➼03.

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El paisaje de Gwangju transcurría a través de la ventana de tu vagón. Normalmente, te hubieras sentado con la música sonando en tus auriculares, te hubieras perdido en la tranquilidad que viajar te daba.

Excepto porque no podías. La presencia de Jimin rompía por completo tu armonía, incluso cuando él se había quedado plácidamente dormido a tu lado en el asiento, con su cabeza apoyada sobre tu hombro.

La señora sentada frente a vosotros te sonrió dulcemente. Tenía cerca de setenta años y el cabello de un elegante y majestuoso blanco.

—Ah, la juventud. —Murmuró sin dejar esa hermosa sonrisa desaparecer de su rostro— Jamás dejes su magia perderse.

La observaste sin saber por donde empezar a explicar que aquella escena no era lo que ella pensaba. Jimin se removió un poco y su brazo rodeó tu cintura mientras murmuraba algo en sueños.

Decidiste mejor no explicar nada.

Gwanju era tal y como la recordabas. Menos moderna y cosmopolita que Seúl, te hacía sentir más acogida en sus edificios de bajos techos, sus humildes casas y sus vivas calles.

—Buenas tardes, señorita. Es un placer volver a verla. —El anciano se inclinó ante tu llegada y tú sonreíste con timidez.—Su habitación está esperando. Mi mujer ha hecho algo de comer, le he pedido que te guarde un poco.

Chan Hei era el dueño del único humilde motel a las afueras que podías permitirte pagar. El lugar era una casa antigua, medianamente arreglada para hacerla parecer un motel. Eras uno de los pocos clientes que la familia tenía y apreciabas la forma en la que te cuidaban.

—El placer el mío, muchísimas gracias por el almuerzo. No era necesario. —Te inclinaste en muestra de respeto y agradecimiento.

De reojo viste a Jimin repasar el lugar con la mirada, aunque no dijo nada al respecto.

Sabías lo que estaba pensando: aquel lugar era un antro. Pero tú no le habías invitado y te bastaba una fina falta de respeto para mandarlo de vuelta a Seúl a patadas.

La madera de las escaleras resonó bajo vuestros pasos y finalmente, Jimin dejó caer su mochila sobre una de las camas, mientras tú cerrabas la puerta.

—Le preguntaré al señor Chan si tiene otra habitación libre.

—¿Para qué? —Preguntó Jimin, dejándose caer en la cama de forma cómoda— Podemos dormir aquí los dos.

—No.

—¿Por qué no? Ya has pagado la habitación. Además, así puedo dormir desnudo, no es como si me fueras a mirar ¿O tienes miedo de cruzar de acera? —Alzó una ceja divertido.

—¿Qué haces aquí? —Explotaste finalmente. Habías estado todo el camino en silencio, masticando aquella pregunta sin ser capaz de tragarla pero tampoco de escupirla. Hasta que finalmente, el comportamiento arrogante e insensible de Jimin te hizo salir de tus casillas— ¿Por qué le mentiste a Hae?

—No le mentí a Hae.

—Le dijiste que pasaríais el fin de semana juntos.

—No fue eso lo que dije. Le dije que no hiciera planes. Solamente eso, jamás le dije que planeaba estar con ella. Pero ella obedeció sin preguntar y pasó de tu culo, no es ese mi problema ¿No crees?

Te quedaste en silencio un largo rato, observándole. Estaba sentado en la orilla de la cama, echado hacia atrás en una actitud perfectamente relajada mientras tú hervías por dentro.

love & karma ;; pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora