Maya

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-¡Al abordaje!-Gritó el Capitán Fergh .

¡toc,toc!

Los hombres embravecidos por las ansias de pelea dispararon cañonazos sin piedad hacia el buque mercante que pretendían asaltar.

¡toc,toc!

El capitán no paraba de dar órdenes a sus vasallos mientras en su mirada solo se podía ver reflejado el deseo de la codicia...

¡TOC,TOC!

Arrugo el entrecejo ¿Por qué mi madre no abre la puerta? Es cierto que estoy yo más cerca, sentada en el salón mientras ella cose en la planta superior pero me encantan las historias del Capitán Fergh y es el único momento del día en que puedo saborearlas. Molesta, dejo el libro ilustrado sobre la mesa y me apresuro a abrir. Justo cuando mi mano roza el pomo siento un escalofrió. Hundo aun más el entrecejo. Llevo con esa molesta sensación desde hace un par de días, es como si algo malo fuera ocurrir en cualquier momento. Me digo que son tonterías y tiro de la manilla. Parpadeo, sorprendida, al descubrir quien se halla detrás de los golpes.

-Señor McKurney, Señor Grery, que... agradable encuentro. No les esperábamos tan pronto- Murmuro. Con disimulo trato de ver más allá de sus anchas espaldas, esperando con ansia ver una mata de cabello oscuro- ¿Y mi padre?

Ambos hombres intercambian miradas, solo entonces me doy cuenta de sus ropajes, de su expresión. De todo.

De nuevo, un viento helador me cógela la sangre.

Al señor McKurney parece que un vendaval le hubiera arrancado la camisa, dejando solo un amasijo de tela y el señor Grery necesita un lavado con urgencia. Me tiemblan las piernas.

No, por favor. No.

-¿Cariño?¿Quiénes son nuestros invitados?- La voz de mi madre rompe el silencio .Oigo como camina hacia la entrada, arrastrando su pesado vestido. No estoy segura de si me ha escuchado o no. La parte infantil de mi corazón me convence de que ella lo arreglará todo.

-¡Santo cielo! ¡¿Qué os pasado señores?!

De nuevo, otro intercambio de miradas. Mi madre se aferra a mi brazo. Mira. Comprende. Finalmente es el señor Grery quien se atreve a hablar

-Señora Rymer, señorita Rymer, lamentamos comunicarles que su ...

-¡fueron los piratas!- le interrumpe el señor McKurney, muy alterado- ¡esos desgraciados robaron todo el grano y después lanzaron cañonazos contra el barco! Julian y yo nos salvamos de milagro aferrados a uno de los botes pero el resto de la tripulación... Señora Rymer, hicimos cuento pudimos, tratamos buscar al resto de marineros, pero teníamos miedo de que nos matasen, todo estaba rojo, nosotros...

Fue como si me clavaran un puñal en el estomago. Una y otra vez.

Durante unos segundos, no siento nada.

Luego llega el dolor. Frio, certero. Destrozando todo a su paso

-¡¡¡¡huisteis!!!!!!- Me escucho gritar -¡huisteis como cobardes! ¡¡¡Malditos!!!!- Mi madre me sujeta con fuerza, mientras algo que parece mi cuerpo lucha para agarrar el cuello gordinflón del señor Grery. Ambos han palidecido asustados ante mi ataque de rabia. Yo lo veo todo como si fuera una mera observadora externa. Solo siento dolor y rabia. Supongo que estoy llorando porque mi vestido comienza a tener grandes manchas de agua.

Quiero gritar. Matarles. Zarandearles.

Mienten, todos los hombres lo hacen. Mi padre no está muerto. Mi padre el invencible, el que me enseñó a leer, a sumar, a saber valerme por mi misma, ese hombre, no puede estar muerto.

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⏰ Última actualización: Aug 20, 2017 ⏰

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La hija del Capitán FerghDonde viven las historias. Descúbrelo ahora