4. Legal y estable.

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Salí del instituto acompañada por Richard. Él me estaba contando algo, yo estaba distraída buscando sobre las cabezas de adolescentes. Sonreí.

–Vente.

Me acerqué a ella. La abracé. Ella estaba casi tan sorprendida como al día anterior. Dejó que sus manos se posaran sobre mi espalda.

–Richard, esta es Ishtar. Ishtar, mi amigo Ricardo.

–Hola –saludó ella.

–Hola –contestó él mirándola de arriba a abajo– Menuda mole.

–Me lo suelen decir –respondió ella con una leve sonrisa. Revolvió mi pelo– ¿Qué tal las clases, renacuja?

–Muy bien.

–¿Se han metido hoy contigo, renacuaja?

–No. Sólo me preguntaron si eras mi novia, les dije que sí y se alejaron.

Sonrió de medio lado.

–Te dije que funcionaría.

–No entiendo por qué te tienen tanto miedo, –Coloqué un mechón de su cabello detrás de su oreja– a mí me pareces una buena persona.

Sonrió levemente.

–No lo digas muy fuerte, que si te escuchan me pierden el respeto y vuelven a la carga.



Tiempo después, volví a verla a la salida del instituto. Ella me llamó con una sonrisa y me abrazó levantándome del suelo. Me reí.

–¿Qué pasa?

–He conseguido trabajo. Un trabajo estable y legal. Tenía que compartirlo con alguien.

Sonreí ampliamente.

–Me alegro mucho, giganta.

Abracé su cuello, al estar en sus brazos. Ella me correspondió abrazándome más fuerte y dio varios saltos feliz.

Los delirios del arte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora