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Te abrí mi corazón,
y no me hiciste daño.
Es más lo protegiste con todas tus fuerzas,
lastimandote tú.
Poco a poco te fuí cogiendo un cariño único y especial.
Ya no te veía como una amiga,
te veía más como si fueras una hermana.
Ese sentimiento tambien cambió,
te veía de otra forma,
una forma que no ví nunca en ti.
Tu sonrisa era la única cura para mis malestares.
Y si te digo una cosa,
me encantaba que tus dedos rozasen mi piel.

Palabras Muertas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora