar un pie correctamente.

— Hola hija, ¿Cómo estás? — mamá estaba sentada en el sofá y su computadora entre sus piernas.

— Mamá, ya no soy pequeña.

— Tienes apenas diecisiete años, siempre serás mi pequeña.

Sonreí minúsculamente caminando hasta donde se encontraba. Ella siempre fue la única que me entendió, consoló y sabe de mi estúpido amor-no-correspondido de Austin Style.

A pesar de siempre le comentaba sobre rechazos por su parte, siempre estaré agradecida por tener una relación tan buena con ella y poder hablar sobre cualquier cosa abiertamente.

—¿Qué tienes hija? — me senté a su lado y apoyé mi cabeza en sus piernas mientas me acariciaba el pelo.

—Hoy hablé con Austin—murmuré soltando un suspiro lamentable.

— ¡No puede ser! ¡Te habló! — chilló emocionada.

—Lo sé, pero me habló de Vanessa, no como siempre lo Imaginé.

—Cariño, lo que siempre imaginaste es que te diga que te ama, que se te declare y que mañana se casen, sabes muy bien que eso es difícil que cumplir. Pero ya tienes un punto a tu favor, te habló y te conoce.

—Ese no es el punto mamá, hice el ridículo en frente de él, le dije que no me importaba lo que sintiera por Vanessa y para completar todo eso, salí corriendo al baño.

—Debes reconocer que eso fue demasiado tonto.

— ¡Lo sé! — gimotee tapándome el rostro rojo de vergüenza.

—Tranquila, estoy segura de que se dará cuenta de lo hermosa que eres y te mirará diferente, o puedes olvidarte de él, has sufrido mucho y no quiero ver a mi hija triste porque voy a ir y le pagaré por hacerte sufrir.

—Sé que eres capaz de eso—sonreí divertida dándome vuelta para observarla. Ella levanto el mentón con orgullo.

—Soy capaz de eso. Así que por el bien de tu corazón y por su rostro, olvídate de él. Por ahí suelto debe haber un chico que de verdad merezca tu amor.

Mamá tenía razón. Ya había sufrido demasiado y sé que, con la escena de hoy, mis chances se quedaron en cero. 

Debo olvidarme de él, el primer paso seria ignorarlo.

Ahora era mi turno de hacerlo.

ÉL...©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora