Alguien que no soy/ 1

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Antes de vivir esta pesadilla, antes de sufrir lo que sufrí y sufro, alguien podría haberme advertido que la vida no era fácil...
Mi madre, por ejemplo, ¿no? Aunque tal vez me lo haya querido decir varias veces y fui yo misma quien no quiso escuchar... O mi padre, si lo tuviera.

Es decir, lo tengo (nadie nace de una madre sin la intervención de un padre, biológicamente hablando), pero no se quien es y ahora me doy cuenta de que el tampoco sabe quien soy, y que pregunto si le causará al menos curiosidad mi existencia o directamente ni ocupo una milésima de segundo en su cabeza...
Cacho también podría haberme dicho que la vida no era eso que viví durante mi infancia en el pueblo, con mi amado arroyo, pescando mojarritas con mi calderin verde mientras el y mama tomaban mate en la orilla. Recuerdo esos momentos y es como ver una película en blanco y negro..., pero que hoy se tiñe de sepia, acompañada de una melodía triste. Tal vez por lo lejano del tiempo, o lo lejano del mapa..., o porque ya nada seria igual aunque regresasemos. Absolutamente nada después de que paso lo que paso, del derrumbe de todo cuando... cuando supimos del primer gran cimbronazo de mi hasta entonces tranquila existencia.
¿Extraño mi otra vida? No lo se. Ya no se. No entiendo al mundo, no entiendo a la gente, no comprendo la maldad y solo siento desesperación, un nudo en el pecho y lágrimas contenidas que no quiero que mi mamá vea, porque en el estado en el que esta puedo hacerle daño, y ella es todo lo que tengo en el universo.

Paso mis dedos por mi cabello lacio, negro y corto, que antes llevaba largo hasta la cintura, y resulta imposible no sentir furia, desolación y tristeza a la vez, mientras miro por la ventana del apartamento que ahora es mi casa, pero que todavía no logro considerar mi hogar.
Me recuesto apoyando un lado de mi cadera en la pared y me entra un temblor. ¿De frío?, ¿De miedo?, ¿De angustia? Me bajo el buzón que tiene el logotipo de la banda uruguaya El Cuarteto de Nos -desde que estoy acá me volví más uruguaya que nunca,y aunque antes me gustaba el rock nacional, ahora me fascina- que se me enrollo por encima del ombligo, hasta cubrirme las anchas caderas enfundadas en mi Jean favorito que tanto me cuesta abrochar.
Cruzo los brazos sobre mis pechos, cubiertos por un corpiño talla XL, pero que así y todo escapan de la tela de la prenda interior que intenta sostenerlos en su sitio. Se que no soy el prototipo de chiquilina <<ideal>>.
No. Soy curvilínea, tengo pancita, lolas grandotas y soy <<caderona>>, como cuchicheaban las Princesas, amigas de mi prima Micaela. Clopén, su abuela, sin embargo, fue más directa y apenas me vio dijo: <<Esta chica es de caja grande.>>.

Pero nunca me traumo, menos cuando me toco compartir la experiencia de lo que paso con Mica.
Hasta que no atravesé por las situaciones que viví en este lugar, jamás me había concientizado que que mi aspecto exterior no concuerda con lo que se espera de una gurisa <<popular>> o <<Exitosa>>.
Encima, el color de mi piel tampoco es estereotipo de lo bonito, ni es de un color concreto como <<Blanco>> o <<Negro>>. Soy lo que comúnmente la gente llama <<Cafe con leche>>. Mas tirando a café que a Leche.

Y, a pesar de esto, aun viendo programas de televisión donde se muestran adolescentes perfectas, me consideraba atractiva, estaba conforme conmigo misma. Mi cabello largo era mi tesoro.
Me lo vuelvo a tocar. ¡Esta tan corto! Me siento... me siento fea y desgraciada. Mis ojos comienzan a llenarse de lágrimas y es cuando escucho su voz.

-Estas triste- dice mama. Me doy vuelta y la veo de pie, detrás de mí, apoyada en el marco de la puerta de su dormitorio.

-MamI, ¿Que haces levantada? ¿No te dijo el doctor que solo salieras de la cama para ir al baño?

Mi madre no hace caso a mi rezongo e insiste:

-¿Es por todos los cambios?

Le tengo que mentir. No puedo poner en peligro su vida.

-No, no. Deben ser cosas de la edad, como decís vos. Pero ya se me va a pasar.

Ladea la cabeza y me mira con los ojos llenos de ternura.

-¡Extraño tanto tu risa!

Poso la vista nuevamente en la ventana para que no vea que estoy empezando a llorar otra vez. Yo, que era conocida por lo alegre, por la <<chispa>> que llevaba en el alma, ahora parece que lo único que se hacer es llorar y compadecerme.

¿Que dirían los que me conocen desde que nací si me vieran en este momento? ¿Quien soy? ¿En que, o en quien me convertí? ¿Donde quedo Belén, la chica que no paraba de hablar, reír, opinar? ¿Hasta cuando van a seguir las ganas de tirarme en una cama y no levantarme más? ¿Volveré algún día a ser aquella persona que era? ¿La nieta que conoció Cacho? ¿La hija a la que estaba acostumbrada mi mamá?

¡Que ilusa fui cuando Gustavo llego a nuestras vidas, enamorando a mi madre y alterando nuestra realidad! ¡Que ingenua al creer que <<Cambiar de aire>> era lo que necesitábamos y que todo iría genial! Tan inteligente me considera mi tía Laura, pero no fui capaz de pensar un segundo en que algo podía salir mal o que incluso para cualquier cambio existen consecuencias que pueden ser, como en mi caso, espantosas. Solo vi lo que quería ver. Evaluamos únicamente lo positivo y dejamos que nuestros corazones soñasen con un futuro mejor en otro lugar.
Bueno, no tengo que culpar a nadie. ¿Quien podría haberse imaginado que me tocaría pasar por esto?

Toso como para disimular la voz gangosa del llanto y le contesto, cruzando los dedos porque sabía que lo que iba a decir era una mentira:

-Ya va a volver. Te lo prometo. Ahora anda a tu cama, ma'. Te llevo un jugo, ¿si? Tenes que tomar mucho líquido...

-Te quiero, campanita.
Ese sobrenombre me hace sonreír. Solo ella lo utiliza y lo hace cuando de verdad esta sentimental. Me contó que cuando yo empezaba a aprender a hablar, si me preguntaban mi nombre me apuntaba a mi misma con el dedo y decía Beeel, así que un señor que vendía DVD truchos y que paso a ofrecerlos por la ferretería de Cacho donde mama ayudaba, le dijo, al escucharme: Igual que la película campanitta, mire, aquí dice Tinker Bell. Mostrandole la película de Disney con la esperanza de que mi madre le comprase el disco aunque no teníamos reproductor de DVD.

A partir de ese momento, mamá me llamo <<Campanita>> varias veces, particularmente cuando le hacía una mueca que consistía en fruncir la nariz, juntar los labios como para dar un beso y mover mis brazos como si fuesen alas.

-Ay mi campanita, sos única, te adoro.- me decía, apretujandome contra ella y comiéndome los cachetes a besos. Y yo reía y reía, fascinada de sentir ese aroma especial que tiene mi mamá y que me hacía sentir tan segura.

Vuelvo al presente y le contesto:

-Y yo a vos mami.

Sonríe conforme y regresa al lugar donde ha estado pasando los últimos meses por orden medica: una cama. Esta débil, hinchada, y cansada. No es ni la sombra de Celina, esa mujer activa, llena de energía que fue mi madre desde que nací y hasta hace relativamente poco.

Si ella supiera lo que me sucede hoy, entendería que mi sonrisa de perdió antes las atrocidades que tuve que experimentar en estos últimos tiempos, en un lugar que no es el mio, con gente que no conoce más de que una parte de mi historia... Y que cambiaron radicalmente el curso de mi corazón, quitándome la inocencia y aquello de pensar que <<todo el mundo es bueno>>.

Inconscientemente, meneo la cabeza. Tengo que llevarle el jugo a mamá. La cocina es grande al lado de la que teníamos nosotras y todo esta en su lugar. Gustavo esta ordenado, a diferencia de Cacho. La jarra con el jugo esta sobre la mesada.

Sirvo un vaso grande, le agrego un par de cubos de hielo y se lo llevo. Esta dormitando. Lo apoyo en su mesa de luz, donde un portarretrato de ambas ocupa la mayor parte de la superficie. En la fotografía estamos sonriendo. A mi me falta una paleta y quedo muy graciosa. Estamos frente a la ferretería...,bah, nuestra casa, nuestro hogar en mi pueblo, allá en Rivera. En Uruguay, mi país.

Mi mente dispara, incontrolable, hasta ese lugar donde todo comenzó... y termino. Al menos termino mi niñez.

La Otra Vida de Belén Donde viven las historias. Descúbrelo ahora