Capitulo.2 libro abierto

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El día siguiente fue mejor... y peor.

Fue mejor porque no llovió, aunque persistió la nubosidad densa y oscura; y más fácil, porque sabía qué podía esperar del día. Jackson se acercó para sentarse a mi lado durante la clase de Lengua y me acompañó hasta la clase siguiente mientras Mark el que parecía miembro de un club de ajedrez, lo fulminaba con la mirada. Me sentí halagado. Nadie me observaba tanto como el día anterior. Durante el almuerzo me senté con un gran grupo que incluía a Jackson, Mark, Bam Bam y otros cuantos cuyos nombres y caras ya recordaba. Empecé a sentirme como si flotara en el agua en vez de ahogarme.

Fue peor porque estaba agotado. El ulular del viento alrededor de la casa no me había dejado dormir. También fue peor porque el profesor me llamó en la clase de Trigonometría, aun cuando no había levantado la mano, y di una respuesta equivocada. Rayó en lo espantoso porque tuve que jugar al voleibol y la única vez que no me aparté de la trayectoria de la pelota y la golpeé, ésta impactó en la cabeza de un compañero de equipo. Y fue peor porque Hoshi no apareció por la escuela, ni por la mañana ni por la tarde.

Que llegara la hora del almuerzo —y con ellas las coléricas miradas de la otra mesa— me estuvo aterrorizando durante toda la mañana. Por un lado, deseaba plantarle cara y exigirle una explicación. Mientras permanecía insomne en la cama llegué a imaginar incluso lo que le diría, pero me conocía demasiado bien para creer que de verdad tendría el coraje de hacerlo. En comparación conmigo, el león cobardica de El mago de Oz era Terminator.

Sin embargo, cuando entré en la cafetería junto a Bam Bam—intenté contenerme y no recorrer la sala con la mirada para buscarle, aunque fracasé estrepitosamente— vi a sus cuatro Chicos, por llamarlos de alguna manera, sentados en la misma mesa, pero él no los acompañaba.

Jackson nos interceptó en el camino y nos desvió hacia su mesa. Bam bam parecía eufórico por la atención, y sus amigos pronto se reunieron con nosotros. Pero estaba incomodísimo mientras escuchaba su despreocupada conversación, a la espera de que él acudiese. Deseaba que se limitara a ignorarme cuando llegara, y demostrar de ese modo que mis suposiciones eran infundadas.

Pero no llegó, y me fui poniendo más y más tenso conforme pasaba el tiempo.

Cuando al final del almuerzo no se presentó, me dirigí hacia la clase de Biología con más confianza. Jackson que empezaba a asumir todas las características de los perros golden retriever, me siguió fielmente de camino a clase. Contuve el aliento en la puerta, pero Hoshi tampoco estaba en el aula. Suspiré y me dirigí a mi asiento. Jackson me siguió sin dejar de hablarme de un próximo viaje a la playa y se quedó junto a mi mesa hasta que sonó el timbre. Entonces me sonrió apesadumbrado y se fue a sentar al lado de una chica con un aparato ortopédico en los dientes y una horrenda permanente. Al parecer, iba a tener que hacer algo con jackson, y no iba a ser fácil. La diplomacia resultaba vital en un pueblecito como éste, donde todos vivían pegados los unos a los otros. Tener tacto no era lo mío, y carecía de experiencia a la hora de tratar con chicos que fueran más amables de la cuenta.

El tener la mesa para mí solo y la ausencia de Hoshi supuso un gran alivio. Me lo repetí hasta la saciedad, pero no lograba quitarme de la cabeza la sospecha de que yo era el motivo de su ausencia. Resultaba ridículo y egotista creer que yo fuera capaz de afectar tanto a alguien. Era imposible. Y aun así la posibilidad de que fuera cierto no dejaba de inquietarme.

Cuando al fin concluyeron las clases y hubo desaparecido mi sonrojo por el incidente del partido de voleibol, me enfundé los vaqueros y un jersey azul marino y me apresuré a salir del vestuario, feliz de esquivar por el momento a mi amigo, el golden retriever. Me dirigí a toda prisa al aparcamiento, ahora atestado de estudiantes que salían a la carrera. Me subí al coche y busqué en mi bolsa para cerciorarme de que tenía todo lo necesario.

➳Thirst | H8shi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora