Él.

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Permanecí sentada en un rincón de mi habitación. Mi respiración agitada, y el corazón me latía rapidamente. Cerré los ojos y tapé mi boca. No quería verlo. No quería que me escuche. Las manos me temblaban, lagrimas caían de mis ojos, deslizándose por mis mejillas, para terminar cayendo sobre mis piernas. Escuché algo. Susurros. No son reales, no son reales. Están dentro de mi cabeza, no son reales. Escuché otro ruido. Éste sí es real. Un ruido fuerte. Abracé mis piernas, aguantando la respiración unos segundos. Me paralice al escuchar pasos cerca. Se alimenta de mi miedo, lo sé. Pero, ¿cómo dejar de temer de mí misma? Otra vez los susurros. Está vez se escuchan más fuerte. Está vez puedo escucharlos con claridad. Me piden que lo haga. Que deje de sentir miedo para poder estar tranquila por fin. Cada vez más fuerte. Mis manos en mi cabeza jalan mi cabello. Mis uñas entrenándose en mi piel. Los susurros. Las voces. Los gritos. Los pasos. Los pasos. Más cerca los sentía. Querían llevarme. Lastimarme. No lo permitiré. Decidí escuchar esas voces. Me levanté. Mis manos y mis piernas temblaban. Abrí la ventana, dejando que la suave brisa de aquel otoño abrazara mis desnudos brazos. Me senté en la ventana. Pocos autos pasaban, y casi nadie andaba en la calle a esa hora. La puerta de mi habitación se abrió, haciendo que un fuerte ruido se escuche. Unos hombres con batas blancas se hicieron ver. Dijeron algo, pero yo ya no los escuchaba. Sólo podía escuchar lo que él me susurraba. Lo que él gritaba. Miré una vez más el cielo. El sol estaba a punto de salir. Y me dejé caer. Ellos no me harán daño.

Volví con más, bebés. Espero y les guste.

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⏰ Última actualización: Dec 17, 2017 ⏰

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