El día se tornaba de un tono tan melancólico. La brisa soplaba suavemente y hacía caer cada vez más hojas del árbol en el cual se encontraba de pie, una chica de cabello y piel tan blanca como una porcelana y un vestido del mismo color, en el que caían arandelas hasta sus pies y una pashmina alrededor de sus brazos. Al sentir la última hoja caer, se volteo lentamente y levanto los brazos mirando al cielo con los ojos cerrados. La expresión de la chica se tornó fría, triste y dolorosa al abrir los ojos y bajar los brazos, mientras con uno sujetaba un pequeño collar con un dije en forma de flor que colgaba de su cuello.
Algo la hacía sentir decaída pero ni ella misma sabia de que se trataba, así pasaban dos, cinco hasta ocho días al lado de ese viejo árbol, tratando de recordar por qué hay tanta tristeza en ella. Un día, que las hojas caían con más lentitud, a los lejos vio que un hombre de los pies hasta la cabeza vestía de negro, un tan negro como el carbón, mientras miraba al suelo en cada paso que daba. Al estar solo a unos metros del chica y el árbol, se detuvo unos segundos pero siguió caminando, mirando fijamente a la chica.
Ella confundida por la aparición de este hombre comenzó a acercarse también a él, hasta que solo habían unos centímetros de distancia entre ellos. Los ojos profundos y grandes de la chica se quedaron perplejos por los del hombre, tenían un tono gris llegando a negro con un brillo casi único. Ninguno podía decir ni una sola palabra ya que ambos estaban hipnotizados por el otro. El hombre extendió la mano a la de la chica pero ella la apartó. El no hizo lo mismo si no que siguió su camino hasta la mejilla de la chica.
Ella se quedó helada por el contacto cálido de la mano del hombre y dejo que la acariciara con dulzura, ambos sonrieron. Se tomaron de la mano y juntos caminaron durante un buen rato hasta que el sol ya estaba en su punto. Solo que en este mundo, todo el tiempo, el cielo era gris así fuera de día o noche. Los días pasaron y ambos estaban más que contentos con el otro, hasta la chica había olvidado por completo si alguna vez se sintió de manera diferente.
En la noche, juntos fueron a la colina más alta y se sentaron en el pasto, uno frente al otro con las manos entrelazadas mientras con la otra tocaban la cara del otro perdidos en sus labios. Hasta que el hombre se acercó y puso su mano en el hombro de la chica y la acercó hasta encontrarse con los labios de ella. Ninguno se lo imagino, ¿verdad? ¿Quién podría imaginar que algo malo podría suceder cuando eres más que feliz?
El hombre se separó bruscamente de los labios de ella y soltó su mano, la chica al abrir los ojos vio como el hombre retrocedía cada vez con más velocidad hasta el lugar donde alguna vez llego, y no sólo eso andaba mal. Las hojas caídas en el suelo flotaban en el aire hasta volver al árbol, el viento corría en dirección contraria, las nubes se movían con agresividad y el hombre...solo quedaba la dulce sensación de sus labios en los de ella, el calor de sus manos y el recuerdo de sus singulares ojos. Entonces un agudo dolor invadió la cabeza de la chica hasta hacerla perder el conocimiento.
Había una banca con un farol y un espeso ambiente, la chica se levantó lentamente del suelo frio y al hacerlo se dio cuenta que aun seguía en su mente después de haber caído desmayada...era un recuerdo, uno que había olvidado por completo. Usaba vestidos corto con un pequeño moño en el cabello y zapatillas en aquel entonces, aun sentía esa pequeña inocencia en su alma, la que había perdido cuando comenzó la profunda tristeza sin razón alguna.Hasta que al darse la vuelta estaba el, frente a ella respirando entrecortadamente, tal vez había corrido hasta allí o...estaba nervioso por estar cerca de ella...espera...
"Yo sé quién es el, es el hombre de color carbón."
Y todos los recuerdos perdidos golpearon su cabeza tan fuerte como una roca, ese hombre había sido su primer amor de la infancia pero como todos los primeros amores tuvieron su final y no fue precisamente un final bello de recordar, fue la primera vez que rompieron su corazón.
Como todos los niños pequeños se conocieron de casualidad y comenzaron a jugar juntos sin si quiera saber sus nombres, una tarde completa de risas y juegos, después de ese día ambos chicos no se veían sin falta en su lugar de encuentro, el parque, las mamas los dejaban por horas y al atardecer se despedían. ¿Cómo una amistad de dos jóvenes niños podría llegar a un cambio tan drástico como el amor? Y ¿Quién iba a saber que por algo tan inusual como el amor acabaría con una amistad?
Una tarde que ya se estaba oscureciendo la niña le dio un suave beso en los labios al niño, el niño aturdido empujo con brusquedad a la niña y salió corriendo. La niña de camino al parque con su madre vio a dos adolescentes que andaban de la mando al frente de ellas, y al detenerse estos hicieron el acto que tiempo después la niña imito. Solo se repetía una y otra vez tirada en el suelo con el vestido arruinado por la suciedad del suelo, ¿Por qué había terminado asi? ¿Por qué ese chico si trato con ternura a la chica después del beso y su amigo la había dejado ahí?No lo entendía y sin darse cuenta su rostro estaba empapado de lágrimas, se las seco rápidamente y se levantó. Después de ese día nunca lo volvió a ver.
Todo tenia sentido ahora, aquel prado junto al árbol del cual nunca se iba la chica era donde jugaba en el pasado con el chico y su tristeza la perseguía día y noche porque nunca pudo superar a su amado. Y había pasado ya tanto tiempo que olvido el por qué se sentía así.
Al volver a la realidad estaba recostada sobre una sábana blanca y junto a ella acariciando su rostro con una sonrisa calidad. La chica se sentó y se dio cuenta de que estaba llorando, y lo abrazo de golpe, no podía parar las lágrimas que caían y caían y sus gritos cada vez se volvían más intensos al igual que ejercía al tenerlo en sus brazos. El la separo lentamente de el y le seco las mejillas con la manga de su chaqueta, y su sonrisa se borró, se levantó y la ayudo a ella y tras un pequeño susurro rompió en mil y un pedazos el corazón de la chica, aún quedaba una pequeña parte, esa fue la que se deshizo en segundos.
"Cuando te vayas tendrás al menos las agallas para decir: Ya no te amo como te amé ayer."
Y tras decir la última silaba ambos cuerpos se desintegraron. Solo quedo flotando el recuerdo de la chica de su infancia, después de que se levantó una, dos y un montón de gotas empezaron a caer, solo que esta lluvia era del mismo tono de la piel del chico, negro...negro como las lágrimas de la chica.